«Somos naturaleza. Poner al dinero como bien supremo nos conduce a la catástrofe»

José Luis Sampedro

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Un encuentro con El Conde

Ronald Mennickent Cid

Astrónomo, Doctor en Física. Ex Director Departamento Astronomía Universidad de Concepción. Director de Investigación y Creación Artística de esta misma casa de estudios.

En 1897 el escritor inglés Bram Stoker publicó su famoso libro Drácula, que sentó las bases de todo un género de ficción literaria y producción cinematográfica, la que ha llegado hasta nuestros días, en formas variadas, incluyendo sagas cinematográficas con amores imposibles entre humanos y vampiros como “Crepúsculo”.

En Drácula se narra el encuentro de un joven inglés con un personaje enigmático cuya naturaleza iría descubriendo en el transcurso del tiempo. Después de viajar hasta la lejana Transilvania, se entrevista con el conde en su imponente castillo, quien se muestra ávido de información con el fin de organizar su próximo viaje a Londres. Al saludarlo el joven, se sorprende del frío de su mano y lo gélida de su mirada. Su porte es de un imponente aristócrata, culto, alto y misterioso.

El libro presenta al conde como un muerto vivo, alguien que depende del consumo de sangre humana para seguir existiendo, que duerme en sarcófagos y trasmite su desdichada naturaleza mediante su mordida de afilados caninos. Su origen se remonta a un antiguo príncipe húngaro, que habría adquirido esta condición después de haber sido infectado por un animal. En noches de luna llena , el conde se transforma en murciélago y así puede recorrer largas distancias sin ser identificado. Campesinos y gente de los alrededores le temen y de generación en generación trasmiten historias aterradoras acerca del castillo y su único habitante.

El conde, que parece una criatura salida de la imaginación de Stocker, parece, contra toda lógica, realmente existir, y más aún, seguir vivo en pleno siglo XXI, según los acontecimientos sorprendentes que les relataré a continuación.

Me dirigía desde Viena a las montañas Tatras en Eslovaquia, no tan lejos de la famosa Transilvania. Al atravesar la frontera el cambio fue impactante, pareció como si hubiésemos retrocedido cientos de años. A medida que el tren avanzaba, cruzaban delante de mi casas de adobe, de estructura antigua y de techo triangular. Las estaciones de tren, muchas de ellas semi abandonadas con vagones corroídos por el óxido, denotaban abandono, el paso del tiempo y su implacable acción.

El tren bamboleaba horizontal y verticalmente en forma sucesiva.
Tenía vagones de estructura antigua, donde el pasajero camina por un pasillo estrecho y va encontrado a su lado las cabinas donde caben hasta seis personas y sus equipajes, cuartos aislados del resto del tren mediante una mampara movediza.

En el vagón me acompañaba solo un enigmático joven, quien pálido lucía una barba que acariciaba con sus dedos a menudo, mientras leía en su tablet algo que no pude descifrar.

Mi acompañante se notaba tranquilo, hasta que comenzó a anochecer. La luna brillaba en toda su majestad, alumbrando las vetustas estaciones solitarias por las cuales el tren pasaba raudamente. Afuera solo se distinguían sombras mientras que dentro del tren una luz mortecina nos acompañaba en nuestra cabina.

Sorprendente y repentinamente, escuchamos un fuerte sonido, y la luz se apagó. Entonces el personaje se puso muy nervioso, se levantó de su asiento musitó algunas palabras en idioma extraño y prácticamente desapareció de mi vista.

Nunca más lo volví a ver, incluso después que la luz volvió y que pude desembarcar a los pies de las montañas en plena noche y casi sin un alma en los alrededores. Solo un taxista solitario y somnoliento me acompañó al hotel.

El primer día el espectacular paisaje de montañas nevadas y el hotel ubicado en medio de un frondoso bosque era una enorme compensación para tan agotador viaje, aunque lugareños advertían de los cuidados que había que tener por la presencia de cerdos salvajes y osos en la zona. Era mejor no adentrase
en la foresta y caminar solo por los senderos habilitados.

Durante la segunda noche ocurrió un hecho extraño.
La temperatura bajó 15 grados y comenzaron los aguaceros.
Sería a las 4 de la mañana, cuando todos los pasajero del hotel dormían, cuando me desperté , seguramente producto del jetlag que tenía sobre mis espaldas.

Después de un buen rato, los aguaceros habían cesado y por la ventana pude ver que la luna brillaba entre nubes pasajeras derramando su resplandor plateado sobre las copas de los árboles.

Sin embargo algo extraño comenzó a suceder. Se escuchaban aullidos guturales provenientes del bosque, como emitidos por animales salvajes cuya naturaleza no pude descifrar.

Una sensación extraña recorría mi cuerpo mientras el frío atravesaba la habitación por una ventana que había quedado entreabierta.
Creí ver una sombra negra revoloteando fuera y la cerré inmediatamente. Aunque no soy supersticioso, un viejo crucifijo regalo de mi abuela me dio cierta seguridad.

Los siguientes días me sentí más débil, sin fuerzas para caminar entre los bellos acantilados y ríos de la montaña. Mirándome al espejo noté pálidas mis mejillas y un par de manchitas rojas como mordeduras en mi cuello.

Ya han pasado unos días desde estos acontecimientos, y hoy es tiempo de regresar. Me debato entre quedarme y escapar, ando somnoliento.

Si logran leer estes notas significa que he logrado salir del sopor escapando de tan opresora presencia. También he podido encontrar un sitio con wifi para retransmitir estas reflexiones. O quizás, y eso es lo que El conde siempre quiso, simplemente estoy dando a conocer su nombre.

NB: (a) Drácula existe en 50 idiomas, tiene 1054 ediciones y ha vendido 12 millones de copias. (b) Para crear la figura de Drácula, Bram Stoker se inspiró en el personaje histórico del siglo XV Vlad “El Empalador” (Vlad Tepes en rumano), quien clavaba a sus enemigos en estacas. Vlad Tepes fue declarado “Héroe de la nación“ por Rumanía en 1976.
(c) La época de celo de los alces se desarrolla entre los meses de septiembre y octubre y el apareamiento incluye llamadas nasales entre las parejas y peleas entre machos para determinar su poderío. (d) Una fuente le dijo a una de mis tías la no verificable afirmación que en una vida pasada había sido Vlad Tepes.

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