Editorial. Las encuestas…¿cuesta abajo?

Las encuestas corresponden, en último término, a estudios de opinión que muestran la actitud que tienen las personas frente a un determinado producto o a una determinada situación. En nuestro país, estos trabajos prácticamente han perdido toda importancia en materia de análisis de mercado ya que son encargadas y financiadas por los propios fabricantes quienes reciben privadamente sus resultados y así pueden apreciar el juicio que los consumidores tienen de los bienes o servicios que ponen a disposición de los consumidores y, al mismo tiempo, compararse con los de su competencia.

Con el paso del tiempo, las encuestas en general han ido perdiendo su respetabilidad ya que al incursionar en materias políticas o sociales han dejado de lado su carácter de “estudios de opinión” para transformarse en instrumentos de acción destinados a crear “climas de opinión” proclives a las tendencias del sector al cual prestan servicios.

En los últimos años han proliferado las entidades dedicadas a este tipo de investigaciones, hasta tal extremo que no hay movimiento, partido o candidato que tenga algo de dignidad (y mucho de recursos) que no cuente con una entidad dispuesta a entregarle resultados favorables con los que pueda afirmar y consolidar sus aspiraciones.

Si se analizaran los últimos tiempos, podría afirmarse que constantemente los centros de la especialidad han errado en forma rotunda en sus vaticinios siendo los casos de los precandidatos Joaquín Lavín y Daniel Jadue en las primarias de 2021, los más destacables. Lo que para el ciudadano resulta inexplicable es que los medios de comunicación más tradicionales y formales parecieran seguirles creyendo pues día a día, semana a semana, siguen destacando pronósticos hechos por investigadores ya fracasados.

Como se ha comentado anteriormente en estas páginas, es llamativo que periódicos serios publiquen en forma reiterada estudios de opinión hechos por universidades que les son ideológicamente afines y cuyos resultados coinciden siempre en forma curiosa con la línea editorial del medo. En concreto, no se ha conocido aún una encuesta cuyo resultado discrepe con la tendencia o intereses del medio de comunicación que a su vez las favorece con una amplia cobertura. En un instante se consideró que la instrumentalización estadística era tan desvergonzada que se llegó a prohibir la divulgación de encuestas durante varios días anteriores a una elección o plebiscito.

Se ha hablado hasta ahora de 20 encuestas diferentes pero con resultados coincidentes en cuanto a que todas afirman que, puntos más, puntos menos, el 4 de septiembre próximo se impondrá la opción del “rechazo”. La calidad de cada investigación es cuestionable ya que abarcan territorios diversos, segmentos etarios diferentes y prácticamente ninguna es de carácter presencial. El ex asesor de Sebastián Piñera, Roberto Izikzon, con su empresa Cadem, entrega, domingo a domingo, una muestra del “estado de la opinión pública” al instante. La perseverante victoria del “rechazo”, la atribuye a las debilidades del “apruebo” y a la insatisfacción que genera la propuesta sometida a la consideración ciudadana.

El resultado del domingo 4 es bastante incierto. Los esfuerzos sectoriales por frenar el proceso son notorios y, guste o no, la cifra final implicará un juicio más que al Gobierno mismo a lo que este representa.

Si la victoria ciudadana se la adjudica la aprobación de la propuesta, al día siguiente el país exigirá las rectificaciones que hoy aparecen como necesarias e ineludibles, lo que requerirá la disposición de un amplio espectro político. Si, por el contrario, la opción preferida es la de rechazar, será indispensable avanzar tras la elaboración de un orden institucional que acogiendo las grandes demandas ciudadanas ya expresadas, encauce los cambios indispensables.