
LA ÚLTIMA FRONTERA
Desde “Agarrama”. Junio de 2014.
Así comenzaba el relato de la antigua serie de televisión: Viaje a las Estrellas; que mostraba las aventuras de la nave Enterprise.
Hoy la tensión entre el Capital y el Trabajo, o más allá, la lucha entre los capitalistas hoy devenidos en neoliberales, y los pueblos, se está definiendo en el tablero del Medio Ambiente (por supuesto en favor de los primeros con la complicidad activa o por omisión, de los gobiernos). Este nuevo escenario se constituye en la última frontera.
Varios de quienes hace 20 años fueron las jóvenes promesas de la lucha contra la Dictadura han terminado –sino cooptados por el modelo– deslumbrados por las luces de colores que de él emanan. Muchos de ellos, sino la mayoría, se integraron al proceso de redemocratización del país luego de la prolongada Dictadura.
Sin embargo, ninguno sabía (era imposible saberlo) que la etapa que se venía era la construcción “gatopardesca” de una sociedad que se creyó más democrática, pero que siguió impulsando y promoviendo un modelo que se sostenía en la desigualdad y en la privatización constante de los bienes comunes.
En el intertanto, desde los intersticios del modelo neoliberal empezaban (o continuaban) a cobrar sentido muchas de las palabras anticipadoras de poetas, líderes de movimientos sociales marginales, hip-hoperos, Prisioneros, que ya advertían de los cantos de sirenas que surgían de esta nueva ¿pseudo democratización?
Comenzaba a percibirse cada vez con mayor certidumbre que la lucha contra la Dictadura no había concluido con la supuesta recuperación de la democracia, sobre todo porque la instalación del modelo económico y social no había concluido, muy por el contrario, sería justo en la etapa de la denominada transición (¿será por transacción?), donde esta etapa faltante se completaría, incluso de una manera que hoy resulta asombrosa por cuanto el plan de la Dictadura fue concluido en forma eficaz por quienes se suponían eran sus adversarios.
Así, las fronteras se difuminaban y las diferencias quedaban diluidas; ello mientras unos pocos se aprontaban a acelerar la concentración de la riqueza en sus manos, y se privatizaban los derechos de todos en beneficio de esos pocos, que se apropiarían de la salud, la educación, las aguas, la previsión y, continuarían erosionando y achicando al Estado bajo la supuesta premisa de la “modernización de su gestión”.
Resueltas las diferencias (en la medida de lo posible) en torno a la ferocidad de los atentados a los derechos humanos, se instalaba sibilinamente la disposición a aceptar el modelo de la desigualdad. Volvía a triunfar el “síndrome hacendal”, que tan bien describe nuestra idiosincrasia. Quizás recién con motivo de la conmemoración de los 40 años del Golpe de Estado y bajo un gobierno de derecha, la verdad emergía a través de las pantallas de la televisión pública y lograba elevadas audiencias, pero de aquellos otrora jóvenes cooptados, nada se escuchó ahora.
La dilución de las fronteras requería hacer pensar que las viejas ideas socialistas de igualdad, libertad y solidaridad, eran sólo eso: viejas ideas, superadas por los “nuevos tiempos” como pregonó uno de los presidentes, instalando una verdadera cortina de humo hacia el pasado.
Sin embargo, … sin embargo desde el año 1972 se venía instalando en el mundo una nueva perspectiva que 40 años después contribuiría a cuestionar la “política de los acuerdos”, criticando incluso las bases del paradigma del modelo de desarrollo capitalista y socialista. En esa ocasión, en Estocolmo, Suecia, se llevó a cabo la primera reunión sobre Medio Ambiente y Desarrollo, la que trató temas muy de fondo que, cuatro décadas después, ayudarían a delinear la nueva frontera.
El viejo concepto de la “división internacional del trabajo” que involucraba a las clases sociales y a países enteros, que se transformaban en meros abastecedores de materias primas (hoy eufemísticamente llamadas “commodities”), impulsados por las propias elites que incluso traicionaban sus propias auto designaciones como supuestos constructores de patrias, y que se convertían en las correas transmisoras de los designios que se decidían en otros países por otras elites, y especialmente por las empresas trasnacionales, se adueñaba nuevamente de nuestros destinos y nos invitaba a traicionar los principios e ideales del Presidente Allende.
También se habían diluido las fronteras entre lo público y lo privado, … nuestras profesiones no hacían distingo entre el rol público y el rol privado, llevando a muchos a confundir tales roles. A ello contribuían los decenios de formar profesionales para el desarrollo de bienes y servicios privados. No era educación… era amaestramiento, mera Instrucción. El modelo y sus defensores lo habían logrado… aparentemente.
Hasta allí todo marchaba miel sobre hojuelas… hasta que los estudiantes decidieron pensarse a sí mismos en este largo y adormecedor proceso de alienación. Y pusieron en duda el modelo; y esta puesta en duda se fue replicando en los distintos sectores: la salud, la previsión, el sector forestal, las comunidades locales, los pobladores, los pescadores y, por supuesto la educación; y en cuanto grupo humano comenzaba a despertar del letargo a que había sido sometido.
Así, recogiendo del suelo valores y conceptos surgidos de la nueva episteme surgida en 1972, con los grandes aportes que en el intertanto hizo la UNESCO, Paulo Freire, Chico Mendes, y tantos otros (como Hernán Contreras en Chile), se fue delineando la nueva frontera en la lucha por la dignidad. Aquella que no transa con términos medios ni con los eufemismos; que clarifica u obliga a clarificar los roles. Y que depende de las actitudes de cada uno de nosotros.
Esa frontera que aprendió y enseñó que no necesariamente los líderes del actual proceso de instalación del modelo eran los llamados a conducir la búsqueda del camino hacia la recuperación de la igualdad de las personas y la dignidad de las patrias y matrias. El desafío era ahora saber en qué lado de la frontera nos situamos cada uno de nosotros y según ello, seguir durmiendo arrullado por los cantos de sirenas o, despertar a luchar por todo el respeto a las personas y la naturaleza, recuperando de paso a nuestros países de su rol de meros alimentadores de la codicia de pocos…
APC
06/2014







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