Fome. Del verbo fome.
Las próximas elecciones (presidenciales, parlamentarias y de consejeros regionales) han entrado en tierra derecha. Aunque aún siguen algunas escaramuzas (como la patética confrontación entre el PS y el PC causada por la decisión autoritaria de imponer a los ciudadanos una determinada opción a sangre y fuego) el proceso buscará conquistar la adhesión a algunos de los nombres propuestos. El Servicio Electoral ha señalado que los inscritos con derecho a sufragio llegarán a 14.308.151, cifra muy elevada pero un poco equívoca.
En efecto, en la cantidad indicada se incluyen algunos difuntos no eliminados por deficiencias en el cruce de la información, los que van a fallecer desde ahora hasta la fecha de los comicios y las personas privadas de libertad a las que no se les han suspendido sus derechos políticos (pero que, por razones prácticas, no podrán ejercerlos). En el total, se consideran 39.137 chilenas y chilenos radicados en el exterior, que se inscribieron en los consulados respectivos, y que, por primera vez, podrán votar.
La Asociación Nacional de la Prensa, que agrupa a los medios de comunicación escritos más tradicionales, poderosos y conservadores, realizó jueves 28 de septiembre, en el Salón de Honor del Congreso Nacional, el primer debate presidencial. Participaron los ocho postulantes, quienes fueron sometidos a las preguntas de los periodistas Carlos Vergara, de El Mercurio de Valparaíso; Alfonso Peró, de El Mercurio de Santiago; Alejandro Trujillo, de La Tercera; y José Manuel Álvarez, de El Centro de Talca. Sobran los comentarios.
El formato ofrecido incurrió en los vicios que se han observado en ocasiones anteriores. Falta de oportunidad para que los presidenciables hagan una exposición de los aspectos globales de su eventual gobierno; evasión de las preguntas o interpelaciones conflictivas; ataques y cuestionamientos mutuos archiconocidos; preguntas débiles.
En síntesis, una confrontación fome, sesgada, intrascendente, con casi nulo aporte a la formación ciudadana. Resultado: un magro 3% de sintonía. Gran beneficiado: el nombre que aparece en primer lugar en las encuestas ya que este octoempate generalizado deja a todos en el mismo lugar. Grandes derrotados: los extremistas de izquierda y derecha (Artés, Navarro y Kast) que siguen habitando un mundo que no existe sino en sus afiebradas mentes.
Por otra parte, el comando de Sebastián Piñera continúa haciendo denodados esfuerzos para conquistar el voto “de centro” que correspondería a la clase media emergente. Si bien electoralmente la candidatura se sigue manteniendo en un buen pie a bastante distancia de sus seguidores, políticamente continúa mostrando incoherencias que pueden traerle consecuencias. Virtualmente prisionera de los sectores más integristas y cerrados del país, expresados en la Unión Demócrata Independiente y su presidenta, la postulación se mueve dentro de una significativa ambigüedad valórica. Tras un pasado recordado por el cierre del penal Cordillera y su vehemente discurso condenatorio de los “cómplices pasivos” de la dictadura, en el presente titubea para condenar a una candidata a diputada que se atreve a negar la evidencia de los jóvenes quemados (Quintana y Rojas de Negri) por una patrulla militar para concluir legitimando sin ambages a los civiles que formaron parte, con plena conciencia, del régimen.
En esta misma onda, los reiterados mensajes que buscan alinear a hombres y mujeres con una actitud más bien centrista, chocan con una realidad inescapable. El nuevo Fondo de Inversiones Picton realiza en un hotel de alto nivel un seminario sobre el populismo cuyos invitados de honor son el premio Nobel Mario Vargas Llosa y el candidato Piñera. Se reúne en la oportunidad lo más granado del gran empresariado chileno (incluidos los formalizados por delitos electorales, tributarios y de cohecho) y el acto deriva en una proclamación política, borrando de una plumada las pretensiones del comando. Vargas Llosa prácticamente lo proclama, el poder empresarial lo aplaude y vitorea y el candidato sonríe halagado ante tan importante adhesión. Sin embargo, el laureado Vargas Llosa, a la salida, rompe el protocolo: Su adhesión es al liberalismo político y al neoliberalismo económico. Hasta ahí no más. Sin medirse señala a los periodistas que, en lo valórico, la derecha chilena, la misma que brindaba efusivamente al interior de los salones, era un ente “cavernario”. Mal agradecido el invitado.
El panorama electoral no se aclara. La lucha es por quien alcanza el lugar que le permitirá pasar a la “segunda vuelta”, o “ballottage” como dicen los franceses. Para esto, por el momento, debemos satisfacernos con los eslóganes vacíos, las patadas a las canillas y las indefiniciones que hacen posible quedar bien con Dios y con el diablo. Después veremos.
¡Cuanta realidad política actual en Chile! Esto es lo que nos hace sentir cada vez más decaídos y sin deseos de participar en el ambiente politico nacional. El autor de este material, se merece un gran reconocimiento, porque, contrario a los periodístas de los medios escritos tradicionales, nos presenta lo que verdaderamente está sucediendo en los ambientes politicos nacionales, sin temor a que lo coloquen contra la pared social, ni tampoco venderse al mejor postor, que es lo que también está ocurriendo con la prensa chilena.