«Aquellos o aquellas que creen que la política se desarrolla través del espectáculo o del escándalo o que la ven como una empresa familiar hereditaria, están traicionando a la ciudadanía que espera de sus líderes capacidad y generosidad para dar solución efectiva sus problemas.»

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Marx, entre pensamiento e ideología

Cuando se cumplen 200 años del nacimiento de Carlos Marx y proliferan nuevas biografías y encuentros sobre su pensamiento, quien visite su tumba  en el cementerio de Hyghgate en Londres, quedará impactado por su sencillez. Esa sepultura refleja su existencia. Marx pasó gran parte de su vida dedicado al trabajo intelectual y al compromiso con el movimiento obrero. Todavía se conserva en el Museo Británico el sillón donde se sentaba diariamente a trabajar en la redacción de El Capital.

Murió en 1883 sin haber visto el impacto de sus ideas. Marx junto con Durkheim y Weber es considerado uno de los padres de las ciencias sociales modernas, y su pensamiento inspiró durante el siglo XX a los movimientos socialistas  y de liberación nacional en todas las latitudes.

Su importancia radica en que su obra abre una nueva perspectiva para comprender el capitalismo y, en polémica con Hegel pero sin apartarse del gran filósofo alemán,  invita a desentrañar el sentido de la historia. Poco importa  si Marx acertó o no en cada una de sus afirmaciones o teorías. Lo decisivo es que creo nuevos paradigmas para entender las paradojas de la modernidad: el enorme avance que trae consigo el desarrollo científico y tecnológico y, al mismo tiempo, las injusticias que provoca una aplicación utilitarista de sus logros.

Desde sus inicios el marxismo se expandió en múltiples corrientes según las circunstancias políticas, muchas veces en abierta polémica entre sí. Esa confrontación asumió en ciertos momentos ribetes trágicos de persecución y represión, sobre todo allí donde consiguió un poder incontrastable. El stalinismo provocó la asfixia de la revolución de octubre, que se mostró incapaz de renovarse y cobrar un nuevo impulso luego del XX Congreso del PCUS. La perestroika llegó tarde. El proyecto de un socialismo libertario había sido destruido en Praga en 1968, y la rebelión de los obreros polacos del movimiento Solidaridad transitaba por otros senderos.

Por su parte los partidos de inspiración socialista en Europa tuvieron su propia evolución. Críticos de la política bolchevique y de la revolución rusa, enfrentaron la transformación del capitalismo antes y después de la guerra: primero en la polémica Bernstein-Kautsky- Luxenburgo en la SPD alemana, y luego  abandonando el marxismo. Hitos significativos fueron  el Programa de Bad Godesberg de la SPD, que asumió la democracia y la economía de mercado; luego la eliminación de la cláusula favorable a la nacionalización de la economía en el Partido Laborista de Inglaterra y el término a la referencia al marxismo del PSOE en España.

Como diría Bobbio en un conocido ensayo, su posición no es ni por Marx, ni contra Marx. Más bien tomando pie en su aporte intelectual, han buscado nuevos derroteros dando origen al Estado de bienestar. En su política se entrecruzan la tradición socialista con la liberal. Actualmente la social democracia se debate entre la búsqueda de una nueva vía y la defensa de las conquistas obtenidas hoy amenazadas por la globalización.

En América Latina se ha dado la paradoja que en los países donde ha habido pensadores marxistas de gran estatura como Mariátegui en Perú o  Juan B. Justo y con posterioridad Aricó en Argentina, los movimientos socialistas han sido débiles. En cambio en países como Chile donde las fuerzas de izquierda han sido gravitantes, no se ha  desarrollado una teoría que les sirva de orientación.

En muchos países de la región los movimientos sociales nacieron, se organizaron o derivaron hacia el populismo, que ha encontrado expresión teórica con Chantal Mouffe y Ernesto Laclau. Ellos proponen una radicalización de la tradición democrática que institucionaliza el conflicto permanente y atribuye a los movimientos sociales una capacidad de transformación más allá de las instituciones. Es lo que A. Rouquie llama “el modelo peronista”. El populismo se aleja de Marx: su común denominador es la retórica del discurso, la adhesión al enfrentamiento amigo-enemigo, la manipulación de las instituciones democráticas y la crítica a la globalización.

Hoy el marxismo  ha cumplido su ciclo histórico. La obra de C. Marx, en cambio, ha pasado a formar parte del elenco de los  grandes pensadores del siglo XIX.

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4 Comentarios en Marx, entre pensamiento e ideología

  1. Simplemente espectacular su artículo, una cátedra de historia y política.
    Excelente señor Viera Gallo.

  2. No estoy muy de acuerdo con su visión, sin embargo, creo que es uno de los pocos políticos antiguos de la Concertación que se salva.

  3. Un político de gran experiencia, sólido artículo que da una buena muestra de una idea y de la política.

  4. Ilustrativo y contundente aporte histórico, sobre una materia sobre la cual queda mucho por decir y mucho mas por estudiar.

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