«No podemos resolver la crisis climática sin cambiar nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos.»

Naomi Klein.

Actualmente nos leen en: Francia, Italia, España, Canadá, E.E.U.U., Argentina, Brasil, Colombia, Perú, México, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Chile.

Editorial: Hablemos de libertad de prensa.

Hace apenas dos semanas, estábamos conmemorando la primera edición de “La Aurora de Chile”, momento histórico en que los criollos de la época se paseaban ufanos con uno de sus ejemplares en cuyas páginas fray Camilo Henríquez abogaba por la libertad y la independencia.

Lamentablemente, ahora, ante el notorio silenciamiento de los medios tradicionales, esa “libertad de expresión” sufre dos graves atentados.

UCV-TV, la más antigua emisora abierta televisiva del país nacida al amparo de la Universidad Católica de Valparaíso, ha decido poner término definitivamente a su Departamento de Prensa al mismo tiempo que el canal abierto “La Red” anunciaba el cese de su programa “Entrevista Verdadera” a cargo de la periodista Beatriz Sánchez.

Ambos emprendimientos informativos fueron matados por “el mercado”.

En general, en la actualidad los atentados a la libertad de expresión no los cometen los Gobiernos, salvo en los casos de dictaduras tontas,  torpes y brutales cuyos líderes tienen un temor enfermizo a la libertad. Éstas, son experiencias conocidas que empiezan por la imposición de la autocensura a través del amedrentamiento, continúan con la prohibición de editar nuevos medios, siguen con la intervención directa  a través de la instalación en ellos de directores-funcionarios para concluir con el secuestro y asesinato de periodistas.

Hoy, las amenazas provienen de los grandes poderes económicos y financieros que, malutilizando la fuerza de la publicidad y su natural influencia en la sustentación de los medios,  influyen abierta o sibilinamente no sólo en la línea editorial de éstos sino, lo peor de todo,   en determinar qué se informa y cómo se informa.

Aunque el proceso es bastante indoloro ya que la mayor parte de la ciudadanía apenas lo percibe, es evidente que el peligro es inminente. Dos de los principales canales de televisión abierta pertenecen a los más grandes grupos económico-financieros a la vez que la televisión pública está sujeta por ley al autofinanciamiento vía publicidad. Al mismo tiempo, la prensa-papel está de hecho concentrada en dos empresas sobre cuyos lazos y relaciones no es necesario extenderse. El único medio que pudo haber abierto un camino de pluralismo  e independencia, fue cerrado bajo el Gobierno Piñera en razón de sus bajas tiradas causadas por una línea de incondicionalidad absoluta con los gobiernos de turno.

En el marco del actual modelo económico, se defiende el derecho de las empresas productoras de bienes y servicios a realizar publicidad a través de los canales  que les resulten más útiles ya sea por el volumen de receptores de sus mensajes o por los sectores de la sociedad a los cuales pretenden llegar. Sin embargo, sería muy ingenuo creer que sus decisiones son meramente técnicas toda vez que es visible el hecho de que a medios que han alcanzado altos niveles de venta se les ha negado sistemáticamente el avisaje en tanto que otros, que claramente son representativos de sus intereses o incluso de una clase social, se les asegura el financiamiento por esta vía incluso desde antes de nacer.

Es evidente que las nuevas tecnologías han hecho posible crear medios electrónicos a costos asequibles. Sin embargo, su influencia es menor dada la transitoriedad de sus contenidos y las dificultades obvias para mantener equipos periodísticos sólidos y estables.

El “problema de la libertad de expresión” en Chile, es bastante complejo y, dadas sus características, bastante difícil de abordar. Sin embargo, una sostenida información que devele los  lazos  existentes entre algunas expresiones de prensa y algunos conglomerados del poder del dinero, contribuirá a abrir los ojos de la ciudadanía que así podrá exigir que el mensaje comunicativo le entregue una relación libre, completa y objetiva de hechos y sucesos, sin que se la pretenda manipular a través de interpretaciones  interesadas.

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