«No podemos resolver la crisis climática sin cambiar nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos.»

Naomi Klein.

Actualmente nos leen en: Francia, Italia, España, Canadá, E.E.U.U., Argentina, Brasil, Colombia, Perú, México, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Chile.

El planeta amenazado.

Equipo laventanaciudadana.cl

Periodismo ciudadano.

El astrónomo y astrofísico José Maza Sancho, ha tenido el mérito inapreciable de poner un área del conocimiento  al alcance de una cantidad apreciable de chilenos. Premio Nacional de Ciencias Exactas 1999, Maza ha ido ocupando paulatinamente importantes espacios en la prensa escrita, en radio y televisión,  con amenas y documentadas reflexiones que han despertado la curiosidad y la inquietud de personas que jamás en su vida habían mostrado preocupación alguna por temas de la especialidad.

Diversos libros científicos de su autoría (“Somos polvo de estrellas”; “Marte: la próxima frontera”; “Eclipses”;  entre otros) han alcanzado altos niveles de venta y, lo que es más importante, numerosos jóvenes de “altos puntajes” marcaron la Astronomía como “primera preferencia” en sus postulaciones universitarias. Las charlas y conferencias en gimnasios y auditorios para jóvenes adolescentes,  sirvieron para quebrar el estereotipo de la opción por  las “carreras más rentables” y para despertar el enamoramiento  por la Ciencia en las nuevas generaciones.

Precisamente en “Marte: la próxima frontera”, este académico ha invitado a tomar conciencia acerca de los riesgos que amenazan hoy al planeta Tierra y a sus habitantes,  insinuando, con sólidos argumentos, que la subsistencia misma  de la Humanidad solo será posible si se emigra a otra planeta, colonizándolo y creando en él las condiciones indispensables para la supervivencia.

En verdad, todo esto son especulaciones construidas sobre la proyección de datos actuales hacia un horizonte de largo plazo que pudiera ser de 50, 100, 1000 o más años y que, por lo tanto, no podrá ser constatado por la inmensa mayoría de la población humana actual.

Sin embargo, sería de necios que nos negáramos a aceptar una evidencia que salta a la vista. En efecto, el modelo de crecimiento económico imperante, basado en la exacerbación del consumo lleva a un progresivo   agotamiento de los recursos naturales a tal extremo que elementos vitales tales como el agua que consumimos o  el aire que respiramos  nos alertan día a día haciéndonos presente que a este ritmo la crisis de nuestro planeta será inevitable. Discursos demagógicos y panfletarios como el de Donald Trump acusando que la preocupación por el “cambio climático” es una maniobra política  de los chinos,  no tienen base alguna de sustentación y solo son la expresión de un nacionalismo populista trasnochado. El conocimiento actual ha acuñado la expresión del “sobregiro ecológico” para  hacernos presente que en esta etapa de nuestra vida planetaria el volumen de  la renovación anual  de los recursos naturales es mucho menor que  lo que consumimos y gastamos. A modo ejemplar, en el caso de Chile, país pequeño en el concierto de las naciones, con una población limitada y de crecimiento controlado, con un nivel de desarrollo mediano, la masa de recursos que se renueva es consumida en los nueve primeros meses del año, de tal forma que, para decirlo en forma gráfica, durante el último trimestre del año estamos depredando la naturaleza y empobreciendo nuestro hábitat.

Al mundo empresarial, que se enriquece a través de la sobreexplotación del mar, del recurso agua, de nuestros bosques y humedales, esta preocupante realidad no lo desvela  más allá de las frases de buena crianza. Destruir y depredar no le preocupa mayormente si con ello se enriquece y eleva el valor de sus acciones en la Bolsa.

Más allá de vivir en una “economía de mercado” asentada en la defensa del derecho irrestricto a la propiedad privada,  motivada en su actuar por el afán de lucro” como razón de ser nuestras existencias, hemos derivado paulatinamente a una “sociedad de mercado”, a una “cultura de mercado”, en que todo el vasto campo de las relaciones humanas, con nuestros semejantes y con el medio social y natural en general, se transa como un bien de comercio del cual podemos sacar siempre algún provecho que satisfaga los egoísmos y las ambiciones personales.

Así, la educación, la salud, la religión, el arte y la cultura, el deporte, la naturaleza misma, el paisaje, y hasta las amistades,   tienen asignado un precio que hace posible hacer negocios y aumentar los patrimonios personales.

La vida en sociedad ya  no busca mejorarnos como personas, contribuir de forma positiva a integrar una comunidad más equitativa y solidaria, sino que se mueve en función de un afán patológico por “tener” y “acumular” en un sinsentido inacabable.

Como dijo el poeta, pretendemos ser un país y somos apenas un paisaje. Si nos miramos a nosotros mismos, nos damos cuenta de que nos hemos  ido transformando en una sociedad amarga, agresiva, superficial, carente de valores.

Este medio digital, LA VENTANA CIUDADANA, ha organizado  una jornada de reflexión sobre el tema: ¿QUÉ MUNDO ESTAMOS CONSTRUYENDO? Nuestros colaboradores habituales, Sofía Valenzuela, doctora en Bioquímica; Andrés Cruz, abogado; Agustín Infante, ingeniero agrónomo; y Yerko Strika, psicólogo; serán los panelistas de este foro que se realizará el Viernes 24 de mayo, a las 19 horas, en la Biblioteca Municipal de Concepción (Víctor Lamas 715). El ingeniero civil mecánico Carlos Bonifetti Dieter será el moderador de esta actividad, a la cual están invitados nuestros visitantes y lectores y todas las personas que creen que otro mundo es posible.

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