
El pinochetismo: fase superior del autoritarismo
¿Qué hace que una sociedad, en un porcentaje no menor, siga mirando o añore lo que fue la figura de Augusto Pinochet y la dictadura que encabezó, sabiendo todas las atrocidades que dicho personaje y su régimen llevaron adelante?, ¿por qué no sorprende que una parlamentaria y otros dirigentes se declaren pinochetistas y le importe bien poco lo que aquello pueda significar?, ¿qué proceso o fenómeno se ha instaurado en Chile para que aun existan dirigentes políticos, incluso autoridades políticas y regionales, que reivindiquen la figura de quien lideró el terrorismo de Estado en nuestro país?, es acaso la falta de una memoria histórica, la poca o mala memoria, la falta de justicia, la indiferencia o simplemente el olvido que se ha instaurado en Chile y que no es otra cosa que impunidad con los criminales y sus crímenes. Entonces ¿qué vendría siendo ese pinochetismo?, no es simplemente el culto a la figura del dictador, es sobre todas las cosas un reconocimiento y agradecimiento por el trabajo desarrollado, es básicamente la encarnación de una cultura tan propia de Chile y América Latina que alude al respeto por la mano fuerte, dura y castigadora, y por otro lado aquella cultura del orden y la disciplina (militar). En otras palabras, el pinochetismo viene a constituir todo aquello que encarna una sociedad autoritaria, que tiene aversión con lo que signifique alteración o cuestionamiento a un determinado orden social.
Es esa cultura de la disciplina, sustentada en el castigo, en lo punitivo y la sanción ejemplificadora como mecanismo para enderezar conductas o “normalizar” a quienes se apartan o transgreden aquel orden que representa el pinochetismo. Entonces, ese pinochetismo vendría siendo la expresión más pura de aquello que Araujo ha denominado el miedo a los subordinados, una cultura autoritaria que se sustenta en la defensa, vía coerción y consenso, del orden social y el respeto a la autoridad y sus instituciones.
Ese pinochetismo representa esa tendencia autoritaria y violenta de un porcentaje importante de la población que es capaz de sacrificar determinados valores de la democracia, como la diversidad, tolerancia, pluralismo y la libertad con tal de defender una cultura arbitraria, jerarquizada y excluyente y que ve, por ejemplo, en las Fuerzas Armadas los garantes del orden político, quienes pueden tutelar la democracia de los eventuales peligros y enemigos.
Ese pinochetismo se expresa en prácticas autoritarias, violentas, discriminadoras, xenófobas y racistas. Busca sustentarse en la cohesión de ciertas elites y en el sometimiento vía persuasión (entretención) de las masas, incluso apelando a la ignorancia y el miedo de estas.
Entonces el pinochetismo no es otra que la fase superior del autoritarismo, la violencia y el ‘negacionismo’ en Chile. Por eso el pinochetismo no puede ser reflejo de la diversidad y la diferencia, como burdamente, lo llamó o quiso defender la vocera del gobierno, ya que precisamente ese pinochetismo es la antítesis de la democracia, es la degeneración de la democracia y de sus valores. De ahí entonces, lo más peligroso no es tanto las expresiones de una diputada o los aplausos que obtuvo de su “arenga”, sino como ese pinochetismo, después de 30 años, tiene importante adhesión en varios sectores y grupos de la elite y el mundo popular, que en privado y en silencio lo expresan sin mayores problemas.
En consecuencia, Foucault dijo en su momento que todos tenemos fascismo en la cabeza, acá podríamos decir que no pocos tienen el pinochetismo en la cabeza y ese pinochetismo, si no somos capaces de enfrentarlo con las armas de la democracia, puede convertirse peligrosamente en un poder que transite y circule sin problemas, con total impunidad por toda la sociedad.
Fuente de figura: https://radio.uchile.cl/2018/12/22/que-significa-ser-pinochetista-en-el-chile-de-2018/
No puede este pueblo enajenado, inconsciente, prestarle ropa a la perversidad y volver a los años mas siniestros de nuestra historia.
Ser Pinochetista debería ser penado por la ley.
Una Cátedra, gran trabajo señor.
Gran Artículo profesor, gran artículo.
muy buen análisis, sólo decir que al no tener medios de comunicación vivos realmente democráticos, impide difundir la historia real.
De esto se aprovecha la derecha para influir, sobre manera, en jóvenes incautos.
La respuesta está en que los partidos de Izquierda, nunca construyeron historia ni menos difundir la verdadera historia a los jóvenes de este país.