«No podemos resolver la crisis climática sin cambiar nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos.»

Naomi Klein.

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Entre el YO y el NOSOTROS.

En medio de una semana agitada y alterada por el agitado debate de la “agenda de seguridad”, paralelamente se está discutiendo otro tema que tiene alta prioridad para la sociedad pero que no es tan llamativo dado que los más directamente interesados en su resolución son las personas de tercera y cuarta edad que apenas subsisten agobiadas por las bajísimas pensiones que reciben mes a mes,

Hay ciertos elementos diagnósticos que suscitan un consenso generalizado pero que, cuando es necesario aplicar recetas, derivan en fuertes desencuentros difíciles de abordar ya que son portadores de una marcada carga ideológica. Así, las propuestas de “capitalización individual” son, como su nombre lo indica, expresión del individualismo vigente en tanto que las mociones que propician avanzar hacia un sistema de reparto están marcadas por el elemento “solidaridad”, sea esta entre los actores actuales o intergeneracional.

Puntos de encuentro: a) Que es necesario mejorar sustantivamente las pensiones de inmediato; b) Que para lograrlo es imprescindible elevar la tasa de cotización individual en a lo menos un 6% (de 10% a 16%); c) Que en todo caso es necesario avanzar en la formalización del mercado del trabajo, para hacer sustentable cualquier régimen futuro.

Puntos de desacuerdo: a) Si el 6% referido debe ser de cargo del empleador o del trabajador, o, en la opción de una vía mixta qué porcentaje sería de cargo de cada parte; b) Y este parece ser el quid del asunto, si la cotización adicional, total o parcialmente, debe ir a cuentas personales para su administración por las AFPs o el organismo que las reemplace, o a un fondo común solidario administrado directamente por el Estado a través de un órgano autónomo o un ente privado distinto de las AFPs.

Para despejar el tema, lo lógico sería excluir a las Administradoras del debate. Estos actores carecen de legitimación en la materia, ya que están directamente interesados en defender “su negocio”. Su trayectoria demuestra sobradamente que el monto de las pensiones que generan a sus afiliados, no es su preocupación. En el largo periodo de crisis del sistema, han permanecido impasibles cobrando altas comisiones pese a que las licitaciones realizadas demuestran – casos de AFP Modelo y AFP Uno – que estas comisiones pudieran ser sustantivamente menores. Las AFPs – todas – pagan altos honorarios a entidades financieras para que las asesoren en materia de inversiones y la pregunta es: ¿para qué?, si los afiliados pueden perder parte de sus ahorros sin necesidad de estas expertas asesoras.

Retornando al tema central es claro que vivimos en una sociedad impregnada de una cultura individualista y que, aún sin ella, todas las personas obviamente prefieren ser propietarias ellas mismas de estos recursos de “ahorro forzoso” para la vejez. Sin embargo, si las cosas son miradas a través de un prisma diferente, considerando la estructura, subsistencia y condiciones de vida de una sociedad del futuro (la de nuestros hijos o nuestros nietos) es obvio que el colectivo necesita invertir desde ya en equidad, justicia mínima, dignidad de las personas, para asegurar seguridad y paz social.

La pretensión de los sectores conservadores en cuanto a que el total de la nueva cotización adicional vaya a cuentas individuales, ello implica que quienes se incorporen hoy al mundo laboral con el nuevo régimen de financiamiento, teóricamente podrán percibir pensiones dignas en 40 años más.

Pero el problema radica en qué hacemos desde ahora para mejorar sustantivamente las pensiones de las personas que ya están en el mundo del trabajo por lapsos de 10, 20 o 30 años y que esperan una respuesta efectiva de la comunidad nacional.

Una reforma que no dé esta respuesta carece de todo sentido. Es deseable que los diversos sectores del mundo político (muchos de ellos son voceros del mundo económico) flexibilicen sus posiciones, abandonen su dogmatismo y muestren una apertura hacia un acuerdo que el país no puede seguir postergando.  

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