
Y AHORA…¿QUÉ?
Las primarias del 2 de julio sirvieron para aclarar el panorama. Los ganadores, en ambos bandos, estuvieron lejos de ser una sorpresa. Las circunstancias que rodearon al evento electoral dan para muchas explicaciones y reflexiones. La cifra final de votantes fue más allá de lo previsto. Incluso nosotros, en el comentario anterior, y según lo que se comentaba al cierre de las urnas, especulamos con una votación total de alrededor de un millón de votos. Nos equivocamos. Errare humanum est.
El punto de partida para el análisis, lo da la cantidad final de votantes: 10. El peso de la cifra lo llevó “Chile Vamos” que, con sobre 1.417.000 votos superó ampliamente sus más caras expectativas. Si bien puede pensarse que las postulaciones de los senadores Goic y Guillier, derivadas ambas de la vertiente de la Nueva Mayoría gobernante, pueden haberse visto afectadas por su desaparición de la escena política durante casi dos meses, el hecho concreto es que el gran derrotado, objetivamente hablando, es el emergente “Frente Amplio”.
Surgido como el cauce recolector de inquietudes e insatisfacciones juveniles y sociales, no logró ni remotamente perfilarse como una alternativa valedera con miras a Noviembre. Su campaña, orientada al mundo estudiantil, mostró debilidades conceptuales ya que fue incapaz de lograr el apoyo del fraccionalismo más radicalizado ni ofrecer una perspectiva seria de gobierno. Mayol optó por la denuncia reiterada pero sin contenido viable; Sánchez, a pesar de su acogida inicial, se movió entre ambigüedades no comprometedoras y errores no forzados que, si bien pueden no haberla afectado electoralmente, no crearon un clima favorable a la captación de un universo más amplio. A la hora del recuento, sus líderes, Jackson y Boric, no lograron pasar la valla ya que los resultados alcanzados ni siquiera les permitirían ser reelectos como diputados en sus respectivos distritos, Santiago Centro y Magallanes (Jackson: 55.259 votos en 2013 y 12.032; y Boric 15.417 votos en 2013 y 2.841 ahora), demostrando que sus sillones fueron obtenidos gracias a la puerta que les abrió la Nueva Mayoría. Se ha llegado a estimar que si la coalición oficialista hubiese tenido primarias, sus votantes habrían sido a lo menos del nivel alcanzado por ChileVamos lo que habría implicado para el Frente Amplio una famélica votación no superior al 5%. Como señaláramos en oportunidad anterior, las perspectivas del Frente a muy largo plazo, estarán marcadas por la homogeneización ideológica, por su maduración política y técnica y por el abandono de sus actitudes mesiánicas. En suma, se avizora para ellos un magro porcentaje que no superará lo alcanzado en oportunidades anteriores por los sectores extraparlamentarios.
La coalición de derecha superó holgadamente la meta autoimpuesta. Sin embargo, creemos que no le es fácil cantar victoria. La votación de Ossandón, con un virulento discurso anti-Piñera y con un electorado de base popular, dudosamente se volcará en forma total hacia el ganador. Se piensa que, con una abstención de un 50%, para ser presidente requerirá a lo menos 3.250.000 votos lo que le exige 1.950.000 sufragios adicionales. ¿De dónde los sacará? Sus posibilidades de crecimiento son dificultosas. Hasta ahora, el sector persiste en conductas claramente erradas. El Mercurio, La Segunda y los medios que lo apoyan, nuevamente han arrastrado esta campaña hacia un triunfalismo fanático sin asidero en la realidad y han empezado una fuerte campaña del terror proclamando a los cuatro vientos que un nuevo triunfo de la centroizquierda hará que las grandes empresas y el capital emigren hacia otras naciones que les ofrecen mayores utilidades y garantías.
La campaña del senador Guillier, pese al apoyo de cuatro colectividades, no logra el vigor esperado. La recolección de firmas para su inscripción ha sido insoportablemente lenta. Carente hasta el momento de un discurso programático motivador, deambula entre un continuismo forzado con el Gobierno Bachelet y una crítica genérica imprecisa, entre un independentismo forzado y una militancia radical informal. Se denota la carencia de un Comando sólido y la ausencia de equipos técnicos indispensables para quien pretende gobernar. Las críticas del senador Girardi, el abandono de Manuel Marfán y del equipo económico de la Universidad de Chile que inicialmente le acompañaba, sus desatinadas alusiones a Goic y a la DC, han sembrado dudas con miras al porvenir. Si a ello se suman los increíbles rumores de un “golpe blando” para sacar del escenario a él y a Goic y sustituirlos, la incertidumbre tiende a inquietar a sus partidarios.
Más complicada, por supuesto, es la situación de la senadora Goic. Todo hace prever que en una primera vuelta alcanzaría entre un realista 12% y un optimista 15%. El manejo de su campaña ha sido claramente deficiente pese a que su figura es bien acogida y no suscita cuestionamientos importantes. La afecta la actitud de varios diputados DC actuales que ven temblar sus cargos. Pero, sin duda, su peor error estratégico ha radicado en haber confiado primero en un equipo de jóvenes iluminados “de escritorio” y, más tarde, en haber entregado la conducción a figuras tradicionales, con alguna experiencia electoral pero entre las que prima el grupo “mercurial” (Burgos, Aylwin, Martínez, los Walker…), claramente conservadores y obsesos de anticomunismo. La senadora, al momento del fallecimiento de Patricio Aylwin, marcó un alto punto de liderazgo ético y progresista. Lamentablemente, no persistió en él. Al parecer, el “peso de la noche” desdibujó su relato y fue diluyendo lo que se anunciaba como un humanismo de frontera, comprometido a concho con la construcción de una sociedad más justa y fraterna, y de una economía humana al servicio del desarrollo de los más vulnerables.
El horizonte, en fin, no termina de despejarse.
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