Una extraña magia

Desde Castelar, Argentina

Un rayo de sol, con total atrevimiento, entró en el mismo centro de ese hábitat que era un poco difícil de ponerle nombre.
Por lo tanto, no lo intentaré.
Diré en todo caso que era raro, distinto, en algunas partes despojado, sólo cierta plantas decorando.
En otras, montones de libros bien alineados, frascos de todos colores, cuncos y calderos variados y una colección de cucharones y cucharas de distintos tamaños.
¿Era una cueva?
Quizás.
Al ingresar, una manifestación de aromas salía al encuentro invadiendo los sentidos.
¡Silencio!
¡Majestuoso!
De pronto aparece ella, riguroso vestido, parece que casi no pisa el suelo, en la mano una candela encendida que apaga al ver tan maravilloso destello.
¡Se lo queda mirando!
Va hacia una mesa, toma un caldero y elige diferentes especies aromáticas, pétalos de rosas de distintos colores, lavanda, eucaliptus, canela, azucenas, azahares y miel.
Mezcla…suavemente.

De pronto, se asoma victoriosa una diminuta silueta.
Una mujercita graciosa, sonriente, de aspecto feliz.
Lo más notable en ella, son sus ojos, la sonrisa y las manos bien formadas con dedos cónicos largos.
¡Bellos!
Permanece sentada un momento mirando el rayo del sol.
Su tamaño aumenta hasta lograr la altura normal.
Se aprecian sus formas suaves, pero la mirada se fija en la mirada intensa, serena acogedora de la joven.
Pregunta con alegría… ¿Y hoy cuál es mi tarea?
Una voz, como salida de las paredes, con calma le informa que deberá iluminar un corazón.
¡Uno sólo!
¡Tú verás!
¡Es que hay tantos!
Comienza y llega hasta donde puedas.
Da un salto, sale como una brisa amorosa.

¡Escucha!
¡Están llamando a tu puerta!
¿Será ella?
¿Tú qué crees?