
¿Medio ambiente o ambiente entero?
Uno de los desafíos más complejos que deben enfrentar las naciones que aspiran a alcanzar el desarrollo, radica en saber conjugar “crecimiento económico” con “respeto a la naturaleza y a la biodiversidad”. De hecho, las grandes empresas actúan generalmente sólo en función de maximizar sus ganancias, escondiendo su apetito voraz bajo frases tan engañosas como “nosotros damos trabajo”. Desde la depredación de los bosques de araucarias en Nahuelbuta por parte de Bosques e Industrias Madereras S.A., la invasión de los monocultivos de pino insignis y eucaliptus con la consiguiente destrucción del bosque nativo, la sobreexplotación de los recursos pesqueros, los cultivos salmoneros en lagos del sur, hasta la guerra abierta o soterrada contra Douglas Tompkins por su afán de crear parques naturales sustrayendo esos territorios de los afanes “del mercado”, jamás han mostrado preocupación alguna sobre esta materia.
Las próximas elecciones presidenciales constituyen, es tan obvio afirmarlo, la oportunidad de una decisión política. Si se escucha el discurso de los candidatos, se detecta en sus palabras una secuencia interminable de promesas fácticas cuyos términos silencian el sentido de sus políticas. Un postulante ofrecerá construir 300.000 viviendas y su adversario dirá 400.000. Uno creará 800.000 puestos de trabajo y el contrincante subirá la apuesta a 1.000.000. Uno construirá 30 nuevos hospitales y el otro subirá la promesa a 40. Sin embargo, estas cifras (que generalmente no se cumplen sin que falten razones para justificar tal circunstancia) ocultan aspectos esenciales. En efecto, no es lo mismo construir hospitales o escuelas en una ciudad-capital agobiada por su sobresaturación en todo aspecto, que hacerlo en zonas del país marginadas permanentemente del progreso. No es lo mismo recuperar y racionalizar las ciudades y centros poblados que invertir en erradicar a los sectores pobres y vulnerables a áreas marginales carentes de servicios básicos, locomoción, seguridad, etc.
Un racional uso del suelo, con el mayor beneficio social posible; la preservación del medio natural, en resguardo de las generaciones venideras; el cuidado del patrimonio natural expresado en la diversidad de la fauna y la flora; constituyen una tarea-país ineludible. Sin embargo, los aspirantes a la Presidencia han mostrado hasta ahora escaso compromiso en esta materia.
El WWF, World Wildlife Fund (Fondo Mundial para la Naturaleza), reconocido por su icónico oso panda, a través de su sección chilena, ha hecho público un planteamiento concreto que supera con creces los eslóganes y las habituales frases planfetarias con que se da generalmente el debate en este plano. Ricardo Boshard, su director nacional, ha precisado que se trata de buscar un equilibrio entre el cuidado por el medio ambiente y el tratamiento del espacio donde el ser humano vive y se desarrolla.
La propuesta plantea concretamente una decena de temas ambientales, partiendo por la necesidad de revisar la actual Institucionalidad Ambiental. Ello implica reformar el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, crear definitivamente un buen Servicio Nacional Forestal, diseñar y aplicar una política de ordenamiento territorial y abordar un régimen de compensaciones en biodiversidad.
Chile, se señala luego, ha asumido un compromiso concreto con las políticas relativas al Cambio Climático. Aquí se plantea la necesidad de reducir las emisiones, fortalecer la institucionalidad, descarbonizar la economía y avanzar progresivamente en una política de ciudades sustentables.
Se aborda, asimismo, la necesidad de una política concreta de Sustentabilidad de la actividad pesquera y de legislar en pro de una acuicultura responsable. Lo dicho se traduce en hacer efectiva la custodia de las áreas marinas protegidas, la dictación de una nueva ley de pesca socialmente legitimada, políticas relativas al tratamiento de las pesquerías actualmente colapsadas o con actividades de sobreexplotación, la prohibición definitiva del desarrollo de la salmonicultura en lagos.
Por supuesto, uno de los grandes problemas que deben enfrentarse es el relativo a la gestión del agua, recurso escaso que debe ser resguardado en función del bien común general evitando su apropiación abusiva por parte de privados en perjuicio de la comunidad.
Se trata de avanzar adoptando las medidas necesarias para hacer de Chile un país sustentable. Para lograr esta sustentabilidad es indispensable generar un sistema financiero alternativo como herramienta, estableciendo una Banca Verde con acopio de recursos nacionales e internacionales.
El Estado necesita asumir actitudes comprometidas diseñando políticas específicas en materia de gestión de residuos y transformándose el mismo en un consumidor sustentable.
Por supuesto, se señala por parte del WWF, todo cuando se diseñe, desarrolle y aplique en materia ambiental debe ser consecuencia de una amplia participación ciudadana, ya la sustentación efectiva de estas medidas requiere que ellas sean generadas desde la comunidad e internalizadas por ésta.
El país debe fortalecer un proceso de educación ambiental que debe implementarse en todos los ámbitos y niveles, tanto en el plano de la educación formal, aquella que se imparte a través de la gama de establecimientos educacionales, como de la educación informal que llega a la sociedad en su conjunto a través de los medios de comunicación y de las innumerables
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