«La política es la distancia entre lo que decimos que ambicionamos y aquello que estamos dispuestos a hacer para conseguirlo»

«La democracia es molesta. Es gente gritándose todo el rato. Y por eso sobrevivirá»

Ben Ansel

 

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EL DÍA DESPUÉS.

Las primarias del oficialismo estuvieron lejos de causar una gran conmoción a nivel país. La mayor parte de la ciudadanía permaneció indiferente el 29 de junio y la concurrencia de solo 1.321.350 votantes confirmó el ambiente que se respiraba en todas partes.

Pero a las 20 horas del día “D” todo cambió. La sorprendente y abrumadora victoria de Jeannette Jara, abanderada de los partidos comunista, humanista e Izquierda Cristiana, rompió todos los esquemas y, como secuela, generó desazón no solo en los otros postulantes sino al interior de las respectivas colectividades.

Sin considerar la postulación más bien simbólica de Jaime Mulet, los grandes derrotados fueron el Socialismo Democrático, con Tohá y un escuálido 28%, y el emergente Frente Amplio, con Winter y un vergonzoso 9%.

Winter, representante del partido del presidente de la República, marcó el colapso de su colectividad. Una torpe campaña comunicacional fue la culminación de un proceso marcado por la inexperiencia gubernativa, por su relación con una serie de escándalos y desaguisados y, finalmente, por su soberbia que los llevó a auto atribuirse una superioridad moral por sobre los demás actores políticos.

La escuálida votación de Tohá y el Socialismo Democrático constituyen caso de estudio. Si bien como ministro del Interior y Seguridad Pública cumplió con un aceptable desempeño, su grave error fue su incapacidad para hacerse cargo del pasado. Bien pudo mostrarse como categórica defensora del gobierno de Borić (del cual fue parte fundamental, apropiándose del sólido 30 o 35% que lo apoyaba) prefirió optar por el desmarque, y tampoco fue capaz de hacerse cargo del legado de los gobiernos concertacionistas, mundo del que fueron parte tanto el PPD como el PS, ampliando su campo electoral. Una postulación fría, sin alma, con dificultades desde su génesis, no logró movilizar activamente ni a los militantes del socialismo democrático ni al ámbito tradicional de este sector de la centro-izquierda.

De nada vale hoy llorar sobre la leche derramada. El avasallador triunfo de la candidata comunista pintó un panorama inesperado que permite visualizar incluso la posibilidad de que sean dos candidatos de la derecha opositora, los que accedan al balotaje en noviembre. Si la campaña de Jeannette Jara no comete errores, es posible que rompa la alternativa descrita, derivando todo en una confrontación muy dura entre un candidato de la extrema derecha y la militante comunista, entre el mensaje anticomunista y el mensaje antifascista, polarización que al parecer no es del gusto de las grandes mayorías.

Aún no puede descartarse que entren al ruedo otros nombres que hasta ahora permanecen en la banca (¿Trivelli? ¿Mayne-Nicholls?)  con la pretensión de apoderarse de la parte de la cancha que ocupa un ambiguo e indeterminado pero significativo “centro político”. Sus expectativas son escasas, pero en la sociedad chilena todo puede suceder.

Por ahora, la gran preocupación que debiéramos tener es por lograr que actores importantes de nuestra comunidad, asuman un liderazgo efectivo y hagan posible un diálogo positivo que permita dar respuestas reales a las demandas sociales más urgentes. El sueño de “una patria buena y justa para todos” debiera comprometernos a todos en una tarea común que por hoy por hoy resulta indispensable.          

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