«La conservación es un estado de armonía entre el hombre y la tierra.»

Aldo Leopold.

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Editorial: La prensa en la cornisa

Equipo laventanaciudadana.cl

Periodismo ciudadano.

Es propio de la sociabilidad de la especie humana que los individuos procuren permanentemente comunicarse con sus semejantes. Desde los tiempos más remotos se encuentran testimonios variados que van desde la más inmediata relación oral, pasando por la escritura y los pregoneros, hasta llegar a la invención de la imprenta, lo que sin duda marcó una revolución en este campo, y luego la emergente comunicación digital que al dar origen a “la aldea global” hizo desaparecer conceptos tales como el tiempo y el espacio.

Esta evolución ha marchado en forma paralela a la complejización creciente de las sociedades, hecho que sin duda junto ha marcado un progreso nítido especialmente en el plano tecnológico pero que ha engendrado una gama de problemas tanto respecto a la responsabilidad que tienen frente al público quienes están presentes en la actividad (empresas y profesionales) como al enjuiciamiento ético que cada día se hace más necesario.

En líneas gruesas, el periodismo escrito, de las más diversas tendencias, estuvo presente en más de un siglo de la vida nacional hasta que poderosos gremios empresariales, como la agricultura y la minería, decidieron invertir en la radiodifusión no “con fines de lucro” sino con el indisimulado objetivo de orientar la información que se entregaba y, en consecuencia, manipular la opinión pública. Así, de repente, el país se encontró con una situación inédita: prácticamente un duopolio logró controlar casi la totalidad de la prensa escrita al tiempo que los grupos de poder incursionaban en el dominio creciente de la televisión y de la radiocomunicación.

¿Es bueno esto para la vida democrática de una comunidad?  

Por supuesto que no.

Cuando el medio de comunicación (la empresa informativa, más precisamente,) se pone al servicio de determinados intereses y trabaja sistemáticamente para ellos, está faltando a su deber primordial que es el de entregar objetivamente los datos ciertos, duros, comprobados o comprobables, para que el receptor se forme su propia opinión. Al contrario, cuando se silencia o se oculta una determinada información; cuando deliberadamente se trabaja solo con fuentes oficiales o formales y se elude el deber de cuestionar y controvertir lo que se nos está entregando; cuando en forma truculenta se recurre a la opinión de “seudo expertos” pertenecientes, por ejemplo, a determinadas universidades cuyo sesgo político o ideológico es claro, se está incurriendo en una grave falta profesional rayana en una infracción a la ética profesional.

Ese afán, bastante patológico por lo demás, de buscar presionar al receptor del mensaje para inducirlo a pensar en consonancia con los intereses y puntos de vista de la empresa periodística, en nuestro tiempo resulta bastante infructuoso. Con todas las críticas que puedan ser hechas a las redes sociales, es indudable que día a día develan lo que los grandes medios han tratado de escabullir. En este amplio campo, han surgido múltiples medios de comunicación digital, cuya tendencia es declarada o explícita, y a los cuales el visitante le entrega su confianza según su voluntad

El duopolio imperante en Chile en materia de prensa escrita, ha sufrido un fuerte golpe durante la semana. El diario “La Cuarta”, de Copesa, prácticamente desaparece y “La Tercera”, su hermana mayor, limitará su circulación solo a Valparaíso y la Región Metropolitana, todo con un saldo de 230 empleados despedidos. La crisis de la empresa se veía venir y el ingeniero Andrés Benítez, que asumió la Gerencia para salvarla, no encontró otro camino que la masiva desvinculación laboral. Lo grave de esto, es que, en materia informativa, gran parte del territorio nacional quedará crecientemente en las manos únicas de “El Mercurio”, cuyo compromiso histórico con la dictadura y ahora con las grandes empresas y los grupos más conservadores, han dañado con fuerza su credibilidad.

A pocas semanas de que se ponga en marcha el histórico proceso constitucional ciudadano, para el país resulta indispensable contar con medios de prensa escritos que, además de su indispensable amplitud informativa nacional e internacional, otorguen los espacios necesarios para recibir el diálogo maduro y responsable que la ciudadanía reclama. Esto significa recapacitar, enmendar actitudes y conductas, tener capacidad para entender que en la comunidad nacional coexisten y siempre van a coexistir, sectores con pensamientos diferentes, que viven realidades distintas, que tienen necesidades diversas. Si la prensa escrita en problemas, se aferra al servicio de los apetitos de los grupos dominantes y busca confundir los privilegios de estos con los derechos fundamentales y los requerimientos económicos, sociales, culturales, de las grandes mayorías, más temprano que tarde sufrirá las consecuencias.   

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