
SIEMPRE ESTAMOS TOMADOS DE LA MANO DEL CREADOR
Desde Castelar, Argentina
Me llegaron estas fotos, las miré con fruición, lentamente, los ojos entornados, el cuerpo alerta como si las olas fueran a mojarme sin darme cuenta.
Y sin ningún problema pegué el salto y regresé a ese día deteniéndome ante un cantero donde las últimas caléndulas lucían orgullosas de su forma y color.
Recuerdo que luego de haberlas acariciado, giré y pedí un coche para llegar al hotel.
La naturaleza ha sido una maestra increíble, con una presencia incomparable.
Más de una vez recurro a ella para comunicarme,…por su grandeza y entrega.
Espejo en el que pocas veces nos miramos…pero está allí y espera,…paciente.
La primera vez que llegué a esa playa no podía hablar, no había gente pues fue alejada de la temporada, que arribé.
Solo las gaviotas, el golpeteo del agua en las piedras y mi corazón que parecía querer escapar.
¿Quién me llevó de su mano esa mañana?
Nunca lo dudé.
Y te lo cuento:
Me alojaría en un hotel pequeño de Ribadeo, reservado por una amiga desde Compostela, en Galicia, que conocía a sus dueños, un matrimonio encantador.
Luego de varias horas de bus arribé con un poco de frío, pero los dueños me ofrecieron un acogedor café con melindres mientras les explicaba qué buscaba en esa magnífica villa.
La conversa fue tan especial, no esperada, ambos me miraban, creo que con curiosidad.
Detallé todo…partiendo desde ese amor imposible de explicar por la tierra gallega.
Subí, dejé mis cosas y más abrigada deseaba ya…salir a recorrer lo que pudiera antes que el sol se retirara.
Y fue sublime, las calles, las riberas, el encuentro apasionado del Atlántico con el Cantábrico…
y una rúa con misteriosas puertas que me dejaron impresas en la mente historias de otras vidas y la mía propia ante ellas…cerradas, entornadas, abiertas, arrancadas…y el tiempo en las marañas que las abrazaban.
Mientras cenaba con el matrimonio pedí consejo de cómo llegar a la playa.
El señor me respondió muy calmo: Ya está todo resuelto, si le parece después del desayuno para que usted pueda disfrutar de la bajamar y la pleamar yo la llevo.
Y allá fuimos.
Ahh,..lo que sentí no se encuentra en estas fotos…estaba el Espíritu, orgulloso de su creación y me dejaba gozarlo así,…de esa manera, te cuento, y el salobre de mis lágrimas me recuerda el sabor de mis labios en esa oración que saltó a borbotones…porque Manuel tuvo la prudencia de quedarse a distancia en una cafetería, la única, que mira al mar.
Vi la playa peinada por las olas en retirada, y también como de pronto en ese bajar los ojos para dar vuelta una página para seguir escribiendo y dibujando unas piedras que me habían asombrado por su forma ya no estaban.
El sonido del agua era más fuerte…su canción más imperiosa, desafiante. La pleamar rugiendo, espantando a las aves marinas que buscaban refugio en lo alto de los acantilados.
Esos millones de gotas convertidas en piedras preciosas que se estrellaban en las pizarras férreas dando forma de arbotantes a las catedrales oscurecidas por el agua cambiando color al ser abandonada y entregada a la arena en lo profundo.
Sentí un frío extraño, como quien es dado vuelta…y ahí estaba todo mi interior expuesto a un choque poderoso.
No era un simple paseo, era mucho más …la vida…y de eso creo que todos sabemos un poco, ¿verdad?
En ese vaivén estaba todo…la VIDA…el TIEMPO…y YO.
No podía seguir, era como haber desaparecido al encontrar lo buscado.
Guardé todo, me acerqué a la cafetería, dejé las cosas en una mesita vecina y me senté mirando el horizonte.
Don Manuel ordenó un chocolate caliente.
Me dijo: sé cómo se siente…por eso no me he marchado de este lugar habiendo tenido otras oportunidades, mi mujer y yo estamos muy bien, no necesitamos nada más.
Sonreí agradecida, creo que nos entendimos sin hablar, la misma cuerda sonaba para ambos.
Al regresar escribí varias cosas, están guardadas pero creo que las haré ver el sol un día de estos.
Que el amor del universo te llegue desde la magia de la niebla que comenzaba a caer sobre el mar cuando nos retirábamos de LA PLAYA DE LAS CATEDRALES… en Lugo, Galicia.
Galicia, abril 2000.

Simplemente bello, música que encoge hasta la mirada.
Bien hecho.!!
HECTOR…viajar!!!! que inversión profunda…
Gracias por tus palabras.lLe dan validez a mis ganas de contar…de hacer llegar un poco de lo que experimento ante la MAGNA OBRA.
Tal vez un día llegues y te acuerdes de mi.
Gladys
Qué hermoso y evocador relato nos has regalado esta vez, Gladys. ¡Qué belleza! ¡Qué maravillosas esculturas labradas con el cincel del mar, en la playa de las catedrales! Muchas gracias por compartir tanta belleza.
CARLOS hay estados anímicos que no siempre las palabras pueden detallar.
Esa fue una de las veces.
Ahora cumplire con lo prometido «LAS PUERTAS» de esa callecita que llegaba a la orilla de dos poderosos…el Atlantico y el Canábrico
GRACIAS POR TU GENEROSIDAD
Gladys
Gracias por las palabras, la honestidad, la evocación y el espíritu que nos transporta a través de este relato del encuentro.
RONALD…GRACIAS… ESTA ES UNA PALABRA PEQUEÑITA PERO DE ALTO SIGNIFICADO.
Sabes al leerte siento que has comprendido mi visión de las cosas.
bueno ahora te espera una de «las puertas»
Gladys