«No podemos resolver la crisis climática sin cambiar nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos.»

Naomi Klein.

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Una situación insólita.

El presidente Sebastián Piñera asumió el mando de la nación en circunstancias políticas esencialmente favorables.

El mandatario obtuvo un triunfo electoral que,  por sus cifras,  resultó sorprendente, como consecuencia de lo cual se encontró con una oposición dividida,  conformada en torno a tres ejes: Un Frente Amplio que, si bien implica una anhelada renovación aún no logra asentarse con claridad en el nuevo escenario; una Nueva Mayoría que busca sobrevivir en un ambiente de desorientación y desconcierto; y una Democracia Cristiana que, cargando sobre sus espaldas con su errada opción por el “camino propio”, permanece en un limbo carente de proyecciones ideológicas claras   y de los  liderazgos indispensables.

La sola circunstancia de que el Presidente haya estado virtualmente cuatro años en campaña y que durante este tiempo  haya cooptado a importantes figuras de la Unión Demócrata Independiente cerrando toda opción electoral a esta colectividad, le garantizaban un muy buen pasar. A tal extremo llegó su optimismo que, en diversos ámbitos, proclamó que esta vez la centro-derecha llegaba al poder no por cuatro sino por ocho y hasta, quizás, por doce años.

Sin embargo, a solo cuarenta días de su asunción, el nuevo mandatario empieza a detectar más piedras en el camino de lo que nunca se imaginó. La coalición gobernante, Chile Vamos, ve surgir desde su interior un creciente fraccionamiento que implica desalinearse de la conducción liberal-pragmática del gobernante,  para avanzar hacia la conformación de una extrema derecha radicalizada que tiende a actuar provocadoramente asumiendo banderas que se han instalado como preocupaciones importantes para un sector de la ciudadanía, tales como la criminalidad, la inmigración, el chovinismo. Por su lado, la senadora líder de la Unión Demócrata Independiente ha insistido en consolidar una presunta “agenda valórica” en un gallito que pretende rayar la cancha y decirle al presidente Piñera “quién es quién”.

En este ámbito, que pudiera ser algo previsible para cualquier analista, lo insólito ha sido dado por la gran cantidad de “errores no forzados” que en el poco tiempo ha cometido el Ejecutivo y la coalición que lo sustenta.

El nuevo Gabinete, a poco andar, ha llamado la atención por las desatinadas opiniones de algunos de sus integrantes: Hernán Larraín con sus gratuitos ataques al Poder Judicial (que mostraban una bipolaridad inaceptable en un Secretario de Estado que paladinamente reconoce que tiene un discurso en el terreno público y otro muy distinto en el terreno privado); Emilio Santelices que yerra gravemente al exponer un informa técnico en materia de VIH y debe pedir perdón veinticuatro horas más tarde; y el inefable Gerardo Varela que da inicio a su labor funcionaria provocando sin motivo al movimiento estudiantil, que defiende el lucro en la educación y que formula declaraciones en relación con la distribución del preservativo en los liceos, que muestran descriterio, ordinariez y machismo.

A la par, dos Gobernadores y veinticuatro Secretarios Ministeriales son destituidos antes de iniciar el ejercicio de sus funciones y la propuesta de nuevos Directores  de Televisión Nacional de Chile, sometida a la consideración del Senado, debe ser retirada porque no se consideró debidamente en ella la condición de la paridad de género establecida en la Ley de Presupuesto.

La semana parecía cerrarse  con la intervención del diputado UDI, Ignacio Urrutia, quien se felicitó por el retiro del proyecto de ley que otorgaba 3 millones de pesos a cada una de las 30.000 familias que registraban a alguno de sus miembros   como víctimas de torturas en los informes Valech I y II. Urrutia los calificó como “terroristas del aguinaldo”,  provocando la vergüenza de los propios diputados de su sector (la foto del diputado Patricio Melero cubriéndose la cara mientras lo escuchaba, es elocuente) y generando la dura reacción de la Subsecretaria de Derechos Humanos Loreto Seguel que, sin titubeos, calificó de “crueles” las expresiones de Urrutia. El oficialista diario “El Mercurio” optó por lo más hábil y menos ético: esconder los hechos.

Mientras el senador Felipe Kast se mostraba en pantalla promoviendo su iniciativa tendiente a erradicar el “nepotismo” en el campo de las funciones gubernativas, se hacía público el hecho de que el senador Juan Antonio Coloma ha instalado a un número importante de sus familiares en cargos diversos. La legitimación de esta forma de actuar vino, sin embargo, de parte del Primer Mandatario, al designar como Embajador en Argentina a su hermano Pablo. Economista, sin mayor experiencia política ni diplomática,  asume  una de las misiones más estratégicas de Chile en el exterior. El tiempo exhibirá las consecuencias de esta decisión que significa que lo que ayer se criticaba con vehemencia, hoy día se acepta.

Tiempo complejo es éste en que se aplica calladamente una retroexcavadora y se muestra  una sequía legislativa preocupante.

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