ANA GONZÁLEZ, MUJER HEROICA
Ana González, mujer heroica; esposa, madre y abuela incansable; tenaz defensora de los derechos humanos; luchadora ejemplar.
Cuarenta y dos años atrás, en abril de 1976, Ana vio partir a sus hijos Manuel Guillermo y Luis Emilio, a su nuera embarazada Nalvia y a su esposo Manuel. Arrebatados por las garras de la DINA, Ana nunca los volvería ver.
Dedicó su vida a la búsqueda de los suyos; dedicó su vida a la búsqueda de la verdad; dedicó su vida a la defensa de quienes fueron perseguidos por la dictadura; dedicó su vida a sacar la voz por la libertad y la justicia.
Ana González es una mujer heroica; pero no en el sentido de los súper héroes de hoy, con poderes sobrenaturales.
Ana González es una mujer heroica, que concentra en su persona las virtudes más apreciadas y hoy tan escasas en nuestra sociedad. Sus poderes son de este mundo: su fortaleza y coraje, su humildad y modestia, su perseverancia inagotable, su rebeldía a toda prueba, su espíritu guerrero y luchador, y su profundo amor por su pueblo.
Los jóvenes eran su esperanza. Hace no mucho tiempo señaló, refiriéndose a la realidad del Chile de hoy, “El país está como lo pensó Pinochet. Cuando dicen “le ganamos a Pinochet”, pienso que no es verdad. No le ganamos. Seguimos divididos y los luchadores de antes se recogieron a sus casas. Para eso fue la dictadura: para silenciar al pueblo que había ganado su libertad. Pero confío en los jóvenes de hoy. Salen a las calles a protestar y eso significa que vamos bien».
La defensa de los derechos humanos es muchas veces sinónimo de una vida llena de amenazas, ultrajes, humillaciones e incluso muerte. Sin embargo, Ana nunca dejó que estas vivencias tan dolorosas y difíciles mermaran su valentía, ni comprometieran su extraordinario compromiso por la defensa de la dignidad y los derechos de todos los chilenos y chilenas.
Una larga vida de sacrificios personales se fue acumulando en cada una de las profundas arrugas que surcaban su rostro. Una larga vida de solidaridad y entrega, mantuvieron la luz y transparencia de sus ojos. Su semblante nos revela una mujer de mirada fuerte y tierna a la vez; una mujer cuya historia estuvo marcada por la pérdida de los suyos y de tantos otros, pero cuyo amor por la vida le permitió continuar caminando siempre con la mirada en alto, con porfiada esperanza y optimismo.
Ana pudo haber sido una mujer triste; nadie la habría juzgado por ello; sin embargo, Ana escogió, aun con todo lo vivido, la felicidad. Esa felicidad que la dictadura intentó arrebatarle, pero que ella siempre encontró en los niños, en su gente y en las cosas más simples de la vida.
Como canta Ana Tijoux, en la canción Sacar la voz, que dedicó a Ana González en un concierto íntimo, “Respirar para sacar la voz; Despegar tan lejos como un águila veloz; Respirar un futuro esplendor cobra más sentido si lo creamos los dos; Liberarse de todo el pudor; Tomar de las riendas, no rendirse al opresor; Caminar erguido sin temor; Respirar y sacar la voz”.
Ana González ha partido, sin embargo no nos ha dejado.
Ana González nos seguirá acompañando con su ejemplo, con una vida que estremece y conmueve, como un desafío profundo a dejarnos tocar por el dolor propio y de otros, a no bajar la mirada, y que nos invita a seguir luchando, con más fuerza y compromiso, por un chile más justo, humano, fraterno y solidario.
Compañera Ana González, gran mujer y ser humano, quedas presente en nuestros corazones, hoy y siempre.
Se nos fue una grande, de las «imprescindibles»
Seguramente unos cuantos que negociaron con el Yerno del dictador asesino andaban, sin vergüenza alguna, en el funeral…