«La injusticia en cualquier parte, es una amenaza a la justicia en todas partes».                                        

Martin Luther King

Actualmente nos leen en: Francia, Italia, España, Canadá, E.E.U.U., Argentina, Brasil, Colombia, Perú, México, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Chile.

Siempre hay temas para reflexionar.

Es frecuente escuchar la opinión de muchas personas señalando que no se interesan por los asuntos  económicos. Los argumentos más recurridos señalan que, en general, se trata de temas muy áridos o que resultan de muy difícil comprensión para quienes carecen de una formación especializada sobre la materia. Se deja, así, el campo libre para que opinen “los expertos”. Esta actitud ignora dos cosas importantes. Una, que “la economía” es, hoy por hoy, más fuerte que “la política” en el manejo de la sociedad ya que, como se ha comprobado fehacientemente, los tentáculos  del  gran poder del dinero llegan a los partidos, a los medios de comunicación, a la religión, etc. La otra, que la economía, como lo hemos señalado hasta la saciedad, tiene incidencia en la vida concreta de las personas a través de las colusiones y carteles de precios, de la manipulación de los créditos, de la influencia empresarial en la salud (isapres y costos de medicina y medicamentos) o en los fondos de pensiones (AFPs).

La prensa de la semana nos ha traído dos noticias que ameritan un comentario.

El decano de la prensa nacional, que durante meses ha carecido de espacio para divulgar y comentar el documento “DESIGUALES. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile” editado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), ha dado amplia cobertura y un titular a todo lo ancho de la página a una noticia que señala que la  “Pobreza en Chile aumentó de 0,9 % en 2013 a 1,3% en 2015, según cifras del Banco Mundial”, precisando en el epígrafe que “pasó de englobar a 158.684 a 234.083 personas en el período”.

La intencionalidad política  del medio de comunicación social es clara. Nada en el texto denota preocupación alguna por las causas estructurales de la pobreza. El análisis que presenta no proviene de sus propios periodistas sino que del Instituto Libertad y Desarrollo, centro de pensamiento ligado a la Unión Demócrata Independiente. En boca de la investigadora del programa social del Instituto, Paulina Henoch,  pone el siguiente comentario: ”Durante los últimos años se han llevado a cabo reformas que han reducido la capacidad de crecer y con ello han afectado variables tan importantes como el empleo formal, herramienta clave para reducir la pobreza”.

Sin embargo,  es el economista y académico de la Universidad Católica, Francisco Gallegos, quien refuta lo anterior, pues “considera que la cifra es estadísticamente irrelevante y que no se pueden sacar conclusiones de ella” ya que “la discusión se queda pequeña” sino se ve el problema real. La directora de la División de Desarrollo Social de la Cepal, Laís Abramo, enfrentada a la cuestión acerca de cuál es la fórmula para reducir la pobreza, ha señalado: “Por un lado, está el mayor crecimiento económico con mayor participación laboral de la mujer y el bono demográfico, así como los mayores niveles educativos  y, por otro, un rol fundamental lo tienen las políticas públicas de protección social”. El investigador de la Universidad de Chile, Fabián Duarte, precisó  que el decrecimiento de la pobreza en Chile se debe,  en gran parte, al desarrollo económico, “porque, si ven las cifras, seguimos siendo un país muy desigual. Entonces han faltado políticas públicas”.   Vicente Espinoza, de la Universidad de Santiago de Chile, ha indicado, entregando un enfoque de alcance más global, que la tecnología (combate a las enfermedades, producción de alimentos transgénicos), la erradicación de las guerras y la institucionalidad, van en primer lugar en el combate contra la pobreza.

L  y D se quedó en el eslogan político. Todos los demás, abordan con objetividad este complejo problema.

Otra información  de la semana que llama la atención, es la que también publicó “El Mercurio”: “Pese a  mejores señales económicas, el plazo promedio de pago a las pymes subió 10 días”.

En 2015, se suscribió el denominado “Código de pago oportuno a mis proveedores, documento por medio del cual el Ministerio de Economía y la Confederación de la Producción y del Comercio (Cámara Nacional de Comercio, Sociedad Nacional de Minería, Sociedad de Fomento Fabril, Cámara Chilena de la  Construcción, Asociación de Bancos), la Asociación de Supermercados, La Asociación de Exportadores de Manufacturas, y otros gremios, se comprometieron a pagar a sus proveedores dentro de los plazos pactados.

Como lo hemos denunciado en oportunidades anteriores, la conducta de  grandes empresas, al no cumplir con la palabra empeñada, constituye una grave falta a la ética empresarial y un abuso  que causa graves perjuicios a las empresas de menor tamaño que no tienen espaldas financieras para soportar excesivos períodos sin los retornos previstos. Cabe destacar que Essbio, Altonorte, CAP, Blumar, Entel, Maqsa y Ripley figuran entre los “mejores pagadores” al 30 de septiembre. La pregunta obvia es: ¿Por qué razones no aparecen en el podio las grandes mineras (estatales y privadas), los bancos, los gigantes del retail como Falabella y Cencosud, las grandes cadenas supermercadistas?

La empresaria Alejandra Mustakis, presidenta de la Asociación de Emprendedores de Chile, comentó: “Se le está pagando una factura con ese nivel de demora a más de la mitad de los que hacen que la economía funcione en Chile”.

Detrás de esto, ¿hay solo un abuso o hay algunas intenciones ocultas?

Todo se presta para pensar mal.

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