El Espejo Trizado: Territorio, ciudades y la gente de la región del Biobío (Parte III de III)
NOTA DE LOS EDITORES Este 3er. artículo, de una serie de tres, de nuestro colaborador-columnista Antonio Zelada ya había sido publicado en este semanario el 03.07.2017. Sin embargo, conversando con Antonio estuvimos de acuerdo con él y su idea. En las circunstancias en que estamos en la región del Biobío, en el país y en todo el mundo, en cuanto a la cosa política, social y ambiental, es recomendable republicarlo, por cuanto es posible que contribuya, en alguna medida, a reflexionar sobre cómo podríamos zafar del estado de marasmo en que nos encontramos como región, país y humanidad. |
El siguiente texto reconfigurado en 2017, fue una síntesis de análisis anteriores que se escribieron hace ya 13 años a 2017 (nota actual a 2023: desde 2004, año que se publicó originalmente, ahora, en 2023 han transcurridos 23 años desde la publicación inicial); el sentido de publicarlo ahora sin cambios es para constatar que lo que pensábamos hace ya tanto tiempo permanece casi invariable, con muy escasos o pocos cambios notorios. Eso significa que, a ese ritmo, gente como yo no alcanzará a disfrutar de un verdadero desarrollo en el país y en las regiones, y que nuestra trayectoria vital profesional en la periferia santiaguina puede parecernos, si no infructuosa, casi una desilusión. Cuando recién egresados de la Universidad de Chile nos anclamos en la provincia, entonces tan prometedora (1964), el mundo, el país, y la región nos eran anchos y prometedores, y en ese contexto desarrollamos nuestra vida profesional, siempre con la gran ilusión de un desarrollo integral. Y si en verdad ha habido cambios, queríamos mayor celeridad. No ha sido fácil, no ha sido rápido; aún nos queda ilusión. Para eso, esta es una suerte de ‘crónicas de la contingencia’ a los ojos de un arquitecto con ya muchos años de “navegación” territorial y urbana, en el sur de Chile, al sur del mundo. Nuestra idea es que después de republicado este “espejo”, redactemos en contrapunto para aproximarnos a la actualidad. |
III. LAS CIUDADES-ESTADO Y SUS MICROREGIONES (Parte III de III)
La idea de la antigua ciudad-estado se reedita contemporáneamente en los países desarrollados y, también en los “en vías de desarrollo” o “de economía emergente” como dicen los informes tecnocráticos de manera elegante. Una ciudad-estado es Nueva York, que no necesita ser la capital de Estados Unidos para ser harto más conocida y harto más vital que Washington D.C. El solo presupuesto que maneja anualmente supera con creces los de varios países como los nuestros. El caso más espectacular ha sido, en cualquier caso, el de Hong Kong, verdadera ciudad-estado con status de tal hasta hace muy poco. Las capitales de los países subdesarrollados con mayor razón pueden calificarse como ciudades-estado, por su gran centralismo y/o protagonismo en relación con lo que es el resto de sus territorios. Las capitales sudamericanas o latinoamericanas también entran en ese juego. ¿Quién puede decir en Chile que Santiago no es, precisamente, Chile? Porque aquí la cosa es como si el territorio no existiera, o como si fuera algo lateral, apenas colgado de algún modo a Santiago, es decir a Chile.
Con los grandes problemas que Santiago tiene y que están continuamente emergiendo (inundaciones, transporte público, conectividad urbana, polución), todos los chilenos sabemos que las grandes inversiones se concentran allí: la tajada más grande del presupuesto va a ser siempre para el dueño de la casa, para paliar, o remediar si se puede, la situación. El gobierno y los políticos lo justificarán porque allí está aglomerada casi un 60% de la población del país, lo que es una aberración per se. Y las condiciones en que viven, cuando hay catástrofes se ve que no son las mejores. Por ejemplo (ya clásico) la inadecuada habilitación del territorio urbano cuando hay grandes lluvias. Claro que casi lo mismo pasa en las ciudades y en los campos provincianos, pero se nota harto menos.
Nuestro pensamiento es que en este país siempre vamos a tener a Santiago como la ciudad-país que ahora es: Región Metropolitana se llama. Por mucho que los ‘territoriales’ del norte o del sur den la pelea, no le van a quitar a Santiago sus privilegios y el manejo de las cuentas nacionales a su entero amaño. Y es porque allí está la sede del Gobierno, y es donde vive la clase política, y también la oligarquía. Allí se emplaza el Poder: el poder político y el poder económico, los que casi siempre finalmente convergen. Y es que en la historia de la humanidad siempre han convergido. Lo interesante sería que el gobierno, o los políticos, dejaran desarrollarse a otras ciudades del país como mini ciudades-estado, como pueden ser las capitales regionales. Pero más que eso, se pueden potenciar otras ciudades también importantes, como pueden ser, en el caso de nuestra región, las ciudades de Los Ángeles y Chillán. Y en otras regiones ciudades como Valdivia y Osorno, que tampoco son cabezas de regiones. Y aquí es donde entra a tallar otro concepto antiguo, pero muy natural y desde siempre vigente, aunque rara vez potenciado: el concepto de “micro región”. Podemos hablar así, en muy gruesas líneas, de un nuevo esquema de desarrollo físico en el territorio: las micro regiones y sus ciudades cabeceras, o “ciudades estado” como podríamos decir un poco en broma.
La regionalización hasta ahora no ha funcionado como se quería, o no como los regionales ingenuamente queríamos. Ya hasta el significado o el concepto se nos ha puesto difuso. Pero, si se pretende darle nuevos impulsos, y nuevas formas de hacerla, la alternativa de las microrregiones con sus ciudades cabeceras, que harían las veces del motor o tractor de un verdadero desarrollo territorial, no es algo tan insólito o tan utópico. Fue una de las alternativas de regionalización que se analizó en la década del ‘60, en ese entonces por la Dirección de Planeamiento del Ministerio de Obras Públicas, precursora en el planeamiento territorial y regional en Chile, antes de los estudios regionales que hiciera ODEPLAN en el gobierno de Frei Montalba, antes que se creara el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, y mucho antes que existiera la Comisión Nacional de Regionalización Administrativa del gobierno militar, que finalmente definió las regiones y creó la actual división administrativa del país.
Ahora la micro-regionalización es una alternativa que han estado planteando, de un modo un tanto análogo, las ciudades de Osorno y Valdivia, en la Región de Los Lagos. Y aquí, en nuestra Región del Biobío, se ha estado planteando en Chillán, por su gente y sus parlamentarios. No parece entonces algo tan utópico o muy soñador.
Y lo que está más que claro, porque el centralismo y sus efectos no dan para más, es que el país va a tener que reformular y repotenciar un proceso de descentralización y de desarrollo real en el territorio, sea éste por regiones o por microrregiones. Es entonces esta última una alternativa válida. La otra, más válida aún según personalmente pienso, es el de las ciudades-estado mayores, es decir el federalismo. O por decirlo a la manera española, las autonomías.
Referencia:
EL ESPEJO TRIZADO: TERRITORIO, CIUDADES Y LA GENTE DE LA REGION DEL BIOBIO
PARTE III DE III, 03.07.2017, republicado.
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