«Con la guerra, aumentan las riquezas de los ricos; aumenta la miseria de los miserables; aumentan los discursos de los generales, y crece el silencio de los hombres»

Bertolt Brecht

 

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Del caos al control: ¿Se dirige Occidente hacia un futuro de partido único? [*]

Ugo Bardi

Desde Florencia, Italia

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El papel de los partidos políticos como herramientas de gobernanza sistémica.

El marcado contraste entre Occidente y China quedó claro al comparar el discurso del presidente Trump en las Naciones Unidas el 23 de septiembre con el del presidente Xi Jinping un día después. El discurso de Trump fue agresivo, centrado en el caos, la guerra y la destrucción. Xi Jinping proclamó paz, aire limpio y prosperidad. Y no se trata solo de líderes específicos. Estados Unidos y otros países occidentales han aplicado políticas militares agresivas durante décadas, mientras que China ha sido mayoritariamente pacífica y se ha centrado en construir una economía próspera. ¿Qué está pasando en Occidente?

Es una historia especialmente notable si consideramos que, en Occidente, estamos acostumbrados a la idea de que nuestro sistema democrático multipartidista es inherentemente superior a los sistemas unipartidistas, como el chino o los antiguos sistemas soviéticos. Pero ¿cómo conciliamos esta creencia con el evidente éxito de China? ¿Qué fallaba en la Unión Soviética, pero no en China? Esto nos lleva a plantearnos una pregunta fundamental: ¿para qué sirve un partido político?

Teniendo en cuenta que toda regla tiene excepciones, analicé varios casos históricos de los ciclos de los partidos políticos antiguos y modernos. Pueden leer los detalles en los apéndices 1 y 2. A continuación, resumo los resultados:

1. Los partidos políticos son instrumentos de cambio. La mayoría nace con la promesa de poner al pueblo en el poder, eliminando a las élites parásitas y opresoras. A veces logran precisamente eso, generando revoluciones sangrientas. Es el caso, por ejemplo, de los comunistas soviéticos.

2. Una vez en el poder, los antiguos revolucionarios exaltados tienden a volverse más conservadores, integrándose en las estructuras estatales que prometían destruir o reformar. Un ejemplo de ello fue el fascismo italiano, que se fue aburguesando gradualmente tras su fase ideológica inicial agresiva.

3. Solemos asociar los partidos políticos con la democracia, pero no son necesariamente organizaciones democráticas. Su firme compromiso ideológico los lleva a justificar cualquier medio para imponer sus ideas, incluyendo la violencia, la persuasión y la corrupción. La historia de cómo los movimientos políticos incumplieron sus promesas una vez en el poder es larga y variada. Quizás el ejemplo más claro sea el reciente de cómo los Verdes alemanes pasaron de pacifistas a belicistas al integrarse en la coalición gubernamental.

4. Los sistemas multipartidistas o bipartidistas son inherentemente inestables, a menos que las diferencias sean meramente superficiales, como ocurrió en Estados Unidos hasta hace poco. Sin embargo, se trata de un equilibrio precario y, por lo general, cuando uno de los partidos logra tomar el poder, procede a consolidarlo no convocando nuevas elecciones o decretando que los demás partidos no pueden presentarse a ellas. El Partido Fascista Italiano obtuvo el poder absoluto mediante una serie de pasos, todos legales y aprobados por el pueblo italiano. Sin embargo, en algunos casos, esta fase implica el encarcelamiento o el exterminio de los miembros de los partidos de la oposición.

5. Los partidos tienden a tener un ciclo de vida corto en comparación con el del Estado en el que se desarrollan. El comunismo soviético duró menos de 80 años, el fascismo poco más de 20. El reciente partido M5S en Italia sobrevivió como fuerza política relevante menos de 10 años.

¿Y qué hay del Partido Comunista chino? No es un caso atípico. Comenzó como un movimiento radical que atravesó una fase ideológicamente destructiva, la «Revolución Cultural». Pero, con el tiempo, evolucionó hacia una estructura más conservadora, dedicada al progreso, la armonía y la prosperidad, según los principios confucianos chinos. Sus políticas moderadas lograron mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos chinos, y ahora el Partido Comunista está profundamente arraigado en la sociedad china, sin enfrentar una oposición interna significativa.

Es un sistema que, a nosotros los occidentales nos suele desagradar, debido al control capilar del Gobierno sobre todos los aspectos de la vida de las personas. Pero funciona: garantiza la estabilidad y la redistribución de la riqueza a niveles similares a los de los países occidentales. Los occidentales suelen culpar a China por su represión del movimiento separatista en la región de Xinjiang, que sin duda es un punto delicado. Aun así, lo que el Gobierno chino hizo y está haciendo allí, no se compara con las políticas agresivas y violentas de los gobiernos occidentales en los últimos tiempos.

¿Por qué persistió el comunismo chino, mientras que la versión soviética desapareció? En la historia, se pueden hacer muchas preguntas, pero quizá no haya tantas respuestas, al menos en términos de certeza. El éxito del comunismo chino puede deberse a su excelente integración con el antiguo sistema de gobierno imperial chino, donde desempeñó el mismo papel que la antigua burocracia imperial, que evaluaba a los candidatos basándose en su conocimiento de los clásicos confucianos. O puede deberse a que los líderes chinos son tradicionalmente cautelosos y nunca se embarcaron en aventuras militares desastrosas como la invasión soviética de Afganistán en 1979. En cualquier caso, nada dura para siempre, y el comunismo chino no puede ser una excepción. Pero, por el momento, es un sistema estable que sigue funcionando y generando estabilidad, en lugar del caos que azota a los países occidentales hoy en día.

Entonces, ¿deberíamos adoptar el sistema unipartidista chino? Podríamos argumentar que sería una buena idea (como dijo Gandhi sobre la civilización occidental), pero no somos chinos, y aún puede que nos lleve algún tiempo asimilar los principios confucianos de armonía y benevolencia en Occidente. En la práctica, sin embargo, las cosas siempre cambian, y Estados Unidos podría estar siguiendo una trayectoria histórica típica que lleva de un sistema bipartidista a uno unipartidista.

Hasta hace poco, los dos partidos en Estados Unidos, los demócratas y los republicanos, tendían a respetarse mutuamente, y las diferencias ideológicas eran mínimas. Ahora, parece estar desarrollándose una brecha entre ellos, cada vez mayor con el paso del tiempo. El reciente caso del asesinato de Charlie Kirk ha puesto de relieve la profundidad de la brecha y la dureza de la confrontación, con algunos demócratas celebrando el asesinato en redes sociales y algunos republicanos explotándolo para obtener influencia política.

Dada la situación, no es impensable que los republicanos en el poder declaren al Partido Demócrata una organización terrorista, invocando la definición legal de terrorismo doméstico del título 18 del Código de los Estados Unidos, artículo 2331. Por otro lado, tras el asalto al Capitolio en 2021 por parte de los partidarios de Trump, varios políticos demócratas abogaron por tratar los disturbios como un ataque terrorista, invocando también la definición legal de terrorismo doméstico. En ambos casos, el sistema político estadounidense se convertiría en un sistema de partido único, similar al de China.

Un sistema de partido único es la situación habitual en la mayor parte del mundo. No digo que sea beneficioso para Estados Unidos, pero podría brindarle la estabilidad que necesita desesperadamente para mantener al menos parte de su imperio global. Podría suceder, pero los estadounidenses no son chinos, y la idea podría ser contraproducente y degenerar en una guerra civil en toda regla. Pero así es la historia: nunca se repite exactamente, pero sigue caminos similares todo el tiempo.

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Apéndice 1 — Tecnología y partidos políticos

Los partidos políticos modernos son el resultado de las tecnologías de la comunicación modernas. En la antigüedad, la política se basaba en un rey o un emperador. Luego llegó la imprenta, y una de sus consecuencias fue el comunismo. El fascismo llegó después, como resultado directo de la difusión de los medios impresos. Fue un triunfo de la propaganda de masas que posteriormente imitaron los nazis alemanes. Los gobiernos modernos aún utilizan las técnicas de propaganda desarrolladas durante esa etapa histórica.

Pero las cosas siempre cambian. Surgieron nuevas tecnologías que tuvieron un profundo impacto. En 1994, Silvio Berlusconi, el magnate financiero italiano, tuvo la brillante idea de explotar los canales de televisión que poseía para promover su ascenso al poder. Así, fundó su partido «Forza Italia», que se deshizo de la mayoría de los adornos de los antiguos partidos políticos para centrarse en llevar el mensaje a través de la televisión a la fracción menos culta de la población y captar sus votos. Funcionó a la perfección. Berlusconi siguió siendo una fuerza poderosa en Italia hasta su muerte en 2017. Barack Obama utilizó algunas técnicas similares en Estados Unidos.

En 2009, el empresario italiano Gianroberto Casaleggio y el actor Beppe Grillo fundaron el primer partido político en línea, el «Movimiento Cinco Estrellas» (M5S). Todas las comunicaciones entre los miembros del partido debían realizarse en una plataforma específica creada por Casaleggio. Esta también servía como instrumento de toma de decisiones. El movimiento tuvo cierto éxito, y en 2020, el gobierno del M5S, liderado por Giuseppe Conte, gestionó la crisis de la COVID-19 en lo que probablemente se recordará como el mayor fracaso en la gestión de crisis tras la invasión de Rusia por Napoleón en 1812. Actualmente, el M5S es una fuerza agotada, aunque aún existe como partido político.

Es una historia que continúa. El sistema de comunicación mundial está evolucionando a un ritmo vertiginoso, y los partidos tradicionales se están volviendo tan obsoletos como los pregoneros que gritan «¡Escuchen! ¡Escuchen!». El próximo gran avance serán los partidos políticos basados ​​en inteligencia artificial. Vimos algunos indicios de este posible futuro en la iniciativa DOGE de Elon Musk, pero eso fue solo el comienzo. La entrada de la IA en la contienda generará enormes cambios. Como máquina de propaganda en manos de fuerzas malignas, su impacto podría ser enorme. El resultado final bien podría ser algo irreconocible como un partido político, aunque podría desempeñar el mismo papel.

Apéndice 2: Partidos Políticos Históricos.

A continuación, se presenta una lista de las entidades que constituyeron una columna vertebral de gobierno paralela en los estados antiguos y modernos, y que podemos definir como «partidos» de una u otra manera. Esta lista se remonta a la época del Imperio Romano. No está completa; estos son solo algunos ejemplos que considero interesantes de revisar.

1. La Iglesia Cristiana. Se impuso en Europa cuando el Estado Romano se vio incapaz de mantener el control sobre sus territorios. Se basaba en principios cristianos, enfatizaba la pobreza y las virtudes personales, y fue especialmente adecuada para los tiempos difíciles del Bajo Imperio Romano y la Alta Edad Media. Desempeñó un papel fundamental en el mantenimiento del conocimiento y la cultura romanos durante la llamada «Edad Oscura». No fue adecuada para la expansión económica del Renacimiento y fue desapareciendo gradualmente, aunque aún existe.

2. Los Azules y los Verdes en el Imperio Bizantino. Estos grupos se originaron en la República Romana ya en el siglo I a. C., cuando comenzaron como clubes organizados de aficionados a los colores que usaban los aurigas en el Circo Máximo. Sin embargo, para el siglo V d. C., se habían convertido en poderosos gremios. Esto los convirtió en uno de los primeros ejemplos de partidos proto-políticos con estructuras organizadas, inclinaciones ideológicas y capacidad de movilización popular. Los Azules representaban típicamente a las clases altas, los comerciantes conservadores y la ortodoxia religiosa (cristianismo calcedonio), mientras que los Verdes apelaban a las clases bajas, los comerciantes y, a menudo, al monofisismo (una doctrina cristológica que enfatiza la naturaleza divina única de Cristo). Los Verdes fueron aniquilados por las fuerzas imperiales que apoyaban a los Azules durante la rebelión de «Nika» de enero del 532 d. C. Pero los Azules también desaparecieron después.

3. Los güelfos y los gibelinos en Italia. Dos facciones opuestas en la Italia medieval, especialmente entre los siglos XII y XIV. Los güelfos apoyaban al papado y su autoridad sobre los gobernantes seculares, típicamente asociados con la clase burguesa de la ciudad. Los gibelinos respaldaban al emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y la autoridad imperial, y se asociaban típicamente con la nobleza feudal y la aristocracia rural. Posteriormente, los gibelinos desaparecieron, pero los güelfos se dividieron en facciones «negras» y «blancas». Desaparecieron con la pérdida de importancia del papado y el Imperio en Europa.

4. Los jacobinos en Francia. Fueron un club político revolucionario en Francia durante la Revolución Francesa (1789-1799), llamado así por su lugar de reunión, el convento dominico de Saint Jacques en París. Representan un paso significativo hacia los partidos políticos modernos, ya que tienden a ser un «partido único» que dominaba el Estado con base en conceptos ideológicos. Entre otras cosas, orquestaron la deposición y la decapitación del rey Luis XVI (1793). Fueron el origen del período del «Terror» en Francia (1793-1794), un fenómeno que se repitió posteriormente, cuando partidos fuertemente ideologizados (fanáticos, por así decirlo) tomaron el control de la estructura estatal.

5. Los masones. No son realmente un partido político, sino una de las muchas sociedades semi secretas que surgieron a finales del siglo XVIII con el propósito de subvertir el antiguo orden y reemplazarlo por la clase empresarial mediante la revolución popular. A los masones les siguieron otras sociedades secretas con diferentes nombres: los «Adelfianos», («hermanos»), los «Filadelfianos» y otros. Los Carbonarios fueron la versión italiana de este movimiento de ideas. Nunca tuvieron mucho éxito, pero algunos siguen vigentes, y podemos reconocer sus métodos y estilo en algunas organizaciones revolucionarias secretas modernas como Al Qaeda.

6. El Partido Comunista. El movimiento comunista comenzó con la Liga Comunista (1847-1852), un pequeño grupo internacional de radicales que encargó a Marx y Engels la redacción del Manifiesto Comunista. Posteriormente, se formaron partidos comunistas en toda Europa y más allá, siendo el primer partido nacional importante el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (1898), que se dividió en bolcheviques y mencheviques. Los bolcheviques, liderados por Vladímir Lenin, se convirtieron en el Partido Comunista Ruso tras tomar el poder en 1917. Posteriormente, procedieron a eliminar a los mencheviques. Todos conocemos cómo evolucionó la parábola del comunismo en la Unión Soviética: tras unos 80 años de dominio sobre el Estado, tanto el partido como el Estado se derrumbaron en 1991. Los partidos comunistas nacionales en Europa también se derrumbaron poco después. Pero el Partido Comunista Chino sigue vigente.

7. El partido fascista en Italia. El fascismo comenzó con los Fasci Italiani di Combattimento (Ligas de Combate Italianas), fundados por Mussolini en marzo de 1919 en Milán. Inicialmente una coalición informal de nacionalistas, veteranos de guerra y antisocialistas, se convirtió en el Partido Nacional Fascista (Partito Nazionale Fascista, PNF) en 1921. Se formó con la idea específica de combatir a los comunistas y adoptó varios de sus métodos y tácticas, aunque con diferentes colores y símbolos. A pesar de haber sido creado con capital de la clase alta, tenía un fuerte atractivo populista. Es uno de los primeros ejemplos de un partido «totalitario» que tomó el control del Estado, incluso con su propia milicia (las camicie nere, las camisas negras). Principalmente, los fascistas eran nacionalistas y racistas, pero gradualmente perdieron sus hábitos iniciales violentos y agresivos, volviéndose relativamente moderados en muchos aspectos y fusionándose lentamente con el aparato estatal regular. Su confianza en un solo loco, que se suponía “siempre tenía la razón”, y la idea de que Italia debía reconstruir el Imperio Romano provocaron su caída en 1945.

8. El partido nazi en Alemania. Fundado por Adolf Hitler en 1920, surgió del Partido Obrero Alemán (DAP), adoptando la esvástica y la etiqueta «nacionalsocialista» para atraer tanto a nacionalistas como a trabajadores. El nazismo se formó adoptando muchas ideas y métodos del Partido Fascista Italiano, pero era más extremista en muchos sentidos. Combinaba ultranacionalismo, antisemitismo y supremacía racial centrada en el mito «ario». Estaba altamente centralizado, con sus alas paramilitares (SA, SS), grupos juveniles (Juventudes Hitlerianas) y una extensa propaganda liderada por figuras como Joseph Goebbels. Los nazis gobernaron Alemania de 1933 a 1945. Su derrota en 1945 puso fin al régimen, con la prohibición del partido nazi y la ejecución de la mayoría de sus líderes.

9. La Democracia Cristiana (DC) en Italia. La DC surgió en 1943, a partir de su forma original como el «Partito Popolare Italiano, PPI», como una amplia coalición de católicos antifascistas y anticomunistas, que recuperaron el escudo cruzado del PPI. Estaban integrados en un sistema multipartidista, por lo que no eran un partido de corte «totalitario». Sin embargo, en la práctica, monopolizaron el poder y dominaron la política italiana. Gobernaron ininterrumpidamente de 1945 a 1994 (el partido con el gobierno más largo en la historia de Europa Occidental). A pesar de su logotipo de base militar, mantuvieron una ideología muy moderada, lo que sin duda contribuyó a su larga existencia.

10. El Partido Baaz en Oriente Medio. Fundado en Siria en 1947 por Michel Aflaq, Salah al-Din al-Bitar y otros, promovía una mezcla de nacionalismo árabe, socialismo y antiimperialismo. Se convirtió en una fuerza dominante en Siria e Irak, moldeando sus políticas mediante regímenes autoritarios. El Partido Baaz defendía el panarabismo (la unión de las naciones árabes), el socialismo laico y el antiimperialismo. Promovía un Estado fuerte y centralizado, la modernización y las reformas sociales (por ejemplo, la redistribución de la tierra y la educación), al tiempo que rechazaba el liberalismo occidental y el enfoque clasista del marxismo. Decayó con la derrota de los Estados en los que estaba arraigado. Irak fue derrotado en 2003 por Estados Unidos y Siria por una coalición islámica revolucionaria en 2024.

11. El Basij iraní. No es un partido político formal, pero funciona de forma similar: como pilar clave de la facción conservadora de línea dura de la República Islámica, movilizando simpatizantes, imponiendo su ideología e influyendo en las elecciones. Formalmente conocido como Sâzmân-e Basij-e Mostaz’afin (Organización para la Movilización de los Oprimidos), opera bajo la tutela del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) y reporta directamente al Líder Supremo de Irán. El Basij encarna la visión del régimen de un «ejército de 20 millones de personas» de ciudadanos comprometidos ideológicamente, que combina funciones militares, de control social y políticas. Una organización paralela es Hezbolá, activa en el Líbano y otras regiones de Oriente Medio.

12. El Partido Verde en Europa. Un partido con una línea ideológica muy fuerte. Tuvo cierto éxito en la década de 1990, pero nunca logró ganar fuerza política a menos que sus miembros se vendieran a los partidos tradicionales. Actualmente, aún existen en algunos países, pero como una fuerza marginal o, como en Alemania, como una fuerza mestiza irreconocible.

13. “Forza Italia”.Un partido populista de derecha en Italia que utilizó eficazmente técnicas de propaganda mediática para captar el voto de los sufragantes con menor nivel educativo mediante mensajes simplificados. Fue creado por un solo hombre, Silvio Berlusconi, quien utilizó sus recursos económicos para crearlo y catapultarse al liderazgo en Italia. Tuvo cierto éxito, pero tras la muerte de Berlusconi en 2023, se ha convertido en una fuerza menor en la política italiana.

14. El Movimiento 5 Estrellas. Un partido político creado desde cero en 2009 con la idea de usar las redes sociales como su columna vertebral y método de comunicación. No tenía una base ideológica específica, salvo ideas genéricas sobre la lucha contra la corrupción y la devolución del poder al pueblo. Tuvo cierto éxito inicial, pero se desvaneció rápidamente cuando su líder, Roberto Casaleggio, falleció en 2016.

UB

29/09/2025

Fuente: 29.09.2025, desde el substack .com de Ugo Bardi “The Seneca Effect” (“El Efecto Séneca”), autorizado por el autor.

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