
Ciencia crítica
El pasado miércoles 27 de mayo se estrenó en una cuenta de Youtube la webserie chilena “Paradojas del Nihilismo: La academia”, trabajo documental que en palabras de sus autores, un equipo audiovisual liderado por mujeres, explora los triunfos del neoliberalismo cognitivo en las universidades y centros de estudio nacionales y cómo se convirtieron en los últimos 30 años en centros de acreditación, impresoras de títulos, compañías que producen empleados y productoras de papers que nadie lee.
Compleja, pero siempre necesaria reflexión, que cae en medio de un momento donde la comunidad médica, científica y académica ha tomado protagonismo mediante varias voces expertas que proponen medidas de control del virus. Si bien sería injusto tildar a todas las universidades de simples fábricas de licenciados y papers, las críticas van más allá de una institución en particular, donde voces como la de María Olivia Monckeberg y Hassan Akram, entre otras, cuestionan los vicios del sistema educativo, la figura del intelectual precarizado, del intelectual de élite, el lucro, la feroz y dañina carrera por publicar y el sentido mismo de los centros de estudio.
Si bien adscribo a la mayoría de lo que plantean, también conviene recordar que aun cuando estén cuestionadas, las universidades y centros de conocimiento juegan y jugarán un rol fundamental en encontrar respuesta a los múltiples desafíos que nos plantea la vida en y post pandemia. En Chile, tenemos ejemplos a destacar.
El comité de asesores del Minsal, la mesa de expertos del MinCyT, la mesa social y otros grupos autoconvocados, han aportado con su mirada experta a guiar algunas decisiones del gobierno. En el ámbito local, el también autoconvocado Comité Científico Covid-19, grupo multidisciplinario organizado desde la sociedad civil y la academia compuesto por médicos, investigadores, estadísticos, matemáticos, innovadores tecnológicos, empresarios, comunicadores, sociólogos y abogados, está trabajando en aportar investigación y medidas basadas en ciencia para controlar la crisis.
Destaco dos iniciativas locales de aporte de universidades a la crisis. El proyecto Aparato de Asistencia Ventilatoria Mecánica UdeC- Asmar, ha sido uno de los cinco dispositivos seleccionados en la iniciativa gubernamental “Un Respiro para Chile” que tras haber aprobado más de 450 pruebas técnicas, pronto pasará a pruebas en humanos, exigidas para aprobar su pronta fabricación masiva. Hace unos días la UdeC y el Servicio de Salud de Concepción suscribieron un acuerdo para instalar un hospital de campaña en el campus, que se espera comience a operar la primera mitad de julio, con una capacidad de 100 camas y una superficie estimada de 1.336 m2., que contará con 50 camas de hospitalización, 50 camas de recuperación, módulos de baños, recepción de alimentos, comedor y stand de personal, para descomprimir una eventual colapso del sistema hospitalario en el país.
Por extensión de esta columna no alcanzo a nombrar a varias otras interesantes iniciativas, que aunque parecieran contrastar con el análisis crítico del documental, en realidad ponen el punto sobre qué rol jugarán las universidades y centros de conocimiento en la necesaria corrección de sus propias debilidades, en qué caminos tomaremos como sociedad para no cometer los errores que nos mantienen en esta crisis sanitaria y socioambiental, y cómo la Universidad deberá retomar el camino de aquel faro que iluminaba el camino, más que de una que se encandila ante el brillo efímero del sistema neoliberal irreflexivo.



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Fantástico artículo Sofía, que grato es seguir sus artículos.
Esa es la idea Sofía, hay que poner atención y debatir con otras posturas, pero,con racionalidad y espíritu de «crecimiento»