
Los Daños Socio-Ambientales Provocados por la Minería de Tierras Raras.
Las tierras raras son un conjunto de 17 elementos químicos conformados específicamente por los 15 lantánidos más el escandio y el ytrio. Entre los lantánidos, el primero de la lista, el lantano (La), cerio (Ce), praseodimio (Pr), neodimio (Nd), Prometeo (Pm) y samario (Sm), son las tierras raras livianas (Light Rare Earth Oxides). Los demás, el europio (Eu), gadolinio (Gd), terbio (Tb), disprosio (Dy), holmio (Ho), erbio (Er), tulio (Tm) y lutecio (Lu), constituyen las tierras raras pesadas (Heavy Rare Earth Oxides). Todos los lantánidos (salvo el prometeo) se encuentran en la Naturaleza como óxidos metálicos contenidos en unos 25 minerales. Los más importantes, que se explotan económicamente, son la bastnaesita (flúor carbonato de tierras raras), la monazita (fosfato de tierras raras) y xenotima (fosfato de ytrio) [1].
La denominación ‘tierras’ viene de la antigua denominación que se le daba a los óxidos, y lo de ‘raras’, se debe a la dificultad de extraer y procesar los materiales, ya que los óxidos de estos elementos normalmente se mezclan con otros materiales geológicos y resulta muy complicado extraerlos individualmente y separarlos. En cuanto a su cantidad en la corteza terrestre, no es tan escasa como pudiese parecer a primera vista; para hacernos una idea podemos compararlos con la cantidad de plata (Ag) existente en la Tierra: la cantidad de plata en el planeta es de un 0,00002% mientras que hay un 0,02% de tierras raras.
Sus cualidades químicas y atómicas han llevado a ser indispensables actualmente para múltiples aplicaciones tecnológicas. De muy poco uso hace unas décadas, ahora se aplican en imanes, baterías, tubos de rayos catódicos, microscopios electrónicos, láseres, pigmentos, lámparas fluorescentes y equipos para medicina. En la actualidad, las tierras raras se han convertido, gracias a las nuevas tecnologías, en elementos insustituibles para aparatos comunes como teléfonos móviles, ordenadores o auriculares, y en las denominadas ‘tecnologías verdes’, tales como automóviles eléctricos, aerogeneradores, iluminación LED, paneles fotovoltaicos, etc.
Específicamente, el cerio y el erbio intervienen en la composición de aleaciones metálicas; el neodimio, el holmio y el disprosio son necesarios para cristales de láser; el samario es componente esencial de los imanes permanentes más potentes que se conocen (y que han abierto el camino para la creación de nuevos motores eléctricos); el iterbio y el terbio tienen propiedades magnéticas que se aprovechan en la fabricación de burbujas magnéticas y dispositivos óptico-magnéticos que sirven para el almacenaje de datos en las computadoras. Otras aplicaciones tienen que ver con fenómenos catalíticos en la refinación del petróleo, elaboración de cerámicas superconductoras, fibras ópticas, refrigeración y almacenamiento de energía, vidrios de alto índice, polvos de pulido en óptica, baterías nucleares, captura de neutrones, tubos de rayos X, comunicación por microondas, tubos de haz electrónico o equipos de imágenes en medicina, entre otros usos relevantes de las tecnologías modernas.
Tanto la extracción como el procesamiento mineralúrgico de las tierras raras causan altos y graves impactos ambientales, imposibles de mitigar en la práctica. La explotación se efectúa excavando los terrenos con maquinarias (palas y retro-excavadoras) ‘a cielo (o rajo) abierto’; por otra parte, su procesamiento requiere de productos químicos (ácidos) muy agresivos. Además, en los minerales de los que se extraen es muy común la presencia de elementos radiactivos, como el torio y el uranio. En este contexto, la producción de una (1) tonelada de concentrado da lugar a entre 10.000 y 12.000 m3 de gas residual que contiene ácido fluorhídrico, dióxido de azufre y ácido sulfúrico, unos 75.000 litros de agua residual ácida y alrededor de una tonelada de residuos radiactivos [1]. Todo ello conlleva la eliminación total de la vegetación existente en el área a explotar y la de sus alrededores, dada la contaminación que se genera siendo esta de tipos diversos -radiactiva, de partículas o de productos químicos-, afectando fuertemente al aire, la tierra y a los cuerpos de agua circundantes.
Junto a los impactos ambientales, cabe agregar los consiguientes impactos sociales, sobre todo en el contexto de la producción agroalimentaria y de la salud. Además, los supuestos buenos resultados económicos sacados de estudios de factibilidad son más que discutibles si se toman en cuenta todos los gastos derivados de un adecuado control de las emisiones y de la contaminación, de la restauración del medio natural, así como los gastos sanitarios resultantes de atender las enfermedades contraídas por los ciudadanos como consecuencia de la producción de tierras raras; todos estos gastos son frecuentemente (si no siempre) evitados por los inversionistas. Por tanto, las consecuencias de la extracción y procesamiento de las tierras raras, para obtener elementos químicos usados en tecnologías -a priori beneficiosas para la humanidad-, son aún desconocidas para la gran mayoría de los miembros de la sociedad. Por ello, el conocimiento de todos estos aspectos debe llevarnos a la reducción del despilfarro de los materiales y aparatos que los contienen; esto es esencial para disminuir al máximo la contaminación que generan. Es decir, cumplir con el dicho: “menos es más y mejor”.
Pese a contar únicamente con el 35% de las reservas mundiales, China concentra en la actualidad el 95% de la producción mundial de tierras raras, y países como Estados Unidos o Japón, grandes consumidores de estos elementos, dependen de China para abastecerse. Dado el incremento previsto de la demanda, varios países –entre ellos Chile- han comenzado analizar la posibilidad de extraer estos minerales para frenar a China y tratar de controlar el precio de lo que ya se ve como el insumo del futuro, muchas veces bajo las protestas de las organizaciones ciudadanas y las ONG defensoras del medio ambiente. (Ver activismo Blockadia [2]).
Los fabricantes, para no ser tan dependientes de las tierras raras chinas, están diseñando nuevos modelos con la menor cantidad posible o incluso sin ellas. La volatilidad de los precios y la incertidumbre en torno al suministro han motivado que algunos empiecen a buscar materiales alternativos. Un ejemplo es Ford Motor Company, quien ha reducido a la mitad el uso de disprosio en algunos de sus nuevos modelos híbridos adoptando baterías de iones de litio y eliminando la necesidad de neodimio, que se utilizaba en modelos anteriores. Junto a ello, son también numerosos en todo el mundo los programas y proyectos de grupos de investigación que están abocados en la búsqueda de sustitutos y de medidas de reciclado.
Con esta breve reseña de lo que son las tierras raras y frente al oscuro y complejo panorama que se nos ha venido encima en la Región del Biobío, casi abruptamente por el intento de explotación -con el Proyecto Biolantánidos que data desde 2011 pero que solo recientemente se supo de qué se trataba, ya que los gestores y los agentes del Estado trataron de que pasara desapercibido- de tierras raras a rajo abierto tras los cerros que enmarcan la ciudad de Penco, la comunidad local está alerta y ‘en pie de guerra’ para defender sus derechos a una buena calidad vida, en lo posible mejor que la actual, pero en ningún caso peor [3] [4]. Para ello se ha estado configurando un frente ‘Blockadia’ de fuerte y cerrada oposición al nefasto Proyecto Biolantánidos, que de ‘Bio’ tiene poco o nada y de ‘Lantánidos’, mucho [5] [6].
Fuente de figura:
https://resumen.cl/articulos/tierras-raras-mineria-guerra-comercial-biobio-peligro-latente-region
Referencias:
[2] https://laventanaciudadana.cl/justicia-climatica-blockadia/
[5] https://laventanaciudadana.cl/sobre-biolantanidos-y-cia/
[6] https://laventanaciudadana.cl/manifiesto-en-penco/
Carlos, excelente detalle de lo que casi nadie conoce. las tierras raras. La gente cree que es algo «liviano» y no intuye lo que verdaderamente son esos minerales y sus procesos extractivos: LETALES para el territorio donde los extraen y procesan. Y en la faja costera de Concepción, Penco y Lirquén ni sueñan con lo que se les viene encima, por lo tanto este artículo debiera ser de lectura obligada en los colegios y en las bibliotecas comunales.
Así es, Antonio. También recomiendo las lecturas de las referencias que van al pie del artículo porque amplían la información sobre el tema. Gracias por tu comentario.