«Aquellos o aquellas que creen que la política se desarrolla través del espectáculo o del escándalo o que la ven como una empresa familiar hereditaria, están traicionando a la ciudadanía que espera de sus líderes capacidad y generosidad para dar solución efectiva sus problemas.»

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Problemas con la guitarra

Sebastián Piñera se acerca a cumplir el primer mes de su período, dentro de un mandato que, por disposición constitucional, es relativamente breve. En verdad, estas semanas iniciales han sido como de reconocimiento del terreno,  que es lo que  sucede cuando los equipos de futbol entran a la cancha, evitan arriesgarse, observan la forma en que  se comporta el adversario,  a la espera de que sea el transcurso del tiempo el que le indique en su momento  los pasos a seguir. Pero el público, independientemente de los fundamentos tácticos que haya tenido el director técnico, observa con ansiedad y preocupación.

Las páginas de la prensa tradicional han estado copadas durante quince días por los alegatos ante  la Corte Internacional de Justicia de La Haya. La verdad es que la mayor parte de la gente entiende poco o casi nada del problema. Pese a las reiteradas declaraciones gubernativas –de este Gobierno y del precedente – en cuanto a que en la disputa que se juega en los Países Bajos no está en juego  en ninguna medida la plena soberanía de nuestro país sobre la totalidad de  su territorio, hay inquietud ante la posibilidad de que el Tribunal saque imprevistamente  un conejo  desde el sombrero. Y, visto de esa manera, el  problema  tiene una razón de ser muy clara: Lo que para Chile es un problema “de Derecho”  en que está en juego el respeto a los tratados bilaterales y al orden jurídico internacional, para Bolivia es un problema moral y político en que, en lo inmediato, está en juego la perpetuación en el poder de Evo Morales.

Comunicacionalmente, la defensa de Bolivia ha sido fuerte pues  ha apelado reiteradamente a un sentido de equidad,   arguyendo  que una “guerra injusta”  llevó al país  al enclaustramiento territorial. El frente argumentativo chileno se ha visto tensionado  no sólo por la actitud contingente de algunos parlamentarios, dirigentes y pequeños movimientos,  que se  han mostrado proclives a un entendimiento  que implique salida soberana al mar para el país vecino (lo que ha abierto espacio  a ataques despiadados que han llegado hasta a  motejarlos de “traidores a la patria”), sino también por un pasado de propuestas que han ido desde el “canje territorial” (encuentro de los dictadores Pinochet y Banzer en Charaña) hasta la subrepticia propuesta empresarial de “gas por mar”.

En todo caso, por ahora, no hay de qué preocuparse. No habrá sentencia hasta fines de año o primer trimestre del 2019.

A otra cosa.

El nuevo Gobierno, pese a la larga precampaña que  iniciara Piñera  en Apoquindo 3000,  en 2014), ha empezado a vivir problemas existenciales preocupantes.

Lo primero, es el fuerte desencuentro entre sus partidarios. Tras una pertinaz crítica al cuoteo político de la anterior coalición gobernante, “Chile Vamos” ha incurrido en los mismos pecados,  con la diferencia de que ahora la prensa adicta habla de “equilibrios”. La soterrada pelea entre RN y UDI (ganada electoralmente por los primeros) le ha cerrado sistemáticamente las puertas a movimientos menores (Evópoli y PRI) que al parecer sólo estuvieron para la foto. Luego, vino la promesa del ahora senador Felipe Kast en cuanto a que en este Gobierno  no habrá espacio para “los parientes”, y que fue demolida por la periodista Constanza Santa María y también por  el derechista diario “La Segunda” al publicar una larga nómina que lo desmentía.

En otro plano, a una semana de la asunción del poder, ha sido notoria la falta de prolijidad del Ejecutivo y de las colectividades que propusieron los nombres para  la segunda línea. Una  veintena de  nuevas autoridades han sido destituidas “antes” de asumir por no cumplir requisitos  legales o por falsificación de antecedentes (caso de Matías Ignacio  Letelier Muñoz, Seremi de Salud, Coquimbo). Particularmente extraño resulta el caso del Seremi de Salud del Bío Bío, cargo que ningún médico aceptó y que fue asignado a un enfermero de Chillán que, se supone, debería asumir similar función a fin de año en la nueva región de Ñuble, como si esta área sectorial no fuese considerada prioritaria.

El problema más sustantivo,  sin embargo, radica en la “duplicidad de almas” que está presente en el sector y que, con el paso de los meses, puede llegar a ser una bomba de tiempo. Por un lado, está el “sentimiento liberal”  que busca ajustarse a los valores esenciales de esa corriente de pensamiento separando claramente lo que deben ser preocupaciones del Estado,  y lo que debe dejarse a la libre decisión de las personas. Al frente, está el pensamiento “integrista-conservador” para el cual el liberalismo solo se acepta  en  lo económico,  en tanto que en todo debate que toque cuestiones valóricas, aunque sea tangencialmente,   el Estado y la autoridad política, cual ayatolah de un estado islámico, debe imponer por ley lo que considera “la verdad”.  En el primer bando, están grupos menores de la coalición, algunos pensadores, un mundo social heterogéneo, pero que cuentan con la natural simpatía de Piñera. En el otro, un extremismo de derecha cuyo liderazgo se disputan José Antonio Kast y van Rysselberghe. La senadora, en relación con el tema de la “identidad de género” ha dado a entender que no le dejará pasar ni una al Presidente,  en tanto que el otrora aspirante presidencial (luego de una buena semana en que transformó la estúpida agresión sufrida a manos de algunos estalinistas cabezas calientes en un hecho político y comunicacional favorable)  fue recibido a toda orquesta en La Moneda por Andrés Chadwick y Rodrigo Ubilla, poniendo a su disposición la amplia cobertura de prensa que brinda Palacio.

José Antonio y Jacqueline insisten en sentirse, cada uno, como el que le dio la victoria a Piñera y, por lo que se ve, no dejaran que el mandatario se les arranque con los tarros. La frase del mandatario que ayer hiciera historia al denunciar con vehemencia “a los cómplices pasivos de la dictadura”, no volverá a repetirse. Es cuestión de revisar los nombres de ministros, subsecretarios, intendentes y gobernadores para entender que no tuvo  fuerza para contener ciertas imposiciones. Alberto Cardemil, quien fuera Subsecretario de Interior de la dictadura, que escondió hasta donde pudo los resultados del plebiscito sobre el “Sí y el No”, es en este terreno el “niño símbolo”. Nominado Seremi de Hacienda en Maule, al descubrirse que el cargo no existía, se le creó un puesto ad.hoc de “asesor”.

Después de todo ¿qué nos deparará el destino?

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1 Comentario en Problemas con la guitarra

  1. El destino nos deparará horribles sorpresas. Es cuestión de analizar la primera administración del presidente actual, para poder ver lo que se nos viene encima. Con esta copia fiel de un Trump chileno, no nos espera nada agradable en nuestro aporreado país.

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