¿Desaparecerán los libros y los escritores? (I)
Debido a la alta tecnología que tenemos hoy en día, dónde cualquier cosa que necesitemos la podemos buscar a través de las vías cibernéticas pudiendo incluso interrogar a Google o a Alexa y así obtener la respuesta que buscamos, cabe preguntarse ¿Entonces, qué pasará con los escritores y los libros que solíamos leer durante nuestro período de aprendizaje?
Recuerdo que Mario Vargas Llosa publicó algunos artículos hace bastante tiempo atrás, sobre las peq ueñas librerías que están desapareciendo a pasos agigantados, prácticamente devoradas por las grandes cadenas, por el comercio de la literatura, por el paso arrollador de las ventas realizadas por internet y, sin duda, porque los tiempos cambian para bien o para mal.
Lo que sí resulta difícil de asimilar, estimados lectores de La Ventana Ciudadana, es el destino mismo de la literatura, la falta de moral de los grandes consorcios que teniendo en sus manos la posibilidad de publicar obras maestras o buenos libros, no lo hacen simplemente porque cada día el libro es mirado más como una mercancía y no como un objeto de devoción por parte de los autores y los lectores. La publicidad y el esfuerzo que requiere un best seller no están en relación con su calidad sino con lo que espera el consumidor, en la mayoría de los casos una bazofia que intoxique su espíritu, el equivalente a un cigarrillo de marihuana o al efecto de la cocaína sobre los sentidos. El libro ha dejado de tener vida propia para convertirse en un alimento para pasar el rato y matar el tiempo.
Así parecería que para escribir y vivir de lo que se escribe, habría que preguntarse primero qué quiere la gente para hacerle a continuación todo tipo de concesiones.
¿Desaparecerá la literatura?
Al paso que vamos, puede que los verdaderos lectores sean una especie en vías de extinguirse en tanto que los editores se dediquen solo a imprimir textos de tercera o cuarta categoría. No hay más que ver cómo la publicidad – ese monstruo que lo fabrica todo en esta nación estadounidense – le da la espalda a la literatura, cómo de las ingenia en cambio para promover el cine, la televisión, el internet, cómo cada día ganan más espacio programas de talk shows o programas en vivo en la tele en los que reinan la vulgaridad, la pornografía, la violencia, pero brilla por su ausencia la literatura.
No hay que ir muy lejos. Tenemos un ejemplo a la mano: los periódicos diariamente publican una sección dedicada por entero a los deportes y más ahora que se aproximan los Juegos Olímpicos. Más de ocho páginas diarias muy bien diseñadas, con especialistas de primera categoría para cada deporte y la última información sobre lo que está sucediendo en este campo. En cambio, la literatura, los libros, solo cuentan, en el mejor de los casos, con una o dos paginitas en las ediciones dominicales, como si fuera un pariente pobre que está de visita en nuestra casa y al que hay que desanimar para que se vaya cuanto antes.
También, en realidad, en las escuelas no se promueve la lectura y menos aún en tiempos de cuarentenas debido a la pandemia. Si se le pidiese a un escolar de enseñanza media que leyese en voz alta un texto (no importa si es en Castellano o en Inglés) se va a notar que en la mayoría de los casos balbucean y titubean, se pierden en la continuidad y finalmente no están en condiciones de precisar de qué se trataba lo que leyeron.
Y ni hablar de las editoriales. La verdadera lectura se ha convertido en el hijo no deseado de estos editores. Huyen de ella como de la peste. Lo terrible no es, en última instancia, que esta siga siendo un consumo de minorías ni solo para la gente intelectualizada sino que no se publique, que no se venda, y que vaya desapareciendo como bien podría suceder.
Si eso se produce, se apaga la sabiduría , el conocimiento y, de paso… Un poco de la humanidad.
Mi amigo Orrego: Tiene usted toda la razón, porque de sabiduría está quedando muy poco, particularmente en los estudiantes de enseñanza media de hoy, cuyo conocimiento es dudable; y para colmo, nuestra humanidad continúa en silencio. Le agradezco mucho su comentario, que espero muchos otros lectores de La Ventana Ciudadana también se den cuenta de lo que está sucediendo en la actualidad.