«No podemos resolver la crisis climática sin cambiar nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos.»

Naomi Klein.

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EL DESENTIERRO DEL “CONDE” DE ORGAZ

Augusto Dueñas Eriz

Desde Porto Alegre, RS, Brasil. Ingeniero Civil Mecánico (UdeC). Especialista en Gestión por la Calidad Total y Análisis de Sistemas.

Desde Porto Alegre, Brasil

Quien visita la histórica ciudad de Toledo, región de Castilla La Mancha, al sur de Madrid, no puede dejar de apreciar el Museo de El Greco, con diversas obras de ese gran pintor, situado en la casa-museo que fuera, siglos atrás, de Samuel Levi, un influyente vecino judío. Esa casa posteriormente fue comprada por el Marqués De La Vega, que la reformó completamente para transformarla en el Museo de El Greco. Nunca fue la casa donde vivió el pintor, cuya localización es desconocida.

Toledo, en su “casco histórico”, es una ciudad fascinante, con sus grandes murallas, castillos, iglesias y callejuelas medievales laberínticas en subidas y bajadas, mostrando sus seculares huellas de convivencia de antiguos pueblos y diversas culturas, principalmente castellanos, árabes y judíos. La segunda foto muestra la entrada a Toledo

La tercera foto, con la estatua de Cervantes dando la bienvenida en la calle Cervantes, entrando en Toledo, nos dice que por algo se está en la región de La Mancha.

Cuando se habla de El Greco, el genial pintor Doménikos Theotokópoulos, nacido en Creta, no se puede dejar de evocar su obra prima (foto 4), de gran divulgación mundial, conocida como “El Entierro del Conde de Orgaz”, que marcó un importante evento artístico e histórico, y que ahora trataremos resumidamente de “desenterrar”.

De antemano, afirmamos que el señor feudal homenajeado en esa tela no era “Conde” ni “Santo”, como muchos españoles lo creían, siglos atrás, cuando hasta hacían romerías a su sepultura.

La obra, gran tela de 4,8m x 3,6m, no se encuentra en el museo de El Greco, sino en la iglesia de Santo Tomé, en Toledo, donde es llamada por la propia iglesia “Entierro del Señor de Orgaz”. La primera foto, puesta como figura al inicio de esta publicación, es una vista parcial de la iglesia de Santo Tomé y su torre.

Según la real Academia de la Historia (España), Gonzalo Ruiz de Toledo, Cuarto Señor de la Villa de Orgaz (próxima a la ciudad de Toledo), nació en Toledo en 1260, y su bisabuelo, Ferrán Yuanes, Beni ‘Abd al-Malik fue el Primer Señor de Orgaz, título concedido en 1220 por el rey Fernando III, el Santo.

Don Gonzalo era un político hábil y con buen tránsito entre los poderes medievales de su época (Nobleza y Clero). Desde 1293 ocupó diferentes cargos de importancia, durante los reinados de Sancho IV el Bravo, Fernando IV el Emplazado y Alfonso XI; fue alcalde de Toledo, notario mayor de Castilla y Andalucía, tutor de la infanta Beatriz (futura Reina de Portugal), etc.  El rey Alfonso X, el Sabio, le hizo beneficiario de la repartición de Sevilla, después de la rendición de los árabes. Gonzalo Ruiz de Toledo fue también conocido por su gran religiosidad y obras de beneficencia, siendo responsable de la construcción, en Toledo, de las iglesias de Santo Tomé, de San Bartolomé, la de los Santos Justo y Pastor, y del nuevo Monasterio de San Esteban de los padres agustinos, además de ser el fundador del Hospital de San Antón, para enfermos incurables. Obviamente que sus donativos más generosos eran para la iglesia.

Por el tipo de sociedad de su época, gran parte de su riqueza, además de lo heredado, salía del trabajo de los vecinos de Orgaz, sus siervos. Como Señor, tenía derecho de propiedad de tierras, animales, construcciones y personas de su señorío. En su testamento estipuló que los vecinos de Orgaz debían donar permanentemente a los administradores de la parroquia de Santo Tomé (local que escogió para ser sepultado) varios animales, leñas, papas y otros alimentos, más vinos y 800 Maravedíes (monedas de oro de la época). En 1564, el párroco de esa iglesia, inició pleito en Valladolid al negarse los vecinos de Orgaz a continuar entregando esos bienes a la iglesia más de dos siglos después de la muerte del Señor de Orgaz, acontecida en 1323.

En 1323 las obras de la iglesia de Santo Tomé no estaban concluidas, de modo que el Señor de Orgaz fue sepultado provisoriamente en la iglesia de San Esteban, cuya construcción también financió. En 1327, sus restos fueron transferidos a la iglesia de Santo Tomé, en un segundo sepultamiento. En esa ocasión, las personas (religiosos de esa iglesia) que realizaban esa tarea, declararon haber presenciado un milagro: San Agustín (fallecido en el año 430) y el joven San Esteban (fallecido en el año 34) bajaron de los cielos para ayudar a levantar el cuerpo del Señor de Orgaz. Los testigos juraron que habían “reconocido personalmente” a los santos, quienes, en ambiente invadido por un suave perfume, exclamaron (en latín) “tal galardón recibe quien a Dios y a sus Santos sirve”.

Dos siglos y medio después de ese sepultamiento, en 1583, el milagro fue oficializado por las autoridades eclesiásticas y también hubo un conflicto en Toledo sobre la real sepultura del Señor de Orgaz. Hubo hasta exhumación de cuerpos y la iglesia de Santo Tomé demostró que la sepultura estaba en su local. El párroco de la iglesia, Andrés Núñez de Madrid, con autorización del obispo, decidió dejar un homenaje con registro imperecedero de todo lo sucedido, encargando una gran tela para la recién inaugurada Capilla del Señor de Orgaz. Convidó para la ejecución de esa obra artística al mejor pintor de Toledo, El Greco.

El cuadro fue terminado con la maestría de El Greco quien, como se le había orientado, se inspiró en el milagro asociado al entierro.  Fue muy admirado, incluso por autoridades regionales de la iglesia. Pero el párroco no quería pagar los servicios del artista, porque los consideraba muy caros, a pesar de la obra haber sido tasada en 1.200 ducados por un especialista de la época. El Greco, que había aprendido en Italia a defender sus derechos de artista, entró en pleito que envolvió al Consejo Arzobispal. Este Consejo finalmente determinó que se respetase la tasación en favor del pintor.

El Condado de Orgaz fue creado sólo en 1520 por el rey Carlos I, o sea, dos siglos después de la muerte del Señor de Orgaz, homenajeado en la pintura encomendada en 1583. Inicialmente se utilizó el título de Conde sólo para honrar anacrónicamente al homenajeado. Y ese nombre del cuadro fue quedando, por costumbre. El primer título de Conde de Orgaz (en 1520), concedido por Carlos I, fue para Álvaro Pérez de Guzmán, casado con una descendiente de Gonzalo Ruiz de Toledo.

En el cuadro, El Greco representó dos dimensiones básicas. La dimensión “terrenal”, en la parte inferior, contiene la muerte, los santos del milagro cargando el cuerpo del Señor de Orgaz, diversos caballeros castellanos (uno de ellos es El Greco), siempre en la parte de abajo, a la izquierda, junto al joven mártir  San Esteban, un niño indicando el milagro (su rostro es del hijo de El Greco, Jorge Manuel, que después sería pintor y arquitecto), el teórico San Agustín, vestido de obispo, se encuentra a la derecha del cuerpo que él ayuda a levantar, el párroco Andrés Núñez (quien solicitó la pintura} a la derecha, con una biblia en la mano, como rezando misa, y otras personas de la época. Un ángel subiendo, lleva el alma del Señor de Orgaz en dirección a la dimensión “celestial” (parte superior) donde se localiza la vida eterna, diversos santos y personajes bíblicos, hasta llegar a la Virgen María y a Jesús, encima de todos, como esperando por el alma que sube.

En esta obra prima, El Greco combina talentosamente todos los estilos de su evolución artística, desde Grecia (estilo “bizantino”), hasta Italia y España (estilo “manierista”). El manierismo surgió como revisión del estilo renacentista, utilizando figuras estilizadas y alargadas, espirales, contrastes de luz y sombras, figuras distorsionadas, colores fuertes, etc. Por lo tanto, parece que erraron muy feo aquellos “críticos” que atribuían al estilo de El Greco causas absurdas, como que padecía del defecto ocular de “astigmatismo” o algún tipo de “desequilibrio mental”.

Contemplar y apreciar esta obra, es realmente como asistir a un “milagro”. El milagro de la creación artística de la mente humana, ejemplarmente demostrado por la maestría de El Greco. Si tuviese que dirigirme a jóvenes, principalmente universitarios, abordando el tema de este cuadro, yo no pondría como ejemplo a seguir a un señor feudal, sino al propio artista El Greco por su talento profesional, genialidad, gran formación humanista, y también por defender sus derechos en una época muy difícil para tal actitud.

Fuente de figura:

https://www.inspain.org/es/toledo/toledo/iglesia-de-santo-tome/

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