«No podemos resolver la crisis climática sin cambiar nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos.»

Naomi Klein.

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Comentario de cine: Jackie

Jackie

2016, dir. Pablo Larraín
(se estrena esta semana)

por Iván Ochoa Quezada

La vida tiene una estructura muy estandarizada. Nadie comienza viviendo por el medio, o el final – y esta es la lógica empleada por la gran mayoría de las biopics, uno de los géneros más abundantes en la maquinaria de Hollywood. Esto decanta en el inevitable formulismo; un refrito de lugares comunes que resulta confuso aunque el foco esté en individuos imposiblemente diferentes. A pesar de ello, hay un pequeño manojo de rebeldes que se han atrevido a enunciar lo obvio: una sola película no puede encapsular la vida de una persona, menos aun si sus logros son monumentales o peculiares, y por ello han decidido reinventar la fórmula. Hace dos años, Danny Boyle y Aaron Sorkin realizaron un muy atractivo experimento con Steve Jobs (2015), y antes de eso han existido valiosos (o al menos, interesantes) esfuerzos como Thirty-Two Short Films About Glenn Gould (1993), American Splendor (2003) y Marie Antoinette (2006); y, sin ir más lejos, el mismo Larraín estrenó, casi simultáneamente a ésta, Neruda. El punto es: como todo en el reino de la narrativa, la película biográfica es un terreno dispuesto al experimento.

En Jackie, Larraín opta por un retrato extremadamente intimista de Jacqueline Kennedy (Natalie Portman), esposa del trágico trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos. La película se asume tan fragmentada como la psiquis de la viuda, viajando temporalmente entre el tiempo de su llegada y remodelación de la Casa Blanca, y los momentos posteriores al asesinato de su marido, con la columna vertical de la historia siendo una entrevista realizada pocos días después de éste. La cinta es más atmósfera que narrativa, más viaje emocional que documento histórico, indagando las heridas y el carácter de Jackie mediante la actuación de Portman y elementos como la lúgubre e idiosincrásica música de Mica Levi. Es un estudio sobre el luto (personal y colectivo) y la creación de un legado cuando a éste le faltó tiempo para cimentarse; el retrato de una mujer para quien las superficies son un lienzo histórico. Porque para Jackie, quien es a menudo (y erróneamente) tildada como una mujer frívola, los rituales y símbolos son parte fundamental de la tradición, más aún en tiempos de guerra.

Jackie se estrena en salas nacionales este 16 de febrero.

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