
Desde Shanghái con Energía [*]
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El horizonte de Shanghái. Si sales del centro de la ciudad para contemplarlo, tienes la clara impresión de haber salido de la nave espacial de Elon Musk que aterrizó en otro planeta.
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De vuelta en casa tras diez días en China, me recupero poco a poco del desfase horario y empiezo a ordenar mis impresiones sobre lo que vi y viví.
En primer lugar, la reunión: tenía un título ambicioso, «Reconciliación entre la Tierra y la Humanidad». Fue un evento de gran envergadura organizado, entre otros, por la UNESCO, el Club de Roma y la Universidad de Ciencias de la Ingeniería de Shanghái. Fue una sucesión interminable de presentaciones de investigadores de quince países distintos, e hice todo lo posible por asimilar la mayor cantidad de información posible.

La reunión reforzó mi impresión de que los chinos se toman en serio la transición energética. Adoptaron el concepto de «Civilización Ecológica» (生态文明, shēngtài wénmíng), que ahora es una política oficial del gobierno, consagrada en la Constitución china. La idea es que la naturaleza y la economía humana deben estar en armonía, un concepto también expresado como «Las Dos Montañas».
¿Sólo palabras? Yo diría que no. Cuando los chinos se proponen algo, suelen hacerlo, y lo hacen con seriedad. No es que no haya lavado de imagen verde en China, pero los chinos han comprendido algo fundamental: si no se liberan rápidamente de los combustibles fósiles, no podrán mantener la prosperidad que han construido a través de décadas de arduo trabajo y sacrificio.
China importa casi todo el petróleo y el gas que consume, lo cual resulta costoso y la hace estratégicamente vulnerable. Aún utiliza carbón, que por ahora sigue siendo su principal fuente de electricidad, pero, como sabemos, es altamente contaminante y su uso no es sostenible a largo plazo. En la conferencia se debatió cómo alcanzar las emisiones netas cero (“Net Zero”); el plan actual del gobierno es lograrlo para 2060. Quizás sea demasiado tarde para evitar daños mayores, pero los chinos son conocidos por superar las expectativas cuando se lo proponen. En este sentido, se ven favorecidos por el estancamiento del crecimiento poblacional y el inicio de un lento descenso demográfico. Esto reducirá la presión sobre los recursos y generará menos contaminación.
El éxito de China en energías renovables ha sido sencillamente asombroso. La industria china es capaz de producir sistemas fotovoltaicos a costes tan bajos que superan a todas las demás fuentes, salvo quizás la eólica. Por no hablar de las nuevas baterías de bajo coste, los coches eléctricos, la automatización, la robótica y la electrificación del sistema económico en general. En todos estos ámbitos, China está obteniendo una ventaja tecnológica sobre Occidente que pronto podría ser insuperable. Y la cuestión no es tanto que avancen más rápido que nosotros (refiriéndose a Occidente). La cuestión es que, mientras ellos avanzan, nosotros retrocedemos. En lugar de invertir en el futuro, nos esforzamos por mantener tecnologías obsoletas. ¿Qué se puede decir? Recibiremos lo que merecemos.
Así pues, el crecimiento de la producción de energías renovables en China es exponencial, mientras que la producción de carbón se estanca y se prevé que disminuya en los próximos años. Los resultados son evidentes. Las ciudades chinas fueron conocidas en el pasado por su terrible contaminación, pero hoy, si uno camina por las concurridas avenidas de Shanghái, puede percibir el aroma de las plantas que crecen a los lados (¡excepto en las zonas donde predomina el olor a comida china!). Las motocicletas son todas eléctricas. La mayoría de los coches particulares son eléctricos, y aunque el tráfico pesado aún no está electrificado, se está trabajando en ello.
Entonces, ¿deberíamos aprender de China cómo resolver nuestro actual dilema? Creo que sí, y quizás les interese un libro reciente de Chandran Nair y otros autores: «Understanding China». Aquí vemos a Nair durante su ponencia en la reunión de Shanghái:

En este y otros libros, Nair expone el concepto de “Estado fuerte”, que abordé en una publicación anterior (in a previous post). En ella escribí que, “En su libro El Estado Sostenible (2018), Chandran Nair argumenta con contundencia que no se pueden tomar medidas serias contra amenazas como la contaminación o el cambio climático si el Estado no es fuerte. Esto no significa una dictadura, sino un Estado que goza de la confianza de la ciudadanía, se sustenta en un sistema tributario justo y puede frenar los intentos de los grupos de presión por apropiarse de la riqueza nacional”.
¿Es una buena receta para Occidente? Es difícil decirlo, y el hecho de que el sistema chino haya tenido tanto éxito hasta ahora no significa que se adaptará fácilmente a los desafíos que aguardan a la humanidad en un futuro próximo: el agotamiento de los recursos minerales, la contaminación y el cambio climático. Pero una cosa es segura: Occidente y China tienen mucho que aprender el uno del otro.
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Para finalizar, aquí el concepto de “civilización ecológica” se ilustra con la diosa Gaia, junto con su colega china, la diosa Guanyin.

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UB
17/11/2025
Fuente: 17.11.2025, desde el substack. com de Ugo Bardi “El Efecto Séneca” [1]: “Los incrementos son de crecimiento lento, pero el camino a la ruina es rápido”. Autorizado por el autor.
[1] N. del T.:
Vídeo de Ugo Bardi explicando “El Efecto Séneca” (en inglés) durante la Conferencia del 50° Aniversario del Club de Roma.







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