«El mayor problema ecológico es la ilusión de que estamos separados de la naturaleza.»

Alan Watts.

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Editorial. Los muertos que vos matasteis.

Equipo laventanaciudadana.cl

Periodismo ciudadano.

En medio del fragor de las elevadas cifras de muertes causadas por el delito (en particular, ligadas al enfrentamiento de bandas relacionadas con el narcotráfico) no puede dejar de llamar la atención, en paralelo, el elevado número de víctimas fatales causadas por accidentes viales.

Las estadísticas oficiales nos señalan que durante el 2022, perecieron 1.738 personas alcanzándose así la marca más elevada desde el 2008.

Entre las razones que explicarían el fatídico dato, se ha indicado el notorio incremento del parque automotor. En el año que concluyó, se incorporaron a nuestras calles y caminos nada menos que 426.777 vehículos, proyectándose para el 2023 una cantidad del orden de las 360.000 unidades. Un liviano raciocinio permite concluir que las políticas de infraestructura aplicadas directamente por el Estado o por la vía de las autopistas concesionadas, nunca podrán satisfacer adecuadamente la demanda acumulativa que se va generando. Por lo demás, al concentrarse las nuevas adquisiciones en las llamadas “comunas del privilegio”, la presión política, social, comunicacional induce a los gobiernos a la promoción de gigantes inversiones urbanas en perjuicio del resto del país.

Lo dicho, constituye un factor que debe tenerse presente pero que, por supuesto, no es suficiente para lograr una adecuada comprensión de la situación.

La Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito (Conaset) ha puntualizado, una vez más, que el 30% de las muertes en accidentes de tránsito está relacionado con el exceso de velocidad. Los siniestros más severos causados por este factor, implican una mayor probabilidad de consecuencias graves, ya que la capacidad de reaccionar adecuadamente a un imprevisto prácticamente se anula.

La conducción bajo los efectos del consumo de alcohol y de drogas, también se presenta con frecuencia y se da mucho en relación con el manejo de camiones y buses.

Si a todo lo dicho se suma una cultura (o incultura) de conducción expresada en el manejo distraído o descuidado, en el no respeto a las señalizaciones, en la debilidad de los controles policiales, en el bajo nivel de las sanciones aplicadas, nos encontramos ante “la tormenta perfecta”.

La Ley de Convivencia Vial se ha trasformado en “letra muerta” y la proyectada nueva normativa de tránsito (con la asignación de carnés dotados de puntaje) duerme el sueño de los justos en los anaqueles del Congreso Nacional.

Seis muertos diarios, lo que implica la atroz destrucción de familias enteras, parecen no ser suficientes para despertar la atención de nuestros legisladores enfrascados en una chimuchina inconducente cuyas urgencias distan mucho de las urgencias reales de la gente.     

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