
JORGE OYARZÚN, PAISAJISTA INSPIRADO EN LA NATURALEZA
Conocer un jardín de Jorge Oyarzún es un suceso especial, cautiva desde el ingreso e invita a ser recorrido, se anuncia que allí ocurre algo singular. Las posibilidades de transitar suelen ser variadas y en la medida que se avanza se van sucediendo las vistas y los lugares de estar en forma pausada, no se muestra todo de una vez. Después de esta experiencia surgen deseos de conocer más del autor y de su obra y así les ha sucedido a muchos paisajistas, tanto experimentados como principiantes que han acudido a sus talleres para aprender de esa naturalidad, sorpresa y armonía, que se perciben en los parques y jardines diseñados por Oyarzún.
Es un Paisajista apasionado que se ha autoformado con más de 45 años de experiencia, aportando principalmente en el mundo privado. Sin importar el tamaño del lugar, ha abordado pequeños patios de escasos metros cuadrados hasta parques de varias hectáreas, con la misma pasión, conocimiento profundo del lugar y entrega. En el ámbito público diseñó el Parque de las Esculturas en la comuna de Providencia de la Región Metropolitana; el que a pesar de haber sido intervenido en varias oportunidades sin su participación, aún mantiene la esencia del diseño con el que fue proyectado.
Es muy claro cuando afirma que ser naturalista no significa copiar la naturaleza, ya que esta sería una tarea infructuosa y por su gran variabilidad, imposible de hacer bien. Plantea que la naturaleza despliega todo su material frente a nuestra mirada y es el observador el que extrae la belleza, siendo éste un trabajo muy particular que depende de quien lo realiza y un aprendizaje que en la medida que se practica, lo que denomina “contemplación periódica del paisaje”, genera educación y riqueza; todo esto con fines de aprender un lenguaje que está presente en la armonía de la naturaleza, en el paisaje, ya sea de un bosque hasta el desierto, también en el agua y las nubes con sus movimientos; donde impera la desigualdad, la sinuosidad y no existe la línea recta. Por tanto, sus diseños se caracterizan por ser ondulantes, desiguales, contrastantes y asimétricos.
De acuerdo a los principios del diseñador, cada persona que se dedique a este oficio debe ser capaz de imaginar y vivir un diseño para cada espacio. Siguiendo esta idea, considera inconcebible replicar diseños como parte de un catálogo ya que cada lugar es único. Dice Oyarzún, “si uno saca piezas o busca soluciones, está adornando un espacio, no está diseñando”. También, debe ser capaz de incorporar ciertos elementos del lugar, de la preexistencia, que son condicionantes, es decir, van a inclinar el diseño en algún sentido. A la vez relacionar el paisaje lejano y el próximo.
Siguiendo con sus enseñanzas, considera que las dimensiones básicas que un diseñador de paisajes debe aplicar son: el volumen, el tiempo, la luz, el color, la profundidad y el silencio. También diferencia dos estructuras en el diseño, una fija permanente, compuesta por las formas y límites del terreno y el césped, los caminos, depresiones y levantamientos, piedras, rocas, agua, troncos y una estructura cambiante, que la otorgan las plantas. Enfatiza que un diseño con carácter depende de la estructura fija y se completa o refuerza con la estructura cambiante que entrega la flora. Con respecto a la selección vegetal es muy prolijo, está constantemente estudiando y observando el comportamiento de las plantas en terreno. Es un gran conocedor de la flora nativa e incorpora un porcentaje de ella en cada una de sus obras, así como de coníferas, con las cuales crea interesantes contrastes y movimientos, por su gran variabilidad y definición en formas, colores y texturas.
Es muy inquieto y para lograr sus objetivos de diseño busca diferentes materiales y formas de expresión, que incluyen el manejo de la vegetación. En este sentido realiza podas dirigidas con seguimiento a lo largo de los años, lo aplica en grupos de Crespones (Lagerstroemia indica) que en conjunto logran movimientos y marcan líneas, Acer japónicos (Acer palmatum), a través de un aclarado de ramas acentúa la horizontalidad y crea diferentes estratos. Así también, trabaja levantamiento de raíces en los Seibos enanos (Erythrina crista galli) realzando un movimiento tortuoso radial.
Al conocer su forma de trabajo y gran dedicación, se comprende que cada piedra, sendero y planta es producto de un acucioso estudio y forma parte de un sistema que se va engranando hasta formar un todo cohesionado, armónico en sí y entre cada uno de los elementos que lo componen. Lo que queda plasmado en sus parques y jardines, que cautivan e invitan a ingresar y desear conocer más del diseñador y su obra.
Los que hemos tenido el privilegio de participar en sus talleres, aprender el lenguaje de la naturaleza y conocer su obra de cerca, sentimos un profundo agradecimiento y compromiso por mantener vivas sus enseñanzas y legado.
María Gabriela, tiene usted todo mi reconocimiento, sus trabajos, sus escritos en la ventana son un gran aporte.
Gracias por mí y por los que tienen el privilegio de leerle.
Que lindo relato el suyo María Gabriela, una profesional como usted rindiendo un reconocimiento y homenaje a un paisajista de esos que se «hacen solos», que logran sabiduría a través de la relación con latirra y la naturaleza.
En su relato, usted logra que uno sueñe con conocer esas obras…
GRACIAS.
Así es Juan, sus obras son muy especiales y su autor aún sigue diseñando a los casi 90 años. Todo un ejemplo de amor, dedicación y alto nivel de detalles en cada una de sus obras.