No sólo me duele la UACh (Universidad Austral de Chile), me mortifica y el dolor es lacerante
He leído las cartas públicas de mis dos colegas y amigos Omar Henríquez y Renato Gatica refiriéndose al dolor que les causa la decadencia institucional y académica de nuestra Universidad Austral de Chile, a la cual llegué el año 1960 a estudiar Ingeniería Forestal y trabajar ayudando a la ciudad y sus habitantes en labores de limpieza, aseguramiento de alimentación y recuperación de enseres luego del terremoto de ese año por iniciativa del ex Rector Eduardo Morales. Finalizada mi carrera fui invitado por el Prof. Dr. Rolf Schäfer a trabajar en el INIA La Platina (Santiago), para cooperar en la instalación del programa de Nematología Agrícola en Chile; luego de 1 año de trabajo, me visitó en el INIA el Prof. Rodolfo Mata Alfonso, Secretario Académico de la Facultad de Ciencias Forestales, con una invitación formal del Decano para formar parte del cuerpo académico de ella, trabajé hasta el año 2007 en que me retiré como Profesor Titular acreditado para doctorado, sin ningún subterfugio para permanecer en la planta académica, siguiendo formalmente los lineamientos del plan de retiro institucional.
Nuestros formadores fueron profesionales íntegros, afectuosos pero estrictos, nunca parecieron estar sentados en el Olimpo y lo más importante de todo, jamás se llevaron una estampilla para su casa, por ello concuerdo plenamente con mis amigos y colegas Henríquez y Gatica en su dolor expresado públicamente, frente la decadencia institucional, pero además me mortifica y decepciona la anomia y abulia de directivos, cuerpos colegiados y sus representantes académicos, académicos, profesionales y estudiantes, estos últimos cada vez más inexistentes e intrascendentes, debiendo ser la razón de existir para la universidad.
Hice mi posgrado en la Universidad de Goettingen (Alemania) fundada en 1734, cuyo lema In publica commoda, “Para el bienestar de todos”, me impactó y profundizó mi percepción del rol de la universidad en la sociedad; luego tuve becas y proyectos con universidades europeas y americanas de prestigio internacional y en todas ellas los rectores y decanos eran claramente Primus inter pares “Primero entre iguales” y como tales nunca pretendieron avasallar a sus pares, ni comportarse en sus cargos como patrones de fundo; sus pares conscientes de su propio estatus, tampoco se lo permitían.
La situación lamentable de la UACh en la actualidad nos muestra que esta claridad de roles se perdió, no existe o no se practica, por desconocimiento, que sería lamentable, o abulia personal e institucional, que para mí es lacerante.
Lacerante es para mí también, el rol anodino e inexistente en la actualidad, de la AGA (Asociación Gremial de Académicos), que la creamos durante la dictadura para defendernos académicamente de las tropelías de los rectores delegados; participé en uno de sus directorios que fue reelegido para un nuevo período y siempre nos sentimos y actuamos como iguales cuando debíamos representar -y siempre lo hicimos sin duda alguna-, a nuestros asociados ante las autoridades institucionales impuestas. Si pretende seguir existiendo ‘sin existir’ como hasta ahora, creo que una eutanasia institucional sería lo más decoroso y así la podremos seguir recordando con cariño y nostalgia y no con lástima y desagrado.
El conjunto de malversaciones, apropiaciones indebidas y nepotismo familiar descarado que le costó la renuncia al ex rector Galindo, sólo fue posible por la negligencia de los cuerpos colegiados, las instancias de control institucional y los representantes académicos a ellos, que no cumplieron con el mandato institucional que implica el ejercicio de los respectivos cargos y la abulia culposa de académicos, profesionales y estudiantes. Todas estas atrocidades académicas y administrativas sólo fue posible conocerlas por la denuncia valiente de la ex académica Claudia Letelier de la Facultad de Medicina Veterinaria. Las cuantiosas pérdidas y malversaciones en el directorio, certificadas por el Informe de la Auditoría Externa Crowe, nunca se sepa, fueron siquiera cuestionadas por los representantes académicos al directorio de aquel tiempo. Esta auditoría externa se decidió en un aleteo de decoro del Consejo Académico que rechazó la auditoría interna realizada por funcionarios subalternos del ex rector Galindo. Hasta el momento no es detectable que las actuales autoridades superiores institucionales hayan recuperado, al menos parte de lo defraudado en forma tan descarada por la administración del ex rector Galindo.
Otro tema cada vez menos transparente en la UACh, es el de sus plantas académicas, que en muchos casos cuesta entenderlas, pues en los documentos institucionales acerca de la Planta Académica en general, se establece que sus funciones son la investigación, docencia y extensión propias de la universidad. En la planta adjunta actual la obligación es sólo hacer clases, dejando de lado la ciencia que es la dignidad de la universidad (Ortega y Gasset) y curiosamente, además, sigue siendo posible que participen en actividades de posgrado con sólo haber leído sobre un determinado tema, siempre que la comisión respectiva lo autorice. Luego aparece una planta por horas ‘a honorarios’, que no es poca, 262 profesionales que significaron $139 millones mensuales el año 20021 y cuya distribución por facultades no es muy transparente, como tampoco lo es su función y actividades, que no están descritas formalmente, al menos en la página web institucional. Existe además una gran cantidad de académicos que, habiendo jubilado, aún se mantienen dentro de la universidad, incluso a jornada completa cumpliendo diferentes roles que no son los clásicos de hacer docencia, investigación (la decencia de la universidad) y extensión.
Muy ligado con las inusuales plantas académicas que siguen existiendo en la UACh, debe mencionarse las irregularidades y discrecionalidad de las remuneraciones y asignaciones, en el primer caso la más ofensiva de ellas es la de Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales que, en general, es 2,5 veces superior al resto de las remuneraciones académicas, más algunas menos importantes, pero igualmente discriminatorias, que se asignan por amistad o nepotismo en diferentes facultades. Ninguna de estas diferencias en remuneraciones y especialmente las asignaciones, se rige por un patrón institucional previamente establecido, ni el principio fundamental de no reivindicar derechos sin el cumplimiento de las respectivas obligaciones (1).
El actual rector tiende a justificar su mala gestión financiera en el descalabro y abuso que le costó la renuncia al ex rector Galindo y en ello lo acompañan muchos ex académicos, pero lo primero que no me cuadra es que él, siendo su Vicerrector de Investigación, no hubiera percibido ni estuviera al tanto de las atrocidades financieras que se estaban cometiendo, que eran visibles desde fuera. Sin embargo, académicamente, ha mantenido y posiblemente incrementado las ineficiencias y discriminaciones no siempre justificadas, de plantas académicas sobredimensionadas y en gran parte sin justificación académica clara. En la actual administración se mantienen algunos nombres de la rectoría Galindo.
Con todos estos malos antecedentes es inexplicable el comportamiento matonesco y circense de las autoridades actuales de la UACh frente a los pliegos de peticiones de los académicos y profesionales, pero lo lacerante del tema es
- Pacem in Terris, 30
que, a la luz de lo analizado, los fondos existen, pero están mal administrados y con un poco de orden en la casa, no habríamos tenido más de un mes de huelga innecesaria de académicos y profesionales. Una de las medidas más grotescas del actual rector fue el despido arbitrario de 37 empleados del Casino Central, cuyas remuneraciones totales pasan absolutamente desapercibidas comparadas con el descomunal gasto en remuneraciones académicas que no se justifican; claramente el despido de estos funcionarios no es una solución criteriosa al desastre financiero institucional.
Mención aparte merece el “matonaje” de la administración central para acallar a algunos académicos elegidos por sus pares como integrantes del directorio, que sólo piden aclarar públicamente la pésima administración financiera de la institución y el rector, que indudablemente está muy lejos de ser Primus inter pares los acusa legalmente y solicita una investigación interna a fin de determinar si sus intervenciones en el “Diálogo Académico” constituyen o no un daño significativo a la integridad, estabilidad e intereses de la Universidad. El directorio de la UACh es un tema crucial en todo este descalabro institucional y su análisis necesita más espacio que el de este artículo, pero requiere con urgencia una reorganización y profesionalización a fondo.
Las instituciones reguladoras de la Educación Superior tampoco han estado a la altura de las circunstancias y siguen haciendo agua por todas partes, pues a cualquiera institución reguladora seria debiera parecerle extraño, que una Universidad como la UACh acreditada a nivel de excelencia por 6 años, a menos de un año de pasado este proceso, experimente tan graves problemas financieros y de gestión administrativa que originan una investigación formal de la SES (Superintendencia de Educación Superior) la cual determina la necesidad de un Plan de Recuperación para darle sostenibilidad financiera a la Universidad. Estos problemas, que la investigación SES revela a la luz pública, no despertaron siquiera la atención de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) ni menos la suspicacia de documentos falsos o arreglados presentados en el proceso de acreditación. ¿Qué está fallando en los organismos acreditadores de la educación superior del país, que ni siquiera respiran a pesar de varias universidades “acreditadas” intervenidas y otras con intervención solicitada de SES, por académicos cansados de la inoperancia de estas instituciones?
Pero ya el país, anodinamente, se ha acostumbrado y aceptado la anomia de sus instituciones, comportamiento que no comparto y por ello para conservar mi autoestima profesional y personal he renunciado hace ya tiempo, como Par Acreditador Institucional y Postgrado de la CNA.
Fuente de figura:
https://enlafontana.cl/universidad-austral-bajo-la-lupa/
El testimonio del autor, Hernán Peredo, es verdaderamente conmovedor y revela una profunda conexión con la Universidad Austral de Chile, así como un compromiso inquebrantable con la excelencia académica y la integridad profesional. Su trayectoria ejemplar como estudiante, académico y colaborador en proyectos de alto impacto es testimonio del valor y la importancia de una educación universitaria íntegra y comprometida con el servicio a la sociedad. Su crítica constructiva sobre la decadencia institucional y la falta de liderazgo es un llamado necesario para preservar los valores fundamentales de la educación superior.
Me dejó sin palabras, mis respetos.
En nuestra época de estudiantes universitarios, en la década de 1960, jamás imaginamos que las universidades chilenas ligadas al Estado ligadas llegarían al ignominioso estado actual. Eso no puede continuar. La parte de la comunidad universitaria que aún tenga reservas de moral debe tomar cartas en el asunto.