
Los Diálogos Ciudadanos de la Secretaría de Participación
Tras la liberación del Anteproyecto Constitucional, elaborado por los expertos designados por el parlamento, se dio inicio casi de manera simultánea a la estrategia de Diálogos Ciudadanos, iniciativa impulsada y llevada a cabo por la Secretaría de Participación Ciudadana que es la entidad técnica interinstitucional encargada de ejecutar la participación ciudadana del proceso constitucional contemplada en el artículo 153 de la Constitución Política de la República, cuyo objetivo es recoger y facilitar oportunamente la voz de la ciudadanía y favorecerlas condiciones para que esta sea considerada en el debate constitucional, y para cumplir con este mandato, la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica de Chile, en colaboración con universidades acreditadas y otras instituciones y organizaciones de la sociedad civil diseñan, coordinan implementan y sistematizan los mecanismos de participación en consideración al artículo 106 del Reglamento de funcionamiento de los órganos del proceso constitucional, procurando la inclusión efectiva de grupos y personas habitualmente excluidas de la discusión pública.
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En este sentido, los Diálogos Ciudadanos no son la única estrategia de participación en funcionamiento, pero me referiré específicamente a ellos dado que tuve la oportunidad, tras inscribirme y completar un formulario en línea, de ser una de las 1.000 personas seleccionadas para participar de este mecanismo.
Para ejecutarlo existe un amplio despliegue de colaboradores que le contactan, orientan e insisten en la importancia de llegar al encuentro, el que se programa a través de una videollamada que se desarrolla en una Plataforma propia de la Secretaría por el transcurso de 2 horas cronológicas. La Plataforma efectivamente permite la participación real de personas tan heterogéneas como la diversidad social que constituye nuestro país, tan extenso y disímil entre sus regiones, territorios y comunidades, acercando en ese espacio-tiempo de 2 horas sujetos que de otra forma no hubiésemos tenido oportunidad de estar presentes en conjunto. Sin embargo, en términos metodológicos, es decir, en lo que se refiere a la estructura, finalidad y moderación de la actividad propiamente tal, se encuentra bastante distante de lo que podemos entender genéricamente como un diálogo o conversación ciudadana. Se organizan grupos de no más de 4 a 6 personas dirigidos por un moderador, cautelando la heterogeneidad de los participantes, de la cuál doy fe, ya que en mi grupo contábamos con un obrero de la construcción jubilado de Linares, una joven dueña de casa de la región de Tarapacá, un constructor civil de la región de Los Lagos y una joven estudiante Técnico de Enfermería de la IV región, siendo a mi parecer lo más enriquecedor de la sesión.
Una vez establecidas las reglas de respeto que se deben tener en consideración durante la sesión, más algunos aspectos técnicos del uso de plataforma, se inicia la actividad propiamente tal, la que a grandes rasgos consiste en que cada participante de manera individual debe ordenar bajo un criterio de importancia personal o prioridad un listado de proposiciones que constituyen los articulados del Anteproyecto. El conjunto de proposiciones, no más de 4 alternativas por vez, hacen parte de alguna de las dimensiones o ítems del documento (derechos sociales; sistema político; deberes constitucionales, etc.). Sin poder referirse al contenido mismo de las proposiciones, a su pertinencia, alcance o divergencia en torno a lo que dice cada uno de los artículos, no existe más opción que ordenar del 1 al 4 según prioridad para cada uno, aun cuando en algunos casos el conjunto de proposiciones podría parecer imposible de ordenar en términos jerárquicos, ya que, y esto es una valoración personal, cada una de las 4 proposiciones pueden parecer prioritarias en igualdad de condiciones, como es el caso de los Derechos Sociales.
Más allá de la consigna, la actividad no consigue realmente generar una conversación o diálogo entre los participantes, aunque sí se tiene oportunidad de escuchar el orden y las razones que cada uno argumenta, lo que en sí mismo permite conocer visiones completamente diferentes de la propia, fundadas en experiencias, territorios, necesidades e intereses tan diversos como personas habitamos esta nación. Personalmente, éste fue para mí un efecto enriquecedor, ya que, si bien no se contempla la interacción entre los participantes, el solo hecho de escuchar razones para mí jamás pensadas en torno al rol del Estado frente a las jubilaciones, los adultos mayores, los partidos políticos, etc., abre el espectro de creencias e ideas en que solemos desenvolvernos. En ese sentido, la actividad es altamente interesante. Por otro lado, y precisamente por el tratamiento metodológico de la actividad, al solicitar que se indique un orden de forma individual y no grupal, es decir, no se propone poner a los participantes a dialogar antes de proponer el ordenamiento de las frases, se rescata sólo la mirada individual, pero no concluye en términos de acuerdos grupales, excepto por la consulta, hacia el final de cada ronda, de indicar que tan de acuerdo, del 1 al 5, se está con el orden en que van quedando las proposiciones. Del mismo modo queda la pregunta de cómo se sistematizarán estas respuestas y qué resultados se arrojarán tras el proceso. Finalmente, se cierra la actividad consultando qué temas no fueron abordados, última (o única) oportunidad para pronunciarse sobre todos aquellos aspectos que no hayan sido considerados y que a cada quien le parezcan relevantes en términos constitucionales.
El ejercicio en sí no deja de ser significativo, novedoso, moderno, masivo y, no me cabe duda, bien intencionado, sin embargo, ya sea por falta de cultura política, cívico-ciudadana, o por consideraciones técnicas, propias de una sesión realizada por videollamada, con una Plataforma amigable, pero no infalible, que debe llegar a ciertos resultados en 2 horas, no se vive como un proceso dialógico o conversacional, propiamente tal, pero es un buen arranque para esta etapa intensiva que se inicia de revisión del Anteproyecto, para ponernos en disposición de diálogo y escucha en un marco de respeto y de búsqueda de visiones comunes. El llamado es a participar con mirada crítica, pero sin restarse de este proceso a través de cualquiera de los mecanismos que la Secretaría está impulsando.
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