LO EXPRESADO EL 19 DE NOVIEMBRE
Las elecciones del pasado 19 de noviembre mostraron un avance indiscutible de las posiciones progresistas y de izquierda. Fue sin duda un claro triunfo para las políticas sostenidas por la Presidenta Bachelet estos últimos años y una muestra de lo acertado que era su diagnóstico sobre el sentir de la gente y su programa de transformaciones.
En estas elecciones entraban en vigencia, grandes e importantes reformas planteadas por el gobierno de la Presidenta Bachelet. El nuevo sistema electoral que ponía por fin término al mañoso sistema binominal de la dictadura reemplazándolo por un mecanismo proporcional. La creación en el país de nuevas circunscripciones y distritos. Un método de gastos electorales reducidos y controlados, le ley de cuotas para favorecer la presencia de candidatas mujeres y el voto de los chilenos en el exterior. Todos mecanismos que ayudaron a mejorar la participación y la representación de los chilenos.
Sin mediar encuestas, el pueblo se manifestó por los cambios y por avanzar con mayor fuerza y profundidad con las reformas. La ciudadanía no se derechizó como planteaban los personeros de la derecha, ni estaba cautelosa con el actuar del gobierno, por el contrario la gente desea los cambios y que éstos se hagan a la brevedad. La elevada votación lograda por el Frente Amplio es una muestra de ese sentir.
LA DERECHA DERROTAD
Un duro golpe para la derecha que todos estos años apostó a que la gente no quería las reformas y que estaba en contra del desempeño del gobierno de la Presidenta Bachelet. De nada le sirvió la costosa y larga campaña electoral del ex presidente Piñera, iniciada desde el mismo día que le hizo entrega del mando a la Presidenta Bachelet. Desde ese momento, la derecha movió todos sus peones en la cancha. Estableció un “gabinete alternativo” en las sombras y no cesó de cuestionar y boicotear en cada momento las reformas planteadas por el nuevo gobierno y a criticar a la Presidenta Bachelet hasta los límites. Movilizaron sus centros de opinión, sus gremios pospusieron inversiones, manipularon burdamente las encuestas. Mediante el control de los medios de comunicación fueron creando la sensación de la gente no quería las reformas, repudiaba la gestión de la Presidenta, anunciando que estábamos frente al peor gobierno de la historia.
Sectores de la propia Nueva Mayoría, ligados a grupos de poder ayudaron a la derecha en esta campaña, pusieron trabas a las iniciativas del gobierno y cuestionaron la oportunidad de las reformas.
Con todos esos antecedentes la derecha entusiasmada y triunfalista pensó incluso ganar en primera vuelta. “Sus encuestas” hablaban que obtendría entre un 42 y un 46 % de los votos. Pero los resultados mostraron una cosa distinta. Su camión de la victoria, estacionado en frente a su comando, tuvo que partir disimuladamente para otro lado en busca de “tiempos mejores”.
Pero a la derecha no le entran balas y mantiene su votación histórica de siempre, que le es insuficiente para ganar. Si se suman los votos de Piñera y Kast, llegan a los 2.939.000 votos, el 44,5 %. Cifra similar a lo que obtuvo Pinochet con el SI en el plebiscito del año 1988, un 44,01 %, las votaciones en conjunto de Büchi y Errázuriz en 1989 con un 44,83 % y lo que sacó el propio Piñera en la primera vuelta del 2009, con un 44,6 %.
EL CASTIGO DE LA CIUDADANIA
Pero ahora el 19 de noviembre, lo más interesante es que el pueblo se expresó en forma clara en las urnas. Castigó a todos aquellos que fueron desleales con la Presidenta Bachelet, ratificando su voluntad por los cambios. No perdonaron a los Zaldívar, Ignacio Walker, Escalona y otros, que se opusieron a las reformas y que habían cocinado acuerdos entre cuatro paredes con la derecha, para impedir la concreción de las reformas. La votación castigó a la DC por sus permanentes críticas y torpedeo a las iniciativas de gobierno y por su apuesta de camino propio al margen de la Nueva Mayoría, que impidió la realización de primarias y enfrentar unidos a la derecha. Mientras por otro lado favoreció con sus votos a los sectores más consecuentes en su interior, como los casos de Yasna Provoste, en el Norte y Francisco Huenchumilla, en la Araucanía.
Los votos de la ciudadanía no dieron su apoyo a aquellos personeros que se resistían a abandonar sus privilegios a pesar de tener ya varios años en ejercicio y otros que presentaban manejos reñidos con la probidad o mostraban una relación con los dineros de los grandes empresarios. Quedaron fuera así Fulvio Rossi, Jorge Tarud, Aldo Cornejo, Fuad Chahin, Nelson Ávila, Gonzalo Navarrete, Daniel Melo, Osvaldo Andrade, Juan Carlos Latorre, Roberto León, Iván Fuentes, Rodolfo Seguel, Enrique Accorsi, Claudio Arriagada, Sergio Ojeda, por nombrar algunos. Una verdadera revolución para cambiar toda una generación de antiguos políticos.
La ciudadanía expresó también su descontento con las viejas prácticas cupulares de los partidos y entregaron un apoyo significativo a la candidata del Frente Amplio, como una expresión de búsqueda de una nueva forma de hacer política y la necesidad de la aparición de nuevos rostros. La irrupción en el Congreso de un senador y veinte diputados de esa coalición, plantea un nuevo escenario y la posibilidad de interesantes acuerdos en el futuro para impulsar reformas que ayuden a ampliar la democracia.
A GANAR UNA ESTRECHA SEGUNDA VUELTA
En la primera vuelta se repitieron los porcentajes históricos de la izquierda y sectores progresistas. Si se suman los votos obtenidos por los candidatos Guillier, Goic, Sánchez, Marco, Navarro y Artés, llegamos a los 3.633.022 votos, que representa el 55,1 %. Cifra que se asemeja a lo que obtuvo el NO en el Plebiscito del año 1988 (3.967.569 votos con el 55,99 %), lo obtenido por Patricio Aylwin en 1989 (3.850.571 votos con el 55,17 %) y lo obtenido en conjunto por Eduardo Frei, Marco Enríquez y Jorge Arrate en la primera vuelta del año 2009 (3.903.380 votos con el 55,95 %).
Pero sabemos que en las segundas vueltas, no es tan simple como sumar los porcentajes de los distintos candidatos. Si se diera sólo la lógica de la suma de las cifras de la primera vuelta, los sectores progresistas y de izquierda tendrían que ganar. Pero existen otras variables que podrían hacer cambiar las cosas. La derecha apuesta a que ocurra algo parecido a lo del año 2009, donde si bien la suma de Frei, Marco y Arrate daba un 55,95 %, en la segunda vuelta eso no se dio y Frei sólo alcanzó el 48,39 % y Piñera obtuvo el triunfo con el 51,61 %.
Por eso la campaña de la segunda vuelta es muy importante. La diferencia va a ser estrecha y la suma de cada voto puede ser decisiva. Nadie debe dejar de votar. Es más, muchos que no votaron en la primera vuelta, ahora si deben responsablemente hacerlo. Por el bien de Chile y por el futuro de sus trabajadores, obreros, campesinos, sus mujeres y sus jóvenes la derecha no debe ganar. Un gobierno de Piñera, sería un gran retroceso para los chilenos.
No debe existir ninguna duda, ni ambigüedad. Ahora todo el pueblo debe movilizarse, hacer campaña y votar por Alejandro Guillier. Los sectores que votaron en primera vuelta por los candidatos de posiciones progresistas y de izquierda no deben aflojar la intensidad de la campaña y trabajar por asegurar la mayor presencia de los chilenos en las urnas, reducir el número de la abstención, asegurar el voto por Guillier y defenderlo en las mesas y locales de votación a lo largo de todo el país. Por eso se debe reconocer que en estas circunstancias resultó mezquino y falto de perspectiva histórica el llamado de los dirigentes del Frente Amplio, a que “no sería conveniente que gane Piñera”.
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