EDITORIAL

Es importante que la comunidad penquista se informe en profundidad acerca de los proyectos viales de interconexión intercomunal que tiene en desarrollo y en carpeta el Ministerio de Obras Públicas.

Además de la controvertida Ruta Pie de Monte que se pretende construir a pie de los faldeos de la cordillera de Nahuelbuta, en un trayecto de los primeros 20 km de a partir de su punto inicial en la conjunción entre el borde norte de la Laguna Grande y el Humedal Los Batros y que afectaría irreversiblemente a lagunas como Junquillar, La Posada, Quiñenco y humedales intermedios como Calabozo y Cantarrana, entre otros, existe en carpeta otro proyecto vial de gran envergadura.

Este es una carretera que nacería en Copiulemu desde la ruta a Cabrero, conectaría con el enlace Hualqui y luego La Leonera de Chiguayante para cruzar el río Biobío por un nuevo puente para llegar al enlace El Manzano, en la orilla sur del río y seguir por los cerros hasta el enlace Calabozo en Coronel, informada escuetamente por los medios de prensa.

Esta nueva ruta promete ser tan agresiva como la Ruta Pie de Monte, y se está gestando del mismo modo, a espaldas de los ciudadanos, que siguen manteniéndose ajenos al desarrollo de los proyectos en general. De este modo se sospecha que nos vamos a encontrar con este proyecto manejado del mismo modo inconveniente de siempre, sin participación ciudadana efectiva.

Ya hay un malestar justificado en las diversas comunidades de la región tan duramente golpeadas por los temporales con efectos y grandes daños por inundaciones cada vez mayores atribuibles, por un lado, al cambio climático y por otro, a las improvisaciones y a la calidad de los proyectos de parte de los ministerios de Vivienda y Urbanismo y de Obras Públicas.

Lo anterior se concatena con la nuevamente atrasada modificación del Plan Regulador Metropolitano (PRMC). Las autoridades debiesen tomar en cuenta estas anomalías y enfrentarla de buena manera para evitar que el nudo gordiano de la maraña urbano-vial se siga apretando.