La conjunción de los astros y los jinetes del apocalipsis ( II ).
En la primera parte de este comentario (25.12.2017) analizamos como se conjugaron los astros para que el “oficialismo” (ya es absurdo hablar de coalición política) cometiera cuanta torpeza era posible para caminar ciegamente hacia la derrota. El Gobierno de Bachelet hizo su aporte y los partidos políticos que lo sustentaban no se quedaron atrás. El diputado socialista Osvaldo Andrade (El Mercurio, 24.12.2017) resumió todo magistralmente: “El problema que tuvo la centroizquierda es que no escuchamos bien. Y hubo una seguidilla de desaciertos, hicimos todo lo posible por perder. Desde el comienzo hicimos las cosas mal, a poco andar tuvimos la permanente controversia entre la retroexcavadora y los matices, y eso generó una coalición confusa. Y el gobierno tampoco fue capaz de ordenar su propia agenda, que estuvo llena de improvisaciones. Entonces, buenas reformas, buenas ideas, con una inadecuada gestión y con actores que tenían que llevarlas a cabo que lo hicieron mal, terminaron siendo malas reformas. Cometimos solo errores”.
Ya llegará el momento de analizar el destino “de la centro izquierda”. La realidad dura e inamovible es que la “centro derecha” obtuvo un triunfo duro, inamovible. Pretender desconocer eso, con la liviandad supina de un Hugo Gutiérrez, una Karol Cariola o un Jaime Quintana, supera por mucho la imaginación promedio.
La victoria de Sebastián Piñera del 17 de diciembre, es una victoria personal. La expresiva diferencia existente entre los votantes que le marcaron su preferencia y quienes votaron por los partidos de “Chile Vamos” un mes antes, lo dice todo.
El nuevo mandatario, sin embargo, estará en minoría en el Congreso, circunstancia que constituirá su primer obstáculo. La heterogeneidad de la oposición algunos ya la ven como un factor favorable para su administración pero una mala gestión de conducción (por ejemplo, una primera agenda de trabajo cargada a un integrismo valórico o a una poco razonable actitud en materia de delitos de lesa humanidad) puede llevarle a una aglutinación natural de sus adversarios con las consecuencias del caso. Asimismo, reincidir en el error del 2014 buscando reclutar algunas individualidades del campo opositor sin mayor representatividad (caso Ravinet) puede trabajarle en contra.
Más allá de esos eventuales errores tácticos, las nominaciones de su equipo de trabajo (ministros y subsecretarios, intendentes, gobernadores) servirán para detectar cual será la ruta estratégica. El primer gobierno Piñera cometió en su momento un error imperdonable al marcar una línea empresarial-tecnocrática (“el gobierno de los mejores”) que lo condujo a una crisis de manejo político que le penó prácticamente durante todo el período.
Para bien del nuevo gobernante, la derecha más recalcitrante vinculada a la UDI, perdió terreno frente a Renovación Nacional, partido que en la parlamentaria alcanzó la “pole position”. Esta colectividad se ha mostrado con un criterio más amplio y con un sector muy preocupado de poner acento en lo social.
Joaquín García Huidobro, profesor de Filosofía de la Universidad de los Andes, ha manifestado su preocupación ante el posible resurgimiento de la prepotencia y de la arrogancia en su sector. Desde la noche misma del día 17, fue posible constatar, dentro del propio comando del triunfador, la actitud de numerosos jóvenes cargada de odio y amenazas. Es obvio que si el gobernante electo no ejerce su autoridad y detiene estas conductas rabiosas condenándolas sin vacilaciones ni titubeos, puede generarse un clima que transforme todo en un “veranito de San Juan”.
Hasta la “primera vuelta”, la campaña puso permanente énfasis en el “crecimiento económico” lo que implicó golpear a su contendor en uno de sus flancos más febles: el manejo de la economía y la debilidad de sus equipos técnicos. Sin embargo, si al poco tiempo la ciudadanía constata que la política económica solo busca favorecer a los grandes grupos económico-financieros y consolidar su poder, es evidente que en breve plazo de difuminarán las confianzas. Por ahora, el país debe estar atento a la evolución de los hechos ya que Piñera en varias oportunidades ha demostrado ser sorprendentemente imprevisible.
Los duros cuestionamientos y ataques que debió enfrentar durante la campaña, debieran llevarle a una conducta personal y familiar que no deje espacio alguno para los conflictos de interés y negocios reprobables, pues hoy la actitud vigilante del país saltará al primer síntoma que pueda aflorar en esta materia.
En suma, el nuevo gobierno puede ser más o menos eficiente y exitoso, lo que dependerá de su adecuado manejo de las variables que se le presenten y, por supuesto, también de factores externos. El tiempo nos irá diciendo si el gobernante aprendió de sus errores del pasado y se proyecta en favor del interés general del país.
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