
LECCIÓN DEMOCRÁTICA
Chile vive hoy un paso importante en el desarrollo de su democracia. Asume la Presidencia de la República un joven diputado, egresado de Ciencias Jurídicas y Sociales, Gabriel Boric Font, enarbolando la bandera de los cambios profundos que el país necesita para avanzar.
Sucede en el cargo al ingeniero comercial y empresario Miguel Juan Sebastián Piñera Echeñique, de 72 años, quien se va dejando un reguero de quejas, protestas y acusaciones. Su valoración, según encuestas, es una de las más bajas de la Historia del país. Y su futuro está más marcado por los tribunales de justicia que por su labor al frente de la primera magistratura nacional.
Boric se encarama en brazos de quienes protagonizaron la mayor protesta nacional, denominada “estallido social”, cuyo epicentro está fechado el 19 de octubre de 2019. Un movimiento popular que surgió espontáneo, encabezado por los estudiantes y seguido por las más diversas organizaciones del país. Fue masivo, en un comienzo pacífico, pero que sufrió los embates de sectores que priorizan la violencia y que desprestigiaron la justa protesta nacional, apoyados por una prensa que defiende los intereses particulares de quienes no quieren cambios.
El nuevo Presidente, de recién cumplidos 36 años de edad, se transformó en un líder de las demandas de justicia, de fin a los abusos, a la corrupción, a las viejas prácticas politiqueras, a las desigualdades ofensivas. El movimiento social, muy masivo a través de todo el país, mostró la disconformidad por las enormes desigualdades existentes, por las injusticias, por las aberraciones producidas por la corrupción, los abusos, las colusiones. Por los robos a manos llenas de entidades que debieran ser las garantes de que no se produjeran. Por las diferentes apreciaciones judiciales, basadas descaradamente en las condiciones sociales, económicas o familiares.
Muchas de las demandas son compartidas por las grandes mayorías nacionales. Y esas mismas mayorías calificaron de caduco o fracasado el sistema neoliberal, las instituciones de Gobierno, las entidades previsionales, la educación cívica general de la gente. Por eso se convocó a un Plebiscito para decidir si se cambiaba la Constitución del país y de cómo se escribía una nueva. Y el resultado fue abrumadoramente mayoritario para que el propio pueblo eligiera a sus 155 representantes que están escribiendo el nuevo documento marco de nuestra convivencia social.
Luego vinieron las elecciones de nuevo Parlamento y Gobierno. Y allí surgió la figura del líder potente que representa los anhelos de la gran mayoría nacional.
Gabriel Boric Font ha propuesto muchos cambios profundos, ha buscado las personas más adecuadas para que le acompañen en su gestión, basada en esos anhelos populares. Ha debido moderar bastante su propio discurso, con el fin de aglutinar el mayor número de apoyos de la centro izquierda chilena y abrir el ancho camino de la esperanza.
O sea, a la Presidencia de la República de Chile llega un líder absolutamente distinto al que se va. Representa ideas muy diferentes y con trayectoria emergente. Y todo esto se produce en la más absoluta calma. O sea, la democracia chilena funciona y nuestro pueblo muestra la madurez que nos distingue. Es una lección democrática de un conglomerado social que ha aprendido a solventar sus problemas por la vía de la concordia, del diálogo, de la verdadera política. En definitiva, Chile transita ahora por la vía inteligente del progreso en paz.
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