«Si no somos capaces de entender que los problemas de la comunidad en que vivimos no son solo de responsabilidad de los demás sino también de cada uno de nosotros, difícilmente podremos salir adelante.»

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CANNES 2017: UN GRAN ANIVERSARIO

Este año, el Festival Internacional de Cine de Cannes celebró su 70º aniversario. Y con motivo de la fiesta cinematográfica más glamurosa e influyente del planeta, la página web UniFrance.org dispuso al público cinco cortometrajes de seis realizadores franceses que este año compitieron en secciones diversas del festival. Las historias son originales y están hechas con destreza, y tal ventana fue, tal vez, lo más cerca que pudimos estar del cine que, usualmente, se ve en la Croisette. El acceso a estos cortometrajes 100% franceses duró las dos semanas que duró el festival, y pudieron verse con subtítulos en inglés.

 

Juke-Box (2013)
de Ilan Klipper
Producción: Ecce Films.
Duración: 24 minutos.

Daniel, un hombre con varios problemas psiquiátricos, como trastorno bipolar y alcoholismo, que empieza a vivir solo una vez que sale del centro de rehabilitación, con visitas periódicas de una trabajadora social.

Daniel Bevilacqua, un cantante francés más conocido por su nombre artístico Christophe, interpreta a Daniel. Creo que parte del encanto de este cortometraje es saber este dato de antemano; Christophe no es un músico frustrado, por lo que para el público francés debe ser interesante imaginárselo interpretando una versión opuesta de sí mismo. Por lo tanto, Juke-Box es un ejercicio en estilo que depende del conocimiento que uno tenga sobre Christophe.

Su personaje solía ser un músico popular hace años, y se pasa los días encerrado en su casa, sin abrir las cortinas y smido en penumbras, tratando de reecontrarse con su talento, con una nueva melodía que le devuelva valor a su vida, con esos sueños de fama y gloria que envidia en los cantantes que ve en un viejo televisor.

El filme hace un uso correcto del sonido, como en la narración en off del psiquiatra que trata a Daniel, quien nos cuenta, como leyendo un historial médico a sus colegas, los antecedentes de Daniel. El maquillaje en Daniel es excelente, sobre todo porque recarga la palidez de su rostro y sus arrugas, lo cual emerge como una visión patética y desesperante de un hombre que vive en las tinieblas de sus sueños, que se apoderan de su cordura a medida que su ego se desvanece.

La fotografía es evocativa de la añoranza corrosiva del personaje, y la dirección de arte es compleja en detalles y le permite a la cámara ver a Daniel en diferentes actitudes, permitiéndole al personaje desarrollarse de un modo más visual que literario, en medio de su hábitat nostálgico, variopinto y compacto, igual que una rocola.

Ilan Klipper presentó Le Ciel étoilé au-dessus de ma tête en el programa ACID.

 

Ce qu’il restera de nous (2011)
de Vincent Macaigne
Producción: Kazak Productions.
Duración: 40 minutos.

Dos hermanos han vivido durante diez años en discordia. El primero, Anthony, es profesional y se ha hecho cargo de su padre enfermo; el segundo, Thibault, abandonó la casa para vivir en su auto cerca de un río, viviendo de precarias acuarelas.

Ce qu’il restera de nous es un estudo de personajes ensimismados en su propia miseria, la cual se hace más profunda tras el fallecimiento del padre, cuya herencia termina siendo desigual. Como resultado de esto, los dos hermanos emprenden una introspección violenta, estruendosa, llena de diálogos lacerantes; pero, tal vez, éste era el propósito de su padre, en un intento de darles a ambos una última lección.

Y vaya que el filme da para pensar. Es una comedia dramática, con muy sutiles toques de surrealismo, que hasta podrían ser sólo sugerencias de aquél. Y es que si la vida es generosa en tus telentos y, sin embargo, renuncias a ellos y dedicas tu vida entera a otra persona por miedo, ¿deberías ser premiado?

El desenfado de la película se extiende a su aspecto técnico. Fue grabada en Mini DV y el cuadro es de 4/3 (o formato académico); la película ofrece una estética alternativa a la del cine contemporáneo, con un pie firmemente en los inicios del séptimo arte y otro en el futuro, validando todo tipo de registro visual como una forma de hacer cine, y, por ende, validando al cine como una verdadera forma de arte en sí misma.

Los diálogos son exagerados, locos, intelectuales y viscerales, al igual que las acciones, absurdas, trágicas, gritadas; hay planos que están quemados, pero eso es parte de la ornamentación del decorado. Lo cual se adapta a la perfección al espíritu irreverente, libre, fresco, del mejor cortometraje de estos cinco.

Vincent Macaigne presentó Pour le réconfort en el programa ACID.

 

L’île jaune (2015)
de Léa Mysius y Paul Guilhaume
Producción: Trois Brigands Productions.
Duración: 30 minutos.

Ena, una caprichosa niña de 11 años queda de juntarse con un muchacho que le gusta un día domingo en el puerto. Es por eso que le dará un collar de oro a su compañero de su clase de remo, Diego, de 14 años, a cambio de que la lleve hasta allá, pero antes tendrán que parar por una noche en la Isla Amarilla, propiedad de Diego (según sus palabras), pues el viaje es largo.

Pero Diego sufrió una severa quemadura en el rostro cuando era pequeño, y ninguna de las niñas se le acerca; y aprovechará esta oportunidad para acercarse a Ena y aprender a comunicarse con las mujeres. Lo que la isla les depara a ambos es un viaje de aprendizaje y compasión, de disfrute de las cosas simples, y de la comunicación con el sexo opuesto más allá de las apariencias.

L’île jaune es un filme tierno y desgarrador sobre la aceptación social en la adolescencia, y cómo todo sufrimiento pareciera ser eterno en aquellos días. Diego nunca ha tenido ningún tipo de contacto con las niñas, por lo que está desesperado por hacer una conexión con Ena, quizá por la mera curiosidad de saber cómo él se comporta en una situación así, y cómo es percibido.

Ena, por su parte, se muestra reticente de siquiera abrazarlo, y llega a ser muy cruel, pero los acercamientos entre ellos se convierten en lecciones de vida fundamentales. La belleza de esta historia reside en su honestidad e inesperada poesía.

Léa Mysius presentó Ava en la Semana de la Crítica, por la cual ganó el Premio SACD y el Gran Premio del Jurado de la Palme Dog.

 

Tant qu’il nous reste des fusils à pompe (2014)
de Caroline Poggi y Jonathan Vinel
Producción: Le G.R.E.C. – Le Groupe de Recherches et d’Essais Cinématographiques.
Duración: 31 minutos.

Tant qu’il nous reste des fusils à pompe es un filme cuyo estilo supera su contenido, pero puede ser que ése sea el propósito. La historia comienza cuando el mejor amigo de Joshua, Sylvain, se suicida en el patio de su casa con una escopeta. No hubo motivo aparente. Para Joshua y Maël, con quienes Sylvain acostumbraba compartir, es difícil sobrellevar la pérdida. Joshua quiere buscarle un nuevo grupo de amigos a Maël. La pandilla de los Icebergs está dispuesta a recibir a Maël, y él y Joshua emprenden los desafíos delictuales que la pandilla solicita para ser miembro.

El surrealismo es fuerte aquí, aunque bien dosificado. Joshua suele ir a a la casa de Sylvain a visitarlo; el muerto suele aparecer vestido con la ropa del día que murió, incluso con un agujero en la cabeza, y le da consejos a Joshua sobre lo que va a hacer.

A lo mejor Joshua busca compensar la violenta ausencia de Sylvain con más violencia a través de los Icebergs, al mismo tiempo que quiere desligarse de Maël y, por consiguiente, de todo elemento que le recuerde a Sylvain. En el fondo, Maël busca lo mismo, pero es Joshua quien toma la iniciativa de establecer un camino particular para ambos, el propio en la soledad y el de Maël en la delincuencia.

Es, asimismo, un retrato de una juventud burguesa con acceso a las armas, y que no distingue entre los varios usos de éstas, educándose en el placer de la violencia.

Éste es un corto audaz, bellamente fotografiado, que desconcierta con el misterio conductual que encierra.

El tándem Poggi/Vinel presentó su cortometraje After School Knife Fight en la Semana de la Crítica.

 

Être vivant (2013)
de Emmanuel Gras
Producción: bathysphere.
Duración: 17 minutos.

Un travelling retro continuo que incluye varios cortes y, por ende, varias vistas de la ciudad. Una voz masculina en off que puede ser un testigo imaginario o la conciencia de un vagabundo, quien de un día a otro pasó de tenerlo todo a no tener nada, y debe hacer un arduo esfuerzo por encontrar un lugar donde dormir en calles frías y húmedas.

La narración es abundante y, a veces, se torna agotadora. Una vez que deduces que el texto es, simultáneamente, poético y filosófico, político y espiritual, empiezas a desinteresarte en la dirección del corto: ya entendiste el punto. Ahora bien, ¿es esto un documental? ¿Es una ficción? Es ambas. De hecho, es un ensayo fílmico, una contemplación íntima del estado de la sociedad actual francesa, desde la mirada ficticia (aunque nunca deshonesta) de los desposeídos, en cuyos zapatos es raro que se ponga la gente en la vida diaria, mas no, necesariamente, en el cine.

Es un corto ingenioso e inteligente, y aunque los planos sean casi los mismos, excepto por breves variaciones, la película implica un complejo trabajo de cámara, porque las localizaciones son reales y la cámara está siempre en movimiento.

Como una retórica experimental que reduce la existencia del humano contemporáneo a lo más elemental, la exigente Être vivant funciona muy bien. El director Emmanuel Gras le inviste a su filme seguridad y pasión, y aunque uno quede más o menos exhausto al final, la experiencia no deja de ser categórica, invitándonos a nuevos visionados, provocando variadas emociones e interpretaciones.

Emmanuel Gras presentó Makala en la Semana de la Crítica, por la que ganó el Gran Premio Nespresso y una mención especial de L’Œil d’or.

 

Una visión general

Si bien la variedad de directores cuyos títulos compitieron por la Palma de Oro fue tan homogénea y repetida como años anteriores, tuvimos sorpresas.

En medio de una polémica que tuvo como centro al presidente del jurado de la Selección Oficial, Pedro Almodóvar, nos prometieron que sería la primera y última vez que una película original de Netflix competiría por la Palma, por no estrenarse en cines franceses en los meses próximos, sino a través de la plataforma de streaming (hubo dos producciones en competencia, Okja de Bong Joon-ho y The Meyerowitz Stories (New and Selected) de Noah Baumbach).

La última película de Michael Haneke, Happy End, protagonizada por Isabelle Huppert y Jean-Louis Trintignant, era la favorita para llevarse el premio máximo; no obstante, no conquistó a la crítica luego de su estreno, y la Palma de Oro acabó en manos del director sueco Ruben Östlund por la película The Square. Si Haneke hubiera ganado, habría roto un récord de tres Palmas seguidas, tras haber ganado en 2009 con La cinta blanca y en 2012 con Amour.

Además, Sofia Coppola se convirtió en la segunda mujer en la historia en llevarse el Premio al Mejor Director por el drama de época The Beguiled, y Nicole Kidman, protagonista del filme de Coppola, se llevó a casa el Premio 70º Aniversario, quizá porque tuvo cuatro producciones exhibidas en el festival y merecía llevarse algo por tanto trabajo.

Esteban Andaur.

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1 Comentario en CANNES 2017: UN GRAN ANIVERSARIO

  1. Gran Aporte .
    Una buena y completa mirada a los cinco cortometrajes franceses y su aporte en este Festival de Cine.

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