Humberto Maturana, orgullo de la ciencia chilena
Biólogo, filósofo y escritor, el científico Humberto Maturana Romesín es, sin duda, uno de los más preclaros pensadores nacionales. Nacido en Santiago el 14 de septiembre de 1928, su vida se extinguió el pasado jueves 6 de mayo en la misma ciudad.
Su existencia estuvo lejos de ser un lecho de rosas. Hijo de un padre ausente, fue criado por su madre Olga, asistente social de un policlínico público de la capital. A temprana edad, contrajo una tuberculosis pulmonar lo que le obligó a permanecer internado durante largo tiempo en el Hospital Salvador, época en que consagró su tiempo a la lectura, para luego ingresar a estudiar al tradicional Liceo Manuel de Salas.
Según relató en una de sus entrevistas, un día acompañó a su madre a una visita domiciliaria al sector “Punta de Rieles”, en uno de los barrios marginales de Santiago, lugar en que vio las condiciones de extrema pobreza en que vivían una madre y su hijo, hecho que le impresionó de tal manera que naturalmente dejó de creer en Dios.
En 1950, ingresó a estudiar Medicina en la Universidad de Chile, carrera que cursó sin titularse. Favorecido con una beca de la Fundación Rockefeller viajó a Londres a estudiar Anatomía y Neurofisiología en el University College para más tarde trasladarse a Boston, EE.UU., localidad en que se doctoró en Biología en la prestigiosa Universidad de Harvard. Fue contratado como Investigador Asociado del Departamento de Ingeniería Eléctrica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
De regreso a Chile, se incorporó al Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, plantel en que desarrolló prácticamente toda su vida académica. Precisamente, el 1 de mayo, cinco días antes de su muerte, dictó su última clase magistral en el Magister en Educación Emocional y Neurociencias Aplicadas sobre el tema “Educación: transformación a través de la convivencia y el mundo emocional”.
Durante su extensa trayectoria como científico, Humberto Maturana fue designado Doctor Honoris Causa de la Universidad Libre de Bruselas y de la Universidad de Santiago de Chile, recibió la Medalla Abate Molina de la U. de Talca y junto con el científico Jerome Lettvin fue postulado al Premio Nobel. En 1994, recibió el Premio Nacional de Ciencias.
El destacado investigador, profundamente humanista, no fue una persona alejada del acontecer del país. En 1988, tomó posición frente al plebiscito haciendo público el documento “Por la Dignidad y la Democracia, por la Paz y el Futuro de Chile” y procedió a organizar el movimiento “Independientes por el Consenso Democrático”.
La figura de Maturana alcanzó especial relieve a nivel internacional por sus innovadoras teorías expresadas en innumerables obras y artículos publicados en revistas académicas de prestigio mundial. Entre ellos, cabe recordar “De máquinas y seres vivos: una teoría sobre la organización biológica”, “El árbol del conocimiento”, “El sentido de lo humano”, “La democracia es una obra de arte” y “Amor y juego: fundamentos olvidados de lo humano desde el patriarcado a la democracia”, “Emociones y lenguaje en educación y política”.
Junto a su alumno el doctor Francisco, quien sería uno de sus más constantes colaboradores, definió en “De máquinas y seres vivos” el concepto de “autopoiesis” (auto, por sí mismo; poyesis: proceso de creación) explicando los sistemas vivos como redes cerradas de autoproducción de los componentes que los constituyen, idea que fue desarrollada en “Autopoiesis and cognition: The realization of the living” (1973). Para ellos, como explicó el académico Carlos Peña, “lo vivo” no depende del movimiento, ni de transformar insumos en energía ni en la posibilidad de reaccionar frente a determinados estímulos, sino que “en la capacidad de autorregenerarse o, si se prefiere, en la capacidad de crear los elementos que lo componen y lo distinguen del medio, recurriendo a los mismos elementos que lo componen”
El diario “El Mercurió destacó algunas de sus declaraciones clave expresadas en diversas entrevistas:
“La cantidad de animales y de plantas que se han extinguido en la historia, es fantástica; mucho mayor que las especies que aún existen. Las preocupaciones ecológicas son preocupaciones humanas”.
“El amor es la emoción que funda lo social. Sin el amor como la emoción fundamental el otro no tiene presencia, porque el amor tiene que ver con el respeto, con encontrarse con el otro en su legitimidad”
“Todos somos iguales de inteligentes y las diferencias más vivas están en su orientación o pasión, que los lleva a ser mejores en una cosa que en otra”.
“Si me dicen que en otro planeta hay seres reflexivos que existen con lenguaje y desarrollo tecnológico, no me sorprendería. ¿Cómo nos comportaremos nosotros y ellos en el encuentro? Mi primera reacción sería decir ¿Cómo está usted?”
“Los niños y niñas como seres humanos vienen con tres tesoros psíquicos o más al nacer: vienen amorosos, les importa el dolor de otros y quieren acompañar y proteger”.
“Los seres humanos hacemos lo que ninguna tecnología puede realizar y eso es reflexionar”.
“Deseamos un convivir democrático donde exista la honestidad y el mutuo respeto que deja aparecer la colaboración, que podamos elegir en conjunto normas de convivencia económica y política-social que no generen inequidad ni discriminación”.
En el 2000, junto a su colaboradora Ximena Dávila, el científico fundó el Instituto de Formación Matríztica para “acompañar a las personas en las comunidades humanas y a las organizaciones y empresas de transformación e integración cultural”.
El profesor Maturana traspasó los límites de la biología y de las neurociencias para reflexionar sobre todo lo humano, el conocimiento, lo emocional, la democracia, las responsabilidades sociales.
Como se ha destacado, este científico es hijo tanto de la salud pública como de la educación pública. Su propia vida – como las de Neruda, Gabriela Mistral, Nicanor Parra y muchos otros – constituye una invitación a reflexionar sobre cuántos niños quedan botados en el camino, año tras año, simplemente porque la sociedad en que nacieron, marcada por la inequidad y la exclusión, les cerró las puertas.
Un gran hombre!
Sus enseñanzas quedarán para la historia, una gran maravilla.
gracias y a leer y compartir las sabidurías del gran Humberto Maturana.