NAVE A LA DERIVA

Desde Castelar, Argentina

Acá estás, me miras y te miro, me desafías y te desafío.
Has emergido desde ese gran socavón en el fondo marino.
Y muestras tus tristezas, los olvidos, los desgarrones que el tiempo en ti ha producido.
¿Qué buscas?
¿Los siete años y el permiso para encontrar tu destino?
Como en surrealistas giros todo se ha perdido, quedan historias, guedejas de sueños, deseos a medias cumplidos, aunque las palabras que recuerdan tu designio digan que fuiste al final querido.

Pero ahí estas, maltrecho, perdido.
Tu estructura que otrora fuera de fantasmal soberbia, mece en las aguas el brutal castigo.
Las heridas abiertas en esa carne de madera y hierro.
En las aberturas que ya no dan paso más que a la nada, en los desgarros de tus torres que emiten un grito sin grito…que nadie oye.
Solo tú en el vaivén del agua crujes, dolido, solitario, abandonado.

Y me miras y te miro.

En un deseo loco de saber el final de tu destino, me animo, entorno los ojos y con cuidado comienzo a buscar tu corazón y entrar, sin dañar lo ya herido.
Deambulo, con levedad descubro los recónditos lugares en los que en tus desesperaciones te has guarecido, sólo escucho impreso en las paredes plagadas de resabios marinos tus lamentos.
¿Qué fue de lo que te habitó?
¿Lo que impulsó a una búsqueda desesperada?
¿Encontrar la felicidad?
Me muevo suavemente y noto que desde que recorro tu interior quebrado se abren pequeñas claraboyas como deseando atrapar luces.
Entonces doy la orden.
¡¡Que se enciendan las linternas!!
Remolinos translúcidos, vaporosos como suspiros escapan de las paredes de madera y buscan refugio ante tanto estallido.
Allí apareces, holandés errante, esfumado en las luces deseando no ser visto.
Pero estás solo, nadie te ha seguido.
No temas, no haré preguntas.
Sé que algún día responderás.

¡Algún día! Visiones sobre el tema del Holandés Errante…2017.