«Si los sapiens somos tan sabios ¿por qué somos tan autodestructivos?»

Yuval Noah Harari

 

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LA FRUSTRANTE GESTIÓN AMBIENTAL REGIONAL

¿Por qué  la gestión ambiental regional del país generalmente deja una sensación de frustración? ¿Qué es lo que no funciona o funciona mal? Veamos lo que pasa en la realidad: Una determinada empresa, en función de la posibilidad de un negocio fructífero, resuelve hacer una inversión, la que podría ser, una gran industria, una represa, una termoeléctrica, una mina a cielo abierto. Dentro de sus análisis de factibilidad resuelve sobre la localidad que le sería más adecuada. Compra los terrenos y prepara su evaluación de impacto ambiental. Paralelamente empieza a difundir, tanto a nivel de gobierno como de la población, las ventajas de su inversión, destacando casi siempre la influencia de la inversión en el crecimiento del PIB y en la creación de empleos.

Los gobiernos regionales, ávidos de inversiones, (pues parece ser que son calificados centralmente sólo en función de cómo se mueve el PIB),  reciben con satisfacción las nuevas iniciativas y les dan un beneplácito tácito. En un comienzo, y sin todos los antecedentes sobre la mesa, los posibles impactos negativos en las poblaciones locales afectadas no pesan mayormente y el proyecto sigue su marcha. Si en la región se ha realizado una planificación ambiental estratégica, es muy difícil que ésta tenga cierta importancia por la falta de tradición en el uso de este instrumento o porque sencillamente sus planteamientos no son vinculantes.

Aparece entonces el Estudio de Impacto Ambiental en donde con mucha frecuencia arroja un bajo impacto ambiental, planteamiento que por lo general se deriva de que algunas de las consultoras que realizan estos estudios en el país, tratan de cumplir “adecuadamente” el pedido de la empresa, confeccionando una evaluación con el menor impacto ambiental posible. A esta altura, la propaganda ya ha permeado a  la opinión pública regional para que se la considere como una inversión  positiva. Además, las empresas se mueven a nivel nacional haciendo su correspondiente ‘lobby’. El poder central se hace sentir con mucha fuerza imponiendo sus puntos de vista por sobre el pensar regional.

Simultáneamente, campesinos, o pescadores o pobladores periféricos de ciudades o pueblos rurales, toman conciencia de como esas inversiones les impactarán su medio ambiente, les afectarán sus sistemas de trabajo y les destrozarán sus formas de vidas.  Por otra parte, los movimientos ecologistas y  ambientalistas empiezan a movilizarse para  analizar cómo se pueden detener o minimizar estos impactos.

El debate se instala. Aparecen los datos duros del incremento del PIB, de la creación de fuentes de trabajo, de la  urgencia de “crecimiento” de la región, y a veces, a nivel nacional, del ahorro de divisas. Los opositores  cuestionan  que el proyecto favorezca a la región o incluso al país, temiendo que no tenga capacidad de retención de excedentes regionales, que no absorba mano de obra local sino foránea, y que sus impactos afecten los ecosistemas, la biodiversidad, y produzcan la disolución de las comunidades locales.

El nivel de la discusión generalmente se traslada a los órganos de prensa. Aquí, por lo general, se produce un marcado desequilibrio ya que la empresa generalmente invierte grandes sumas de dinero en hacer ver las ventajas de su proyecto frente a los movimientos ciudadanos opositores, carente de recursos, dispersos y a veces  poco organizados.

Pero lo más grave es la tremenda trampa  en que se cae,  pues el debate se centra en la Evaluación de Impacto Ambiental y no en todo lo que debería haber precedido a este: la discusión relativa a la pertinencia y utilidad del proyecto, y su relación con la o las comunidades locales. Obviamente que de esta discusión se derivará el problema  de la localización y  relación con el entorno.  Si se hiciera,  este debate  necesitaría de una información amplia y transparente y de una  fuerte y organizada participación ciudadana.  Además, debería contar con instrumentos que hagan vinculantes las conclusiones.

El debate centrado en la Evaluación de Impacto Ambiental, matizado con una Panificación Estratégica complementaria, lleva inexorablemente a la aprobación del EIA. Son muy pocas los estudios que se rechazan, no obstante que estos  estudios en la mayoría de los casos son presentados con serios déficit. La carencia de líneas base hacen que las consultoras se limiten a sólo algunos aspectos, soslayando o evitando los conflictivos. No hay en los estudios enfoques basados en la ecología que permitan analizar cómo se afectan los comportamientos integrales de los ecosistemas intervenidos.  Como la evaluación de impacto ambiental se desglosa por especialidad y se envía para su análisis  a cada servicio público, no hay estudios que aborden el problema de las interacciones. Por otra parte el Servicio del Evaluación Ambiental (SEA) sólo distribuye, recibe respuestas, y las  consolida según las funciones que le asigna la ley y sus reglamentos. El argumento que afirma que las nuevas exigencias de Planificación Estratégica absorben estos problemas es falso pues influye muy poco en las decisiones finales, dado que se presiona para que no interfiera ni reduzca las posibilidades de aprobación del proyecto.

Dentro de esta discusión aparecen las observaciones ciudadanas. El  problema, hasta hoy insuperable, es que muchas de las observaciones ciudadanas se hacen referidas a todo ese inexistente debate que debería haberse realizado previamente. En consecuencia, las más importantes observaciones ciudadanas no tienen cabida en la discusión y son aplastadas por el peso de las cuestiones técnicas. El debate tiende a derivarse a los detalles de la evaluación, creyendo ilusamente algunas organizaciones ciudadanas que podrían detener un proyecto con objeciones a temas concretos. Lo que sí pueden obtener, sobre todo cuando la autoridad ambiental los apoya, son modificaciones y mitigaciones del proyecto, pero no la nulidad de éste o de cambio de su localización.

En este contexto, los proyectos en la práctica casi siempre se aprueban previamente. El  ritual de la sesión del Consejo Regional de Medio Ambiente para aprobarlos debe necesariamente hacerse  para  cumplir la ley. Incluso, en estos consejos se plantean algunas nuevas exigencias y mitigaciones acordadas previamente. Por lo general, el Servicio del Evaluación Ambiental cumple en  las exigencias que impone la ley, y los servicios públicos,  hacen su trabajo de análisis críticos del EIA, pero cada uno en su sector. ¿Cómo podría entonces no aprobarse?

En consecuencia, las frustraciones que surgen en la gestión ambiental que se aplica en el país no radican en el sistema de evaluación del impacto ambiental. Radica en la ausencia de un  sistema de ordenamiento territorial previamente aprobado y vinculante, donde el medio ambiente sea parte integral de él, donde se definan las prioridades de inversiones en función de la calidad de vida de la gente, donde se ordene el territorio en función de la definición de las vocaciones territoriales de interés para la región,  donde explícitamente se excluyan las explotaciones agresivas, como al minería de cielo abierto, etc.

Lo que se ha hecho hasta ahora es basarse solo en el instrumento de la planificación estratégica, que tiene dos facetas: por una parte, positiva al mejorar, aunque sea marginalmente la iniciativa; y por otra parte, negativa, al hacer aparecer innecesarias las políticas e instrumentos de ordenamiento territorial.

Avanzar exigiendo que el país sea “ordenado” en función de múltiples dimensiones y estableciendo la necesidad de un instrumento súper estructural y legalmente vinculante  serviría para asegurar una gestión ambiental que de más sustentabilidad al desarrollo regional  y, por ende, nacional.

Fuente de la figura:  www.alertaislariesco.cl

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4 Comentarios en LA FRUSTRANTE GESTIÓN AMBIENTAL REGIONAL

  1. Gran lección, un artículo que debiera ser replicado de modo abundante.
    Una lección, de lógica incontrastable.

    Gracias profesor.

  2. Valorar este y otros muchos artículos del área Medio Ambiental que han venido publicándose en laventanaciudadana y que han generado interesantes polémicas en la región y el país.
    Lo que no se ha logrado, particularmente en las actuales autoridades del país, es poner el tema Medio Ambiental como centro de las políticas de desarrollo y que la ciudadanía entienda que no es lo mismo el «Crecimiento» a cualquier costo que el «Desarrollo» armónico, fluido y cómo un acto de respeto a la vida…
    Gracias por su gran aporte Nicolo.

  3. Muy buen articulo, de modo sencillo se explica porque es tan frustrante la gestión ambiental para la ciudadanía cuando se trata de proyectos complejos que se presentan de manera muy torcida para pasar bien todas la barreras….,y las pasan…. Y es como que no hay nada mas que hacer. Y no son solo proyectos fabriles, o mineros, sino los de obras publicas y tambien inmobiliarios, que pudiendo ser positivos, se transforman en negativos en función del bien común.
    Gracias Nicolo Gligo, de la U.deChile (mi universidad).

  4. Certero análisis el que nos entrega Nicolo Gligo. Muchas gracias. Un artículo que debería ser leído por todas las ‘autoridades políticas’ y jefes de las ‘instituciones’.

    Queda claro que la ley ambiental y sus reglamentos para las DIA y los EIA, está diseñada para que casi todos los proyectos se construyan ‘si o si’. Si alguien se da la paciencia de leer con detención y concentración un EIA, observará que son larguísimos, confusos y engorrosos, y que minimizan los impactos ambientales negativos. Pareciera que son hechos así ‘ex profeso’, para nadie los lea. Felizmente, a pesar de ello, proyectos muy agresivos como HidroAysén (en Aysén) y Forestal Trillium (en Tierra del Fuego), no prosperaron, gracias a oportunas y certeras acciones ciudadanas.

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