
CHILE SE ENFRENTA A LA MENTIRA
Estoy triste y sorprendido. Triste, porque cada día vamos descubriendo nuevas maniobras corruptas para torcer la verdad, para conseguir deformarla, con el único fin de mantener privilegios de pequeños grupos que se han enriquecido a costa del erario nacional y del esfuerzo de la gran mayoría de los chilenos. Y estoy sorprendido porque, al descubrirlas y mostrar a quienes las pusieron en práctica, no se adoptan medidas sancionadoras que pongan fin a tales prácticas corruptas.
Desde siempre he escrito en estas columnas semanales que las mentiras, las noticias falsas o “fakenews” importadas de otras realidades, deberían ser consideradas un delito, porque inducen a que la gente dude y adopte decisiones erróneas. O sea, son prácticas malévolas, irresponsables y censurables.
Estamos viviendo las consecuencias de un poder económico sin límites que financia esta tergiversación de la realidad. Vemos a ganapanes que prestan sus talentos para desvirtuar los sentimientos de los ciudadanos. Y comprobamos que hay gente que se somete a esa mentira, sin preocuparse de las consecuencias que, como un bumerang, se les volverá en contra a poco andar. Todo esto constituye, sin duda, una desfachatez sin límites.
Lo último que se ha conocido es la elaboración de un convincente spot televisivo, elaborado con actores profesionales, presentando una realidad ficticia, falsa o trucha. Afortunadamente, una protagonista de este trabajo de engaño, sintió arrepentimiento y desveló la enorme mentira.
Todas estas maniobras se vienen realizando desde hace mucho. Ahora, cuando estamos a las puertas de un nuevo plebiscito para aprobar el texto de una Nueva Constitución, cobran inusitada fuerza para torcer la voluntad popular. Han querido desprestigiar a los integrantes de la Convención Constitucional y deslegitimar su trabajo. Y ahora, cuando el borrador del texto definitivo ha sido puesto a consideración de la opinión pública, se dan cuenta de que estamos en presencia de un documento serio, moderno, amplio, que marcará el inicio del cambio profundo que la sociedad chilena anhela muy mayoritariamente. Entonces lo combaten con las más siniestras acciones para que se le rechace y todo el proceso vuelva atrás, como un fracaso.
Creo sinceramente que no se le puede ni se le va a torcer la voluntad, mayoritariamente demostrada por el pueblo chileno mediante las vías pacíficas que la democracia nos permite, que anhelan tales cambios.
Justamente es la vía democrática, pacífica y madura, la que abrió el camino a la elaboración de una Constitución para el Nuevo Chile. Y fue a través de esos mismos cauces que elegimos a nuestros representantes para cumplir tan noble misión. Además, lo hicimos paritariamente, hombres y mujeres, dando una lección al mundo de que somos capaces de avanzar en equidad, justicia y progreso.
Volvemos a concitar respeto más allá de nuestras fronteras. Y lo vamos a corroborar nuevamente el 4 de septiembre, cuando pasemos por sobre las maniobras indecentes de los inescrupulosos que quieren imponer sus mentiras y seguir corrompiendo nuestra sociedad.
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