
¿Por qué el éxito de las telenovelas turcas en Latinoamérica?
En el contexto latinoamericano, llamamos telenovela (teleserie para los chilenos) al programa televisivo narrativo de argumento melodramático que está concebido para ser emitido por capítulos. México, Brasil o Colombia se han caracterizado en la realización de esas producciones de gran éxito como Los ricos también lloran (1979), El Clon (2001-2002)o Yo soy Betty, la fea (1999-2001). Sin embargo, últimamente los dramas turcos han invadido a nuestro continente con buena aceptación. Pero, ¿cómo llegó a América?
Para responder esa pregunta debemos retornar a marzo de 2014, cuando el canal chileno Mega decide, a manera de estrategia televisiva, transmitir en horario estelar el drama turco Las mil y una noches. En ese tiempo, dicha televisora se encontraba con una situación financiera muy drástica de irse casi a quiebra; no obstante, se arriesgaron para emitir dicha historia totalmente desconocida. Con el paso de los días de estar al aire, se convirtió en el programa más visto de Chile; logrando ganancias y el éxito que nunca imaginaron conseguir (Telenovelas turcas causan furor en Chile y van a la caza de América Latina de Paulina Abramovich para “El Nuevo Herald”, 31 de diciembre de 2014).
Del punto anterior, desde Turquía reconocieron que Chile fue el pionero en ver el potencial que deja sus dramas como proceso de mediación ente dos espacios culturales: uno tradicional, marcado por la religión y una noción de familia basada en el amor e identidad de índole patriarcal; y otro moderno, en el que se toman decisiones racionales en pro del respeto a los derechos de las mujeres (Chile se ha convertido en la plataforma de exportación de las teleseries turcas con doblajes chilenos de la Pontificia Universidad Católica de Chile, 3 de agosto de 2015).
Teniendo en cuenta el fenómeno en Chile, desde el 2016 han sido recibidas en Argentina, Uruguay, Brasil, Colombia, Perú, México y hasta Estados Unidos; lo cual no han parado de seguir emitiéndolas. ¿Por qué han sido aceptadas? Es muy simple, porque tanto América Latina como Turquía han vivido un gran mestizaje entre una cultura mediterránea y otra distinta (Por qué son tan exitosas las novelas de Turquía en América Latina para publimetro.pe. 9 de julio de 2018).
Los dramas turcos son historias que hablan sobre sentimientos universales, escenarios lujosos y exportadas a un precio más bajo para ser competitivos. Por eso sus ficciones se han convertido en un fenómeno mundial, tan es así que la plataforma de streaming Netflix ha incluido estas producciones dentro de su catálogo (¿Por qué arrasan las telenovelas turcas?, de Helena Cortés para Play Series, 10 de febrero de 2019).
Resumiendo, el éxito radica en que mantienen la esencia del melodrama clásico, con predominio del romanticismo y ausencia de escenas sexuales. Se valora a la familia, la solidaridad y el respeto a los mayores. Eso sí, bajo el estilo de vida de la Turquía actual.
En Colombia nos cansamos de ver teleseries y novelas cargadas con altas dosis de violencia, narcotráfico, abusos desmedidos contra mujer. La justicia tardía y muchas veces ausente acabaron con nuestra paciencia. Estamos deseosos de ver un cambio en la estructura en este tipo de segmentos y nada tan refrescante como ver situaciones dónde el respeto y la caballerosidad estén presentes dejando de lado las gastadas escenas eróticas con lenguajes obscenos y sucios.
No comparto esta opinión, creo que aunque nos manifestemos por el feminismo, el sistema patriarcal esta en nuestro ADN. En otras palabras, un discurso publico que no es coherente con nuestros actos privados, este caso, siguiendo series televisivas con un guion que incluye abuso contra la mujer.
Hola Alejandro:
En efecto, uno de los aspectos negativos que se comenta sobre los dramas turcos es ese punto en concreto. Ejemplos es «La esposa joven» o «Sila». Pero si lo vemos desde un sentido objetivo, nos muestra que tan cruel pueden ser las costumbres en poblados rurales de Turquía que mantienen tradiciones de antaño que vulneran derechos humanos y no garantiza la perspectiva de género. Eso si, nunca hay que tomar de modelo las telenovelas. Saludos y gracias por comentar.