«El mayor problema ecológico es la ilusión de que estamos separados de la naturaleza.»

Alan Watts.

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Un país sobre ruedas.

Equipo laventanaciudadana.cl

Periodismo ciudadano.

De acuerdo a las últimas estadísticas entregadas por los dirigentes de la asociación gremial que agrupa a los empresarios del rubro de importación de vehículos livianos, el año 2018 se vislumbra como el más positivo de la historia. En efecto, la proyección anual a partir  del primer trimestre permite anticipar que se incorporarán al parque automotor nada menos que 420.000 nuevas unidades.

Mientras el alcalde de Huechuraba hacía pública su preocupación por los problemas que esta realidad genera, el Ministro de Obras Públicas Juan Andrés Fontaine calificaba positivamente el hecho y lo señalaba como una expresión del desarrollo del país y del avance en la libertad de las personas.

En concordancia con lo que  se ha señalado anteriormente en este medio, un análisis muy elemental, que considera que en una cuadra común y corriente transitan en movimiento entre 30 y 50 vehículos simultáneamente, la cifra de nuevas unidades demandará, cada año, entre 8.400 y 14.000 cuadras de nuevas vías públicas. La conurbación de Santiago requerirá más o menos la mitad de esta estratosférica cifra.

Lo dicho pudiera ser considerado con ligereza como un juego matemático pero, por desgracia, constituye una realidad preocupante que afectará  de manera grave el conjunto de las políticas públicas y, en consecuencia, el desarrollo del país.

Hay algunos antecedentes que deben ser tenidos en debida cuenta al momento de analizar el problema.

El primero, por supuesto, lo constituye el hecho indubitado de que el poder, en sus diversas aristas, se concentra en la ciudad-capital. El poder político, el poder económico y financiero, el poder comunicacional, el poder electoral, radican en la gran metrópoli y, como consecuencia de ello, la presión social, con toda su fuerza, se ejerce a partir de ese punto. Es cuestión de leer y sintonizar la gran prensa para constatar cómo, paulatinamente, se posicionan diversas y caras soluciones todas en torno a este núcleo urbano: nuevas líneas de metro, teleféricos, tren rápido Santiago-Valparaíso, ensanche de vías aun a costa de áreas verdes, etcétera, etcétera. Pero, por supuesto, como el próximo año las cifras se repetirán, el país permanecerá entrampado en una rueda sinfín.

El Ministerio de Transportes es el organismo sectorial sobre cuyos hombros debiera recaer la evaluación del problema y el estudio de las soluciones a largo plazo que se requieren. Sin embargo, su mirada es notoriamente miope y solo alcanza para abordar las dificultades contingentes que cada día presenta el Transantiago. La visión de Estado, con un horizonte temporal significativo, con una comprensión razonable y racional de la planificación territorial a nivel país, está ausente, lo cual es evidente.

En todo país, los recursos públicos disponibles o proyectables,  son escasos, más aún, por supuesto, en países de nivel medio de desarrollo y que carecen de una carta de navegación,  como es el caso de Chile. Los grandes desafíos en materia de infraestructura urbana, interurbana y rural, requieren ingentes sumas de capital. Estas cantidades  deben ser muy bien utilizadas, toda vez que cada peso que se invierte en ellas es un peso que se resta en áreas de desarrollo humano y social impostergables: salud, educación, vivienda, previsión, entre otras.

La ideología de mercado predominante, carece de capacidad de respuesta a este respecto ya que siempre privilegiará la atención de las demandas de los sectores más privilegiados en perjuicio de los sectores carenciados o vulnerables.

Abordar la realidad descrita, necesita políticas de Estado elaboradas con una visión de futuro, terreno en el cual podrían  construirse consensos amplios en pro de un desarrollo integral.

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2 Comentarios en Un país sobre ruedas.

  1. No puedo dejar de concordar tanto con el articulista cuanto con el primer comentarista.
    Es absurdo medir el desarrollo integral (y sustentable) de un país solamente por el número de vehículos comprados e incorporados a las carreteras y ciudades por período de tiempo. Ni mucho menos la «libertad» y bienestar humano.
    Es una visión retrógrada de capitalismo primitivo, sin que importe el aspecto calidad de vida en las ciudades, polución ambiental, accidentes de tránsito, colapso de infraestruturas viarias dentro y fuera de las ciudades, aumento del consumo de combustibles fósiles, etc.
    También es una visión sustentada por intereses particulares, ligados a la poderosa industria automobilística, que incentiva el transporte privado individual como la «panacea civilizatoria».
    Aparentemente no hay preocupación explícita tan grande por un transporte colectivo mayor y mejor (inclusive ferrocarriles) ni por el aumento de la proporción de vehículos que utilicen energía limpia.

  2. Certero análisis. Curiosa manera de ver las cosas de ese ministro.

    El problema plateado en el comentario se agrava en Chile día a día. En Concepción ya no están siendo suficientes las veredas que hay para estacionar autos sobre, violando en forma flagrante el Reglamento del Tránsito, a vista de Carabineros y ciudadanos. Para que vamos a hablar de los signos «NO ESTACIONAR» que casi nadie respeta.

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