CONTINUIDAD EN LO CULTURAL Y VALÓRICO

La disputa electoral ha puesto como uno de los puntos en discusión las realizaciones del gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, en contrapartida a lo ejecutado por el gobierno de Sebastián Piñera.

En una entrevista a un medio de circulación nacional la mandataria ha señalado que su gestión muestra más realizaciones que la del ex mandatario de derecha. El punto es si la superioridad de un gobierno a otro (en materia de realizaciones) sólo se puede medir con obras, construcciones, acciones concretas y cuantificables. Sin duda que aquello es un buen punto para comparar dos administraciones; sin embargo, cabría puntualizar que no todo se mide bajo una mirada material, sólida, rentable o económica. Existen otras variables y elementos igual de significativos que lo señalado en líneas anteriores. Nos estamos refiriendo a aquel componente simbólico que trascienden lo material.

No se trata de anteponer una cosa a otra o señalar que una tiene mayor preponderancia, todo lo contrario, lo central es poder llegar a entender que toda iniciativa, todo proyecto de ley, toda materialización o decisión conlleva intrínsecamente un componente simbólico. Si usted quiere una representación simbólica de la realidad.

Por ejemplo promover niveles de gratuidad universitaria, derecho a voto de chilenos en el extranjero, aborto en tres causales, incentivar que las personas puedan dialogar (algo tan básico, pero de lo cual carecemos) sobre la Constitución que queremos o impulsar el matrimonio igualitario, hablan de una idea de sociedad en la cual los valores de la diversidad, igualdad, pluralismo y libertad son fundamentales como ideas-fuerzas en la vida cotidiana de las personas.

Por eso, se podrá criticar la desprolijidad y por momentos el desorden del gobierno, así como determinados niveles de improvisación en algunas acciones, incluso los obstáculos (deslealtades) que ha encontrado en la propia coalición, que decir de las campañas de propaganda, incluso de maledicencia de la oposición contra las reformas y la propia presidenta, pero lo que no se puede negar es que el gobierno de Michelle Bachelet avanzó en material de derechos e igualdad como ningún otro. Ahí está uno de los puntos centrales del simbolismo del cual hablamos. Un simbolismo que por supuesto se traduce en leyes y acciones concretas, pero también en una forma de pensar e imaginar un tipo de sociedad que supere progresivamente los patrones del neoliberalismo.

Por eso, la elección de un presidente de la república no es cualquier cosa. No se trata simplemente de elegir una persona por ser más simpático o agradable, bien porque muestras ciertas aptitudes para los números, cifras o réditos en sus negocios personales; es decir un “buen gerente”. Lo que se elige es un proyecto de país que no sólo se traduce o reduce a números o cosas materiales,  aquello sin duda es importante, pero más significativo aun es aquel candidato y coalición que proponga un mapa, una hoja de ruta o guía en la cual las personas no sean vistas como meros electores, clientes o cifras. Por eso en esta elección vote y respalde a aquellos/as candidatos/as que apoyen y continúen en la senda de los cambios culturales y valóricos para Chile. Que promuevan más derechos e igualdad y valoren la diversidad, en contraposición de aquellos que buscan retrotraer años de esperas, demandas luchas y trabajos colectivos.