Se ve medio negra la cosa….
A pesar de que día tras día se nos trata de vender la pomada de que la economía chilena es sólida y que los trastabillones son solo incidentes ocasionales, aguaceros que muy pronto amainarán, la verdad verdadera es distinta.
La “guerra comercial” entre los EE.UU. y la República Popular China no es tal sino que es una “guerra tecnológica” entre dos gigantescas potencias que se enfrentan por el control hegemónico del planeta. Los EE.UU. impusieron desde hace algunas décadas la doctrina del “libre comercio”, cancha a la cual se sumaron potencias tales como la Unión Europea, India y la RPC, todas en vías de desplazar al Japón.
El triunfo del nacional-populismo de Trump bajo el eslogan de “America First”, implicó el fin abrupto de políticas que ya habían sido asumidas por gran parte de las naciones del planeta, desembocando en una desestabilización generalizada y en un cuadro de relaciones internacionales poco confiable toda vez que la mayor economía del mundo se hace sentir con el derecho de desconocer, por sí y ante sí, tratados suscritos por sus antecesores cualesquiera que sean las consecuencias. Miradas las cosas desde el ángulo interno de los EE.UU., Trump no deja de tener razón toda vez que, al día de hoy, la economía de su país registra un crecimiento en torno al 2% anual en tanto que la de la RPC gira en torno al 6%, tasas que, de mantenerse, implicarían que la gran nación asiática pase a ser la primera potencia económica mundial en la década ya próxima de los años 30.
Es perfectamente posible (y casi probable) que Trump sea reelegido no porque tenga el apoyo de una mayoría ciudadana sino porque los mecanismos electorales del país del Norte lo permiten. No olvidemos que Hillary Clinton perdió la presidencia pese a obtener tres millones más de sufragios que su contendor. Lo dicho permite augurar que la situación actual se prolongará en el tiempo.
En el concierto mundial, la nuestra es una economía pequeña oligodependiente ya que el cobre; salmones y pescados; la fruta y la unidad madera-celulosa siguen concentrando la mayor parte de sus exportaciones. En enero de 2018, la OCDE nos hizo un llamado de atención destacando que Chile enfrenta un cuadro de vulnerabilidad extrema precisamente por la baja diversidad de sus exportaciones. El país está sujeto, entonces, a los vaivenes de esta confrontación y todo hace prever que también en este terreno no se avecinan, al menos en el corto plazo, los ilusos “tiempos mejores”.
Las nuevas barreras estadounidenses y la contracción de la economía asiática (nuestro primer socio comercial), sin duda que nos traerán problemas. El ítem “cobre”, por ejemplo, durante los días 21,22 y 23 de mayo, registró precios sucesivos de 272, 268 y 265 centavos de dólar por libra, evolución que es preocupante.
El manejo de las relaciones económicas internacionales va muy de la mano de la conducción política. En este ámbito, la debilidad de gestión del Gobierno es notoria. Lamentablemente, el presidente Piñera y su canciller Ampuero, insisten en la ”venezualización” de la política exterior. El triste espectáculo de la inserción del pabellón nacional chileno dentro de la bandera estadounidense, nos hizo perder seriedad y respetabilidad y, por lo tanto, ha impedido lograr que nuestra voz sea escuchada a lo menos con respeto.
Es obvio que nuestra conducción política interna ha carecido de una mirada de futuro. Los boyantes tiempos del cobre sobre los 400 centavos se consumieron, como un salitre cualquiera, en bonos y despilfarros pero no en tecnologías innovadoras, incorporación de valor agregado, formación y capacitación de recursos humanos.
La prensa del 21 de mayo, entre desfile y desfile, para que no se note, nos informa que en el primer trimestre de 2019, la economía registra un crecimiento de solo 1,6% arrastrada por las bajas en minería, pesca y sector agropecuario. También nos cuenta que el Sindicato de Chuquicamata rechazó oferta de Codelco que, además de otros beneficios, cerraba con un bono de 13,7 millones de pesos. La Cámara Nacional de Comercio señala un “nulo crecimiento de importaciones (del sector), mostrando “un débil inicio del año del retail”. Su Gerenta de Estudios, Bernardita Silva es categórica: “Los factores que gatillan el consumo, como la masa salarial, la confianza de los compradores y la creación de empleos, siguen sin mostrar una tendencia positiva”. El índice selectivo de precios de las acciones “(IPSA) baja 4,1% en los cuatro primeros meses del año, su peor desempeño desde 2004”, con las consecuencias lógicas en los fondos previsionales. (Las AFP invirtieron 322 millones de dólares de nuestros fondos en acciones de SQM en 2018, y hasta ahora han perdido un tercio de ese valor). Al otro lado, a escasos kilómetros de la frontera, Argentina (en medio de su crisis) anuncia la instalación en Jujuy de la primera fábrica de baterías de litio de Sudamérica, la que dará origen a 310 puestos de trabajo
Por su lado, la OCDE nuevamente “corrige a la baja expectativas de crecimiento para Chile y el mundo”.
El influyente diario “El Mercurio” titula: “Hacienda (o sea el ministro Felipe Larraín) prevé una fuerte recuperación en el segundo semestre de este año”. ¡Que Dios lo oiga y el Diablo se haga el leso!
Me permitiría agregar las – todavía tibias, para no caer en alarma – noticias sobre el nivel de endeudamiento y morosidad, como por ejemplo la tasa de familias que aún no terminan de pagar su casa y están endeudadas con otro crédito hipotecario por una casa o depto «para que se pague con el arriendo», o el alto nivel de créditos asociados a compra inteligente de autos, en que lo único que queda son deudas y autos cada vez de menor valor, o – creo recordar las cifras – que en la región del Bío bío hay 400.000 morosos con una morosidad promedio de $ 1.500.000…