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EDITORIAL. De cambios, encuentros y otras cosas.

Equipo laventanaciudadana.cl

Periodismo ciudadano.

La semana que recién concluye, estuvo marcada por dos eventos de importancia en el manejo de la política chilena: el cambio de gabinete y el encuentro, cara a cara, del Presidente de la República con las mesas directivas de los partidos de oposición.

Si ambos hechos tendrán significación efectiva, ya sea positiva o negativa, solo el tiempo lo dirá, pero por el momento han quedado clavados como hitos que condicionarán, sin duda, el futuro a lo menos en el corto plazo.

La salida del ministro Jackson era un hecho inminente ya que su sola presencia en el ministerio estaba creando múltiples problemas derivados de la clara participación de militantes del partido que él formó en cuestionables, y eventualmente delictivas, operaciones financieras que en manera alguna podían ser justificadas y ni siquiera explicadas ante la ciudadanía. Las esquirlas del escándalo llegaron a ámbitos cada vez más amplios y estaban comprometiendo la gestión gubernativa como el mismo lo reconoció en su renuncia.

El clima tensional se estaba intensificando día a día y el encuentro Gobierno – Oposición, sin resultados específicos hasta ahora, por lo menos permitía que las partes se dijeran con franqueza cuáles eran los puntos de acuerdo o desacuerdo entre ambas partes posibilitando así un diálogo que a todas luces es imprescindible: el país, con un cúmulo de problemas urgentes no puede seguir entrampado como si la reyerta entre las superestructuras políticas fuera lo único que importara.

Las modificaciones en el equipo gubernativo fueron de tono menor, de mero nivel sectorial, de respuesta a cuestiones puntuales, por lo que sus consecuencias van a ser bien limitadas. El Ejecutivo necesita entender que debe mejorar su gestión para lo cual debe explicitar los objetivos específicos que deben alcanzarse en los próximos treinta meses. La Oposición, por su lado, debe dejar su actitud profundamente negativa, de que “al Gobierno hay que apretarlo hasta hacerlo chillar” como expresara brutal pero francamente un viejo y casi jubilado dirigente que, torpemente, entiende que el éxito en política pasa por aplastar al adversario.

La compleja situación actual demanda, por una parte, que las fuerzas oficialistas actúen con responsabilidad cerrando las puertas a los francotiradores del fuego amigo y procurando ampliar su base social demostrando que tiene una cabal comprensión de las urgencias y preocupaciones de la gente, pero que también tiene el coraje indispensable para explicar con franqueza las limitaciones que condicionan el cumplimiento de muchas promesas y aspiraciones.

Por otro lado, la oposición debe evitar encandilarse con la posibilidad bastante probable de un triunfo electoral en dos años más. La siembra de negatividad y odiosidad de estos tiempos puede llevar a su fracaso y a la mantención de un ambiente turbulento que seguirá dañando el desarrollo nacional.

De repente, pareciera que las capas dirigentes son incapaces de comprender la realidad y se niegan a asumir sus propias responsabilidades en cuanto a restablecer un ambiente de amistad cívica, que supere nuestra profunda fragmentación y haga renacer algunos mínimos de justicia y solidaridad.

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