«No podemos resolver la crisis climática sin cambiar nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos.»

Naomi Klein.

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Editorial: El país de la mala educación

Equipo laventanaciudadana.cl

Periodismo ciudadano.

El Presidente de la República, en una de sus reiteradas intervenciones públicas, ha señalado que el destino y la calidad de la educación de un país no se juegan ni en las leyes ni en la calle sino que en la sala de clases. La frase para el bronce es de una obviedad incuestionable. La experiencia de las tres décadas de gobiernos democráticos que sucedieron a la dictadura gremialista- militar no se ha ajustado en manera alguna a esta concepción tan simple pero de una complejidad suma.

El modelo educativo implementado por los ideologizados “chicago boys”, muchas veces con marinos a cargo del ministerio, estuvo marcado por su absoluto menosprecio a la educación pública y por su visión de esta tarea nacional como un negocio. Así, los hijos de las elites podían acceder a planteles de alto costo financiero en tanto que la inmensa mayoría de niños y jóvenes eran mirados como “capital humano” que había que capacitar y entrenar en función de los requerimientos de sus empresas remunerándolos según los niveles que definiera el “mercado”. 

Todos los gobiernos de la Concertación registran avances en esta materia (inyección de recursos, extensión de jornada, mejoramiento de infraestructura, equipamiento, capacitación a docentes, ampliación de cobertura, extensión de gratuidad, mejoramiento de remuneraciones, desmunicipalización, entre otros) pero nunca hubo un abordaje a fondo del proceso educativo en cuanto a involucrar a la sociedad, y en particular a las generaciones emergentes, en el desarrollo de un pensamiento autónomo a la vez crítico y creativo. La “información” está hoy, en la era digital, al alcance de la mano, y los “datos” no necesitamos aprenderlos y memorizarlos. Al contrario, nuestro paso por la educación formal, por la escuela, por el liceo, debe ser la instancia que nos enseñe a pensar, a trabajar con esos elementos, avanzando de esta manera a estadios superiores del desarrollo humano. La vida en sociedad, el infinito de la naturaleza, el infinito de nuestro propio ser, están llamados a constituirse en el campo de trabajo de nuestros educandos.

Menos aún se ha avanzado en el gobierno y medio de Derecha de los últimos tiempos que ha mostrado no tener ni siquiera un horizonte en perspectiva y que ha visualizado la Educación como un sistema que debe “administrarse mejor”, con mayor rigurosidad y disciplina,  para servir también de mejor manera a las empresas, entendiendo que el ser humano es solo un ente productivo y consumidor que no debe ocupar su mente en pensar en un mundo que debiera ser sino que, simplemente, atenerse a elevar su rendimiento económico. Triste ejemplo dio, hace algunos meses el ya destituido Ministro de Economía que se vanaglorió públicamente de que él no leía literatura pues no tenía tiempo que perder en libros inútiles.

  Lo claro es que nuestros sucesivos gobiernos no han mostrado capacidad ni voluntad de romper la inercia repetitiva y desgastante que persiste por décadas. Las reiteradas referencias a Finlandia, Singapur, Nueva Zelanda, Corea del Sur, no han sido hasta ahora sino frases y eslóganes para la galería con casi nula aplicación práctica en el aula, que implique dar el gran salto no en las estadísticas sino en la capacidad de pensar, criticar, comparar, crear, innovar, para desarrollar generaciones de mejores personas en pro de una mejor sociedad.

Mientras aficionadas o aficionados sean los llamados a conducir la educación chilena, mientras no seamos capaces como nación de comprometer a toda la comunidad educativa en una tarea que por su naturaleza es de largo plazo, mientras sigamos viendo la educación parvularia como un problemita molesto frente al cual simplemente se hace lo que se puede, seguiremos marcando el paso como país.

Expresión de la irresponsabilidad con la cual se han enfrentado los numerosos problemas que la contingencia ha presentado en el área, es la Ministra Marcela Cubillos. A pesar de que era público y notorio que existía un elevado nivel de riesgo de que hubiese dificultades para la normal rendición de la Prueba de Selección Universitaria (PSU) a lo largo del país, la secretaria de Estado permaneció en silencio y solo en la tarde del lunes 6, el día antes, pidió información al Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional (DEMRE), entidad responsable de su aplicación. Un par de días después, se reveló lo increíble: Cubillos, que intentaba deslindar responsabilidades por lo acontecido en la semana, no había asistido a ninguna de las quince reuniones realizadas por el organismo competente.

Resurgió entonces su espíritu represivo buscando sanciones. El rector de la Universidad del Desarrollo, Federico Valdés, puso el broche de oro al pedir que las pruebas pendientes del proceso selectivo, se rindieran al interior de las guarniciones militares.

A esta altura, simplemente cabe una reflexión: O como país nos tomamos en serio la gran tarea educacional o seguiremos condenados a una situación de mediocridad irreparable. 

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3 Comentarios en Editorial: El país de la mala educación

  1. Mientras la concertación ¿y el fa? mantengan la colusión con la derecha $hilena y no se atrevan a cambiar el rol subsisidario del estado, la educación de mercado seguirá vigente, con Simce y PSU que no miden nada (hay documentación seria al respecto) y se mantendrán los negociados inmorales en la educación, que no aportan a mejorar su calidad, pero si a traspasar inmoralmente dineros del estado a contratistas de dudosa calidad. La Agencia de Calidad de la Educación acaba de licitar la prueba Simce del próximo año

  2. Excelente análisis del mal estado de la educación en Chile. Se ha hablado y dicho tanto sobre lo que se debe (y no se debe) hacer y sin embargo, poco se ha hecho para mejorarla. Las consecuencias las vemos a cada rato: escasa compresión de textos, pésima ortografía -aún entre profesionales universitarios, doctores y pos.doctores- baja capacidad para expresar ideas verbales y por escrito, y muchas falencias más.

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