Swiss Army Man

Swiss Army Man, 2016, dir. Dan Kwan & Daniel Scheinert

por Iván Ochoa Quezada

Dicen que el único tipo de arte es el divisorio. Algo que no genere debate, reacciones iracundas y posturas diametralmente opuestas, algo que no nos inquiete e incomode de algún modo, ¿puede calificar realmente como una obra artística?

Si de incomodar se trata, los Daniels (como son conocidos colectivamente Dan Kwan y Daniel Scheinert) saben cómo conseguirlo. La deserción del público durante la exhibición de la cinta en Sundance y la mixta recepción de la crítica sirven como testamento de que Swiss Army Man transita un terreno muy pendular entre lo absurdo y lo honesto, lo bello y lo derechamente estúpido.

Algo es innegable: esta historia sobre un joven desolado que, luego de un aparente naufragio, entabla amistad con un cadáver en descomposición, es agresivamente extraña y original. Su sentido del humor es a ratos infantil y básico (abundan los chistes sobre pedos y masturbación), y su sola premisa puede ser demasiado excéntrica para atraer a un público masivo, a pesar de los esfuerzos de contar con un elenco de renombre. Dicho esto, y recordando el caso de Nina Forever (otra película con un cadáver al centro de la historia), los Daniels prueban una vez más que el éxito de cualquier relato consiste en encontrar el corazón temático y lograr que las excentricidades den paso a una exploración sincera de aquello que se cuenta. El personaje de Manny, el cadáver, pasa de ser un adefesio al meollo dramático, evocando reflexiones sobre el valor de la vida desde la mejor de las perspectivas – porque, ¿cuándo puede la vida verse mejor que cuando se ha perdido?

Swiss Army Man exige tiempo y paciencia, pero es capaz de recompensar la inversión y suplir las aparentes fallas de su particular sentido del humor y extravagancias varias. Al final, es una grata sorpresa que se muestre tan sensible como disparatada.

Swiss Army Man acaba de ser estrenada en DVD/Blu-ray.