
SANTIAGO
Desde Castelar, Argentina
Debajo del pino, a la hora de la siesta, en esas primaveras acogedoras que todo lo hacían tan especial, mientras aprendía a tejer en crochet puntillas muy finas, mi abuela me hablaba de Santiago.
Las primeras veces, creía que era un pariente, pero no me sonaba demasiado eso que Santiago anduviera los caminos de Galicia llevando La Palabra.
Hasta que un día me animé y le pregunté quién era.
Me miró sorprendida, ella suponía que ya sabía, en casa nadie hablaba de él y si bien, ya había tomado la primera comunión, en el catecismo no lo mencionaban.
Ahora, comienza esta mi historia y esa relación por Galicia increíble, imposible de sacar de mi sangre.
Pero aclaro que el hablar de esa región de España, será siempre como que faltan palabras para dar la dimensión de belleza y de magia.
Olvidemos las galeras y las varitas, tengamos sólo en cuenta las palabras que transportan al pasado, a hechos sorprendentes desde la fe y la realidad de vidas que nos marcaron por su ejemplo de entrega y santidad.
¿Has visto un cielo bien estrellado donde esas preciosas titilan graciosamente para llamar la atención?
Pues bien, imagina una noche de ésas, que de pronto aparece una de ellas de mayor tamaño y luminosidad, casi como si palpitara.
Insiste de tal manera que es imposible no verla y detenerse a pensar.
¿Qué hace, ésta alborotando allá arriba?
Además sus rayos marcan un lugar bien determinado.
Una y otra noche repite su presencia hasta que una anacoreta, hombre conocido y respetado se acerca al sitio indicado por los rayos y descubre una importante cueva.
Con la total convicción que ésa es una señal, se dirige al obispado de Iria Favia, en Padrón y explica lo sucedido a las autoridades eclesiásticas.
El obispo decide formar una comitiva y allá parten.
Abren la cueva y encuentra un sarcófago de piedra.
Comienza, lo que yo llamo desde mis emociones pequeñas y sinceras, la otra presencia del apóstol de Jesús, nuevamente en tierras gallegas.
Esa figura yacente, pero que insufla vida de fe, insta a seguirlo una vez más y quizás ahora con una fuerza inusitada y una movilización impensada.
Y levantan su templo y el mundo sabe y las gentes elijen los senderos que los lleven ante él, y postrarse con amor y reconocimiento, pero con el espíritu latiendo en esa mano que sostiene un bastón que los ha ayudado a llegar al pié de la Catedral.
El caminante al llegar a la Puerta del Camino, se acicala un poco para entrar un tanto presentable luego de tanto andar, lava su cara, sus brazos, desea mostrarse con el rostro iluminado después del esfuerzo, los ojos despejados de areniscas, brillantes por la emoción.
Se inicia entonces un ritual que repiten miles de peregrinos hasta nuestros días.
Acercarse a la columna de Yesee que se encuentra en el centro del Pórtico de la Gloria, apoyan su mano agradeciendo que han llegado con profunda devoción y hasta casi como descansando un poco.
Giran hacia atrás de la misma y allí de rodillas vemos la figura del Maestro Mateo, autor de tan grande obra como es el Pórtico de la Gloria y golpean su frente en la frente de la escultura para pedir sabiduría.
Lentamente, sin detenerse, admiran el interior, las capillas, dejan inundar el alma con la música gregoriana, los restos deambulando del aroma de incienso de alguna misa de los peregrinos que han visto volar frente al altar mayor el botafumeiro en homenaje a ellos.
Ceremonia que completan subiendo al altar mayor, por detrás, y abrazar al busto del santo pidiendo…VOLVER…y sabe Dios cuántas cosas más.
Al bajar, los espera ese lugar de la cueva de la que hablé al principio, sobre la que la estrella hacía sus señas, y en ella, en una arqueta de plata, los restos del apóstol, custodiados por sus dos discípulos en respectivas arquetas, Teodoro y Atanasio.
COMPOSTELA
CAMPUS DE LA ESTRELLA
¿Cómo explicar lo que siente mi alma al recordar el primer encuentro con todo esto? Traer de la mano a aquella niña que tejía crochet junto a su abuela, que no imaginaba lo que un día sería, junto a su madre tan amada, realizar esta ferviente visita.
Fueron varios viajes y tres años santos, en los que esperaba la campanada junto a cientos de peregrinos el encendido de la Catedral festejando a…. SANTIAGO, mi amigo, mi compañero de ruta, el que me inspira y logra que cada vez que puedo, regreso a su casa.
Si intento describir qué es y cómo es Galicia, no sería precisamente original, fue descripta de mil maneras y ninguna llegó a expresar lo que realmente es. Por eso, y, sabiendo que mi amigo SANTIAGO no se enoja…, lo resumo en… MÁGICA.
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