«La concentración de riquezas, el poder del dinero, por sobre todo, el dinero fácil, en su accionar destruye la historia, la educación, cultura , los valores de una sociedad que desee permanecer limpia y sana.»

Actualmente nos leen en: Francia, Italia, España, Canadá, E.E.U.U., Argentina, Brasil, Colombia, Perú, México, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Chile.

EL PASADO

Gladys Semillán Villanueva

Embajadora por la Paz de las Naciones Unidas por la Letras UNILETRAS. Ave viajera de Semillas para la Juventud Primer Premio Internacional de Dibujo, otorgado por U.F.P. Argentina.

Desde Argentina

Llega el atardecer en la plaza seca de la catedral de Santiago de Compostela.
Me ha llevado hasta ese lugar un imperioso llamado.

Había recorrido muchas aldeas de Galicia en esos días previos al gran acontecimiento.
Fiesta del Apóstol, 25 de julio de 2010.

Casi sin darme cuenta me senté en esas piedras lajas, grandes, grises, añosas, mirando de frente a la Catedral.

A la izquierda el bolso, a la derecha el bastón de peregrina con su vieyra.
Creo que recé, no estoy muy segura, el pensamiento era tan agitado como las olas batiendo en la costa del Finisterre.
Sé que cerré los ojos, tomé la cabeza con ambas manos y aflojé el cuerpo.
Sentí que me habitaba el tiempo, más no el presente, unas voces jugaban a mi alrededor cantando felices, riendo.

Temblaba, no entendía, sentí que la espalda se helaba presintiendo, las manos entregadas sobre las rodillas, laxas.
Esas voces de nuevo, pero entre ellas una, mansa, dulce, definida, llamando.
¡A ti también niña!
¡Pero, yo!…
¡Ven!

Ya mi cuerpo no me pertenecía, seguía ese llamado, me había tomado de la mano.
¡Por fin!, dijo tan suave como para que solo yo la escuchara.
Entonces, fui arena, piedras, campanario de la iglesia, regato fresco, saltarín, nubes y orballo, adquirí las más variadas formas del paisaje como queriendo ser todo, atraparlo todo en una carrera desenfrenada.

Deseaba que ella supiera cuanto la amaba.
Buscaba desesperada su cara, pero una bruma me impedía visualizarla, sin embargo sé que me sonreía.
Allí estaba, en la puerta de su casa, nos cuidaba, me hizo una seña y me acerqué.
Desató mi cabello rojo, lo acarició y despacio comenzó a cepillarlo, como lo hacía con mamá cuando era pequeña.

Que sensaciones enloquecidas me dominaban, como deseaba abrazarla, besarla, decirle cuanto necesitaba que me abrazara.
Abrigar su vejez y soledad con la manta que había salido de mi telar, con los colores que le robé al arco iris.
Sentí que me miraba fijamente, como diciendo…¡Lo sé!

¿Cuánto duró ese encuentro? estaba perdida en un dédalo de emociones, la respiración alterada, los puños apretados, apoyados caprichosos en el pavimento.
¡Tú viniste!, y mientras lo decía se iba esfumando la silueta y la voz.
Quise sujetarla pero fue imposible, el roce de un beso pasó por mi frente dejándola húmeda.
¡Josefa!…abuela…

Cómo un aterrizar, suave, acunado, como quien es mecido en sublimes brazos, regresé.
Me dolían las piernas, quise incorporarme pero no podía, un peregrino tuvo piedad y me ayudó, recogió mis cosas, puso en mi mano el bastón y se retiró sin volver la cabeza sin darme tiempo a agradecerle, fue todo muy fugaz.
¿Quién era?, fue providencial su presencia, ¿un peregrino?, ¿así de la nada?

Traté de estar firme busqué a mi alrededor la hebilla que sujetaba mi cabello en la nuca, por más que miré no estaba, no entendía.
Recordé, que la abuela me la había quitado para cepillarme esta rebelde cabellera.
Los ojos llenos de lágrimas no me dejaban ver bien las estrellas que titilaban con una fuerza poco común.
Sonreí.

De mi frente se desprendió un sutil aroma a lavandas, esas que ella usaba para perfumar el cabello de su niña.
La noche tibia de Compostela protegía el milagro de lo desconocido, lo que solo puede lograr el amor, no importa la distancia.

Recuerda que puedes seguirnos en facebook:

Responder a Carlos E. Cancelar la respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicado.

*

4 Comentarios en EL PASADO

  1. Un nuevo y hermoso relato, el que logra sumirnos en la sensibilidad y los recuerdos mas sublimes de nuestras vidas.
    Esos recuerdos que nos reportan al pasado para llenarnos de momentos de alegría sublime.

    • Juan Luis, hay momentos en la vida en que solo escribiendo podemos respirar hondo y seguir.
      Esos en que los recuerdos se atropellan quieren invadirnos y no se dan cuenta que a veces no podemos.
      que deben eperar,pacientemente a que en una hora de un día le abramos la puertecita y alli compartamos
      lo que quedó suspendido en el tiempo.
      Ahora lo comparto contigo y quizas con otras personas Y al rescatarlo…»quizas recupere mi hebilla».
      Gladys …………………………GRACIAS,

      • GRACIAS A TI CARLOS E.
        La memoria de los sentimientos a veces son como un ancla que ayuda a sabernos firmes y amparados.
        GRACIAS….

        GLADYS

sertikex-servicios-informáticos www.serviciosinformaticos.cl