
El nudo gordiano o cómo tejer para complicar la existencia del otro u otra.
La cuestión política, a pesar del intento de negarlo, es una realidad con contenido ético. Su explicación se halla en que la interpretación ética permite evaluar si efectivamente una acción política es capaz de articular formas de respuesta a intereses personales y colectivos relativos a la construcción del espacio común que, a la vez, son intereses en línea con la intención de bien que caracteriza lo propio de la persona. Además, si le sumamos el carácter de deber que la ética plantea como uno de sus modos, entonces el juicio a la política como un asunto juzgado éticamente es una constatación de su propio sentido, es decir: ser una acción racional sistemática cuyo norte consiste en la elaboración de respuestas al deseo común de justicia que, para su aplicación, requiere de instituciones adecuadas. Este juego de canalización de formas de proceder en el campo de lo social, tiene su base en una dinámica de la ética que ordena la preocupación por el bien y la elaboración de deberes (obligaciones) asociado a ello. Bajo este escenario ético-político, en toda circunstancia prevalece la idea de la ciudad como fuente de bienes, por tanto, como lugar de aplicación de justicia; fenómeno que, en no pocos momentos en la historia, salta a la palestra por verificación de su ausencia. Y quizá aquí en la carencia de justicia donde esté el nudo de mayor complejidad para dialogar, pues mucha de su solución lleva a reconocer responsabilidades en la mantención de nichos de injusticia. Así lo observamos día a día en los debates que intentan responder a aquella demanda por unos marcos de convivencia más vinculados a la necesidad de reparación por siglos de injusticia para la gran mayoría social, sin desconocer que se plantea desde un presente crítico con el pasado. Enfrentarse, así, éticamente a la realidad desde el operativo político, pide un ejercicio de diálogo. Pero, como la mirada sectorial prima bastantes en la conversación, se sigue argumentando desde la negación a recoger posiciones que difieran de la propia, vale decir, persiste la actitud de desconocer el valer argumentativo contrario, pues aceptarlo, implica admitir cierta responsabilidad en el estado pasado y actual de cosas relativas a la ausencia de igualdad en el campo de derechos.
El asunto de base narrativa no es trivial, pues persiste problema que, si los argumentos dados por una persona no coinciden con las referencias de la otra, la carga racional puesta al servicio de argumentar a favor de, por ejemplo, una mejor distribución de la riqueza, sencillamente son rechazadas sin mediar capacidad alguna de buscar un punto de intersección que sería el espacio de interés común. En la práctica política, el salir de la posición narrativa es complejo, pero resulta imprescindible (plano del deber ético) intentar moverse a la posición contraria para buscar al menos el mínimo común. Hacerlo como movimiento ético-político, es la clave que desenreda el nudo del conflicto político-social. Mas, es cierto, es algo difícil de difícil de lograr, ya que se instala el a priori de la negación. De esta forma, ocurre que los argumentos dados por las partes, y por muy racionales que se presenten y a pesar de todas las pruebas que se puedan aportar a favor, no hay caso: serán rechazados. pues lo que importa no es el argumento, sino mantener la posición inicial. Lo anterior viene a cuento si se sigue con meridiana atención lo que se escucha (no me atrevo a decir “se discute”, pues esto supone un interés por dialogar para lograr avanzar en posiciones de interpretación comunes frente a un dilema o conjunto de estos) en los salones de la institución política sobre la salida a la crisis. El asunto que, pareciera, hay un interés por acentuar la discusión no el diálogo, lo cual se revela al observar poca disposición para ponerse en la posición argumentativa de quién disputa legítimamente territorios de influencia. Ante este panorama, ardua y urgente es la tarea para la conciencia política (de aquellos que dicen tenerla…).
Qué bueno Felicitaciones Rodrigo.
Un gran aporte al razonamiento respecto de perniciosas conductas «de Moda»…
Muy buen artículo. Nos viene muy bien a la Red de Humedales del Bío-Bío para intentar resolver el intríngulis ruta piedemonte-humedales-lagunas-ruta costa-vía costanera-puentes industrial y mekano -MOP-MINVU-planes reguladores y más.